REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD
PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR INSTITUTO
PEDAGÓGICO DE CARACAS
VICERRECTORADO
DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
SUBDIRECCIÓN
DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMERICA LATINA Y ELCARIBE
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMERICA LATINA Y ELCARIBE
SEMINARIO:
PENSAMIENTO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO
Profesor:
Dr. Omar Hurtado Rayugsen
Participante: Manuel Bas
Caracas,
24 de febrero de 2015
AMÉRICA DIVERSA HACIA SU DESTINO
“… no es culpable un hombre porque ignore, pero lo será, si se encarga
de hacer lo que no sabe”. (Simón Rodríguez, 1842, Sociedades Americanas)
Introducción. Se ha escuchado en el clamor del
latinoamericano que los fracasos en la Región se debe en parte al fenómeno cultural. Por
su naturaleza diversa, el hombre latinoamericano parece no haber encontrado su
destino ¿Qué somos? Es una pregunta que se remonta a los tiempos mismos de la
conquista. Estamos desde entonces, en el dilema shakesperiano qué somos en
esencia. El Inca Garcilaso de La
Vega, primer literato mestizo de América, hijo del
conquistador Sebastián Garcilaso de La
Vega y la princesa incaica Isabel Chimpo Ocllo publicó en 1609 la primera parte de los
Comentarios Reales—Comentarios Reales de los Incas— en la que expuso la
historia, la cultura y las costumbres del Perú Prehispánico; y una segunda
parte en 1617—Historia General del Perú— donde relata la conquista del Perú y
el inicio de la colonia; esgrimió la
ambivalencia espiritual, en que él se encontraba, que es en cierto modo el
dilema del “ser americano” resultante del mestizaje cultural de la conquista hispánica. Por un lado, por
ser descendiente de la realeza incaica, de esa genealogía gloriosa de los
fundadores del Imperio Inca, ya en franca decadencia en tiempos de la venida de
los europeos a América, que se derrumbó
bajo el yugo español; que en algún sentido era parte de Él. Por el otro, ese
otro nuevo naciente mundo, fundado por los europeos bajo la imposición de la
religión, la política, la economía, y en general, otro modelo cultural implantado
a la fuerza, que destruía unos de los bastiones culturales de la América Precolombina
de quien va a formar parte Garcilaso de La Vega. Él va
a estar consciente de esa dualidad existencial que es su vida y que él
relata en los Comentarios Reales. Este, de algún modo es el dilema del hombre
americano. De modo que la cultura americana es muy compleja y diversa, no sólo
en lo material sino también en lo espiritual. Y si le sumamos todo ese aluvión
cultural que fue el mediterráneo de lo que eran portadores los europeos y los
Pueblos de la África mediterráneos.
Más tarde, el
15 de febrero de 1815, Simón Bolívar en su célebre Discurso de Angostura en
relación al ser americano escribe lo siguiente “…no somos Europeos, no somos
Indios, sino una especie media entre los Aborígenes y los Españoles. Americanos
por nacimiento y Europeos por derecho…”, (p.108). En relación a este
planteamiento, Revel, (1976/1992) escribió: “…los hispanoamericanos somos a la
vez los descendientes de los conquistadores y del pueblo conquistado, de los
amos y los esclavos, de los raptores y de las mujeres violadas…”, (15). La
historia de América es muy contradictoria, es una especie de aporía
filosófica-histórica de difícil comprensión, es una especie de “quimera”
difícil de descifrar, no solo en el aspecto étnico, sino también en todos los
órdenes de la vida: económico, sociológico, filosófico, cultural, religioso y
político.
El destino
político de América, desde la colonización europea, en alguna medida quedó
sellado su rumbo, en las demás facetas de la vida de este lado del mundo, y ha
sido antes y en el presente, unos de los debates inagotables sobre su futuro.
Ya desde tiempos del siglo XIX, Don
Simón Rodríguez, hacia 1842 en “Sociedades Americanas” ya advertía este
problema cuando escribió, las Repúblicas ya estaban configuradas en las páginas
de los libros, lo que falta es una
voluntad política que las concrete en la realidad. Y dependía de un segundo
factor, el educativo, que a criterio del “Maestro de América” dependía de la
educación, que para él era la segunda revolución que debía empezar por los
campos y las escuelas técnicas. Es oportuno citar aquí, a Rangel, (1992)
refiriendo a Bolívar, (1830) expresó:
He
mandado veinte años, y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos;
1, América es ingobernable para nosotros; 2, el que sirve una revolución ara en
el mar; 3, la única cosa que se puede
hacer en América es emigrar; 4, este país caerá infaliblemente en manos de la
multitud desenfrenada para pasar a tiranuelos; 5, devorados por todos los
crímenes y extinguidos por la ferocidad, (p.27).
La pregunta
natural sobre lo que he venido comentando aquí
es ¿si el destino que hemos tenido, nada alentador, seguirá así por siempre? Creo que esta es la
respuesta que debemos dar los latinoamericanos, nos obliga, obviamente, a hacer
una profunda reflexión en las disciplinas de la Filosofía, la Sociología, la Geohistoria, la Política, la Cultura, para encontrar el
“ser latinoamericano”. A lo que Enrique Dussel, (2011) refiere ver a la América desde la Filosofía de la Liberación, para lo
cual propone lo que Él llama el paradigma de la trasmodernidad. Sobre este
tema, Dussel, (2005) citado por Gutiérrez, (2008) escribe:
…la transmodernidad, implica ir más allá,
crear, un nuevo espacio un poco moderno y postmoderno, una conciencia de la
evolución cíclica y complementariedad de análisis de sentido de vida. Penetrar
los límites y transformar los contenidos de esos límites… superar opuestos sin
anularlos sino complementarlos… que confieren un sentido nuevo a los elementos
mismos que preceden, (p. s/n.)
Se trata de construir un pensamiento como
lo advertía Simón Rodríguez lo útil de Europa, el pensamiento racional y el
empírico que él vio de cerca en su periplo europeo de más de una década,
elaborar una propuesta original donde la invención del pensamiento, la
formación cívica sea esencial. Es buscar en la modernidad y la postmodernidad
los elemento de utilidad para construir la nueva sociedad americana libre y
emancipada. No sin razón Darcy Ribeiro y Paulo Freire han insistido en una
educación que apunte hacia ese horizonte, de lo contrario, será una pérdida de
tiempo y postergar el desarrollo de
región. Lo mismo ha planteado José Vasconcelos, Alejandro Deustua,
Alejandro Korn.
¿La Diversidad Cultural
Orígenes de los Problemas en Latinoamérica?
En este punto, no quiero caer en posturas dogmáticas, ni
responder en términos absolutos sí ó no. Sino más bien señalar algunos
elementos que a mi juicio de alguna manera han contribuido al origen de los
problemas en América, que naturalmente, son de génesis cultural, cultural en el
sentido antropológico de la palabra, es decir, en los órdenes político, social,
religioso, económico, filosófico. Como se sabe, nuestra cultura es diversa, y
lo es, incluso antes de la llegada de los europeos a esta parte del globo. Son
muy distintas, por ejemplo, las civilizaciones de América Central a la de los
indios Pueblo de América del Norte, como a su vez, a la de los mapuches en
Chile. Aclaro, distintas, empleo este término para no caer en el cuestionado
adjetivo de “inferiores”; más aun, si sumamos las culturas africana y europea
que también venían de un largo proceso de mestizaje teniendo como epicentro la
costa del Mediterráneo. Este proceso de mestizaje cultural en esta parte del
mundo no tiene homólogo en el en ninguna
civilización. Esto naturalmente tiene cosas
favor y en contra.
El problema
cultural en América, surge a raíz del Descubrimiento de América el
12 de octubre de 1492. Como antecedente, de las decisiones políticas que se van
a tomar desde ese momento histórico de trascendencia, está, el 7 de abril de 1492 cuando los Reyes
Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla firmaron con Cristóbal Colón
“Las Capitulaciones de Santa Fe”.Este documento selló el destino de lo
posteriormente va a ser América. En dicho documento se puede leer lo siguiente:
….Vuestras Altezas hacen al dicho D.
Cristóbal Colón su visorrey y gobernador general en las dichas tierras firmes, que, como es
dicho, él descubriere o ganare en las dichas mares… que todas y cualquier
mercadería, siquier sean perlas preciosas, oro o plata, especiería y otras
cualesquier cosas y mercaderías de cualquier especie, nombre y manera que sean
que se compraren, trocaren, fallaren, ganaren e hobieran dentro de los límites
del dicho almirantazgo, que desde agora que Nuestras Altezas hacen merced al
dicho D. Cristóbal, y generen que haya y lleve para sí la décima parte de todo
ello…y tome la décima parte para si mismo y haga dello su voluntad, quedando
las otras nueve partes para Vuestras Altezas, (pp. 1-2)
El
objetivo de las Capitulaciones de Santa Fe es claro, implantar un mecanismo de
dominación en todos los órdenes de la vida de aquel entonces y que va a generar
consecuencias hasta el presente. Una metodología de manipulación ideológica
donde tanto la corona como la cruz jugó
un papel decisivo en la implantación de un modelo extraño a esta latitud cuya
finalidad era: La explotación sin escrúpulo, empleando los más viles métodos
que iban desde la esclavitud, la violación de mujeres, la tortura… Se ha
argumentado, que hubo en América una “Conquista pacífica”, porque no se
emplearon armas, olvidando que todo procedimiento de imposición, de irrespeto a
la forma de vida y cultura, de manipulación ideológica, no tiene nada de
pacifico, por el contrario es una forma de violencia muy sutil y premeditada.
Es tan así, que siglos después, en 1815, Simón Bolívar en Cordero y Aguiar,
(Comps.) (2007) en la Carta
de Jamaica señalaba la privación de los derechos civiles por parte de España a
los ciudadanos americanos en estos términos:
Jamas (Sic) éramos virreyes ni
gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces,
diplomáticos nunca; militares, solo en calidad de subalternos; nobles sin
privilegios…existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente á los
empleos civiles, eclesiásticos y de rentas… Los americanos del sistema español
que está en vigor…no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios
para el trabajo, y cundo mas (Sic) el de simples consumidores…tales son las
prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones
que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no
posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera
necesidad…, (pp.77-79).
En 1819,
El Libertador en (ob. cit.) en el célebre Discurso de Angostura, 15 de febrero,
sobre este mismo particular escribió:
…América todo lo recibía de España que
realmente la había privado del goce y ejercicio (Sic) de la tiranía activa; no
permitiéndonos sus funciones en nuestros
asuntos domésticos y administración interna. Lo diré de una vez, estábamos
abstraídos, ausentes del universo en cuanto era relativo á la ciencia del
Gobierno…Uncidos el Pueblo Americano al triple yugo de la ignorancia, de la
tiranía y el vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud,
(p. 104).
En ambos
documentos describen la situación americana del siglo XIX, que fue, no obstante,
la causa del motor impulsador de las aspiraciones independentista de las
colonias, que no fue como se cree, solo una actitud altruista y desinteresada;
sino que hubo unas claras causas económica, social, política, cultural. A veces
olvidamos que una sociedad se mueve también por intereses.
En este mismo
orden de ideas, recordemos la alocución escrita
el 11 de junio de 1811 por José de las Llamosas, Martín Tovar Ponte y
Juan Germán Roscio en Cortés, (Comp.) (1971) y leída a propósito de la
elección de Diputados al Primer Congreso
de Venezuela que expresa lo siguiente:
Así es que en todas sus contestaciones
á las provincias á las ciudades, á los pueblos, y casi todas las veces que ha
hablado con vosotros no se ha olvidado que significa la necesidad de otra forma
de Gobierno, aunque sea temporal y provisorio… ¡Habitantes de Venezuela! buscad
en los anales del género humano las causas de la miseria que han
minado interiormente la felicidad de los pueblos y siempre la hallareis en la
reunión de todos los poderes. Leed la
historia de nuestra nación, y en ella encontrareis que las arbitrariedades de
los ministros comenzaron cuando las cortes nacionales depositarias de la autoridad
legislativa dejaron de oponer una barrera á los esfuerzos progresivos del despotismo… faltó la exaltación de un
favorito inepto y vicioso para derribar del trono y para sepultar á la nación
más bizarra en los horrores de la servidumbre extranjera, (pp.247-248).
Por su
naturaleza, el campo político influye en otros aspectos de la sociedad. Tiene
en su génesis y sustancias algo por lo que el ser humano ha perdido el sueño y puesto todo su interés: el poder, que envuelve
en alguna medida la vida de un país. No solo el poder político sino el poder
eclesiástico, algunas veces probo otras veces cómplice como lo denunció
Bolívar, (1812) en Cordero y Aguiar, (ob. cit.) cuando refiere en el Manifiesto
de Cartagena la influencia que tuvo de la iglesia católica después del
terremoto abusando sacrílegamente de la santidad de su ministerio a favor de
los promotores de la guerra civil, acompañado del fanatismo de la iglesia en
apoyo de España influyó decisivamente en la pérdida de la Primera República.
Sobre este tema escribió Juan Germán Roscio (1763-1821) en 1817 en su libro:
“El Triunfo de la Libertad
sobre el Despotismo”, en la que el inscribe, a propósito de “mea culpa” la
siguiente leyenda: “El la confesión de un pecador arrepentido de sus errores políticos,
y dedicado a desagraviar en esta parte a la religión ofendida con el sistema de
la tiranía”, firmando abajo: Su Autor J. G. Roscio, ciudadano de Venezuela en La América del Sur. Este
documento es una severa crítica al alto clero por estar de parte del
despotismo. En la introducción del mencionado documento escribe:
Tan constante ha sido la obtención de los
teólogos del poder arbitrario en querer amalgamar dos cosas irreconciliables,
el cristianismo y el despotismo, que irritados ciertos filósofos del siglo
pasado, atribuyeron a la religión unos vicios que ella condena: vicios propios
de los obstinados defensores de la
monarquía absoluta, e indignamente imputados a nuestras relaciones con el Ser Supremo. Sería falsa la religión que
patrocinara el despotismo, y como tal debería abjurarse, (p. 10).
Este documento
en alguna manera, si lo colocamos en el contexto cuando fue escrito, y si
advertimos que Roscio toma textos del Antiguo y Nuevo Testamento para increpar
a la Iglesia
y demostrar a la sociedad de entonces, que en el pueblo reside la soberanía,
era un acto atrevido y destinado al fracaso, ya que la iglesia católica y los
clérigos absolutistas capitalizaban casi toda
la sociedad, y la opinión pública, que tanto influyeron el la población
a favor del despotismo de Fernando VII en 1810.
Otro problema ha sido aquella visión
alucinante que se ha tenido Europa de América, la cual ha repercutido siglos
después, y ha complicado más las cosas. Sobre este punto escribió Rangel, (1992)
lo siguiente: Los Mitos fundadores de América no son en absoluto americanos.
Son mitos creados por la imaginación europea, o que vienen de más lejos aún, de
la antigüedad judía, helénica y asiática, y van a ser reformulados por los
europeos maravillados de haber descubierto un “nuevo mundo”, (p. 31). En 1982,
García Márquez advertía esta situación a propósito del Discurso de
aceptación del Premio Nóbel, escribió
sobre este particular lo siguiente: “Eldorado, nuestro país ilusorio tan
codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y
forma según la fantasía de los cartógrafos”, (p. s/n.). Sumado a esto, después de tres siglos de
dominación, Bolívar, (1819) en Cordero y Aguiar, (Comps.), (2007) en el
Discurso de Angostura en relación a la población americana se refería en estos
términos:
Tengamos presente que nuestro Pueblo
no es el europeo, ni el Americano del Norte: que mas (Sic.) bienes un compuesto
de África y América que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma, deja de ser
Europea por su sangre Africana, por sus Instituciones y por su carácter. Es
imposible asignar con propiedad, á qué familia humana pertenecemos. La mayor
parte del indígena se ha aniquilado, el Europeo se ha mezclado con el Americano
y con el Africano, y este se ha mezclado con el Indio y con el Europeo. Nacidos
todos del seno de una misma Madre, nuestros Padres, diferentes en origen y
sangre, son extranjeros, (Sic) y todos difieren visiblemente en la epidermis:
esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia, (pp.119-120)
De modo que la incorporación a la América las etnias europea y africana generó un complejo tejido
de relaciones sociales difícil de
comprender en la que si algo estaba claro era la relación amo-esclavo, que en
alguna medida es de donde germinó muchos de los males que nos aquejan hoy,
aunque por otro lado nos dejó una cultura muy rica, única, que tiene un lugar
muy particular en el concierto de las naciones. La Independencia de Sur
América no nos libró de los tiranuelos y
las guerras civiles que ocupó los siglos XIX y XX. Esto lo profetizó Bolívar en
su Mensaje al Congreso Constituyente de Colombia, el 20 de 1830, en Ministerio del Poder Popular del Despacho
de la Presidencia/Ministerio
del Poder Popular para la
Comunicación y la Información, (Comps.) (2009), cuando señala;
Pero las lecciones de la historia, los
ejemplos del viejo y nuevo mundo, la experiencia de veinte años de revolución,
han de serviros como otras tantas fanales colocados en medio de las tinieblas de lo futuro; y yo me
lisonjeo de que vuestra sabiduría se
elevará hasta el punto de poder domar…
las pasiones de algunos y la ignorancia de otros…, (p.191).
Con este mismo
pesimismo, más tarde, el
12 de diciembre de 1830, en Santa Marta,
Colombia expresó El Libertador en
su última proclama: “¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye
para que cesen los partidos, y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al
sepulcro”, (ob. cit., p. 224). Es inobjetable lo profético de estas palabras,
después de 1830, ya habiendo pasado por la revolución de independencia, en Venezuela, vinieron las sangrientas guerras
civiles que ocupó un tercio del tiempo del siglo XIX y principios del XX : revolución
de las Reformas (1835-1836); Revolución de Marzo (1858); Guerra Federal (1859-1863); Revolución Azul
(1868); Revolución de Abril (1870); Revolución Legalista (1892), Revolución
Liberal Restauradora (1899); Revolución Libertadora (1901-1903), y otras tantas
locales o guerras menores que incendiaron al país de extremo a extremo. Además
de lo señalado hay que apuntar la dictadura más férrea que hemos tenido en
Venezuela y una de las más largas de América, la de Juan Vicente Gómez. Ya para
el año 1935, ya había finalizado el último bastión de los caudillos en Venezuela, el de Gómez.
El censo del año siguiente, hecho por el
entonces entrante en la presidencia de la república el general Eleazar López
Contreras, en materia de educación arrojó la alarmante de que el 90% de la
población adulta venezolana no sabía leer ni escribir, además de ser un país
rural, atrasado, donde la mayor parte de la población vivía en el campo. Un
país atrasado casi sin educación.
Pero el
problema educativo, evidente ahora, es de mucho tiempo atrás, se remonta a la
colonia, su génesis está en la cultura de dominación de España hacia sus
colonias; que ha sido de alguna manera una “tara” en su genética social,
económica, política, cultural… de Venezuela; que es homólogo a las demás
colonias hispanoamericanas, pues éstas eran una especie de factorías
satelitales de la
Metrópolis, que impuso
en estas tierras doble yugo de conquista de la cruz y la espada, que mediatizó
su modelo educativo para la servidumbre como tantas veces lo afirmaron Bolívar
y Rodríguez.
El 31 de mayo
de 1789, el Rey de España dictó la Real
Cédula: “Disposiciones Regias para la Educación, Trato y
Ocupación que Había de Darse a los Esclavos en las Colonias de España en
América”, conocido también como el (Código Negro) por actuación de Antonio Potier.
Esta Real Cédula refiere entre otras cosas, lo relacionado a la educación de
los esclavos que le imponían sus dueños, basada en los principios de la Religión Católica,
que consistían en bautizarlos, explicarle la doctrina cristiana y administrarle
los Santos Sacramentos, una vez concluido el trabajo cada día ante su mayordomo
con la mayor devoción. Más o menos en esta misma idea se hizo con los indios
como lo expresa el “Título de Encomienda de Indios del Valle de Maya dado a
Gaspar Camacho por Don Diego Osorio, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela” otorgado en 1597, en
Cortés, Santos Rodulfo (Comp.) (1971) donde se lee lo siguiente: … “doy el
título de encomienda a vos dho Gaspar camacho para que goséys de los frutos y
demores y aprovéchelos que buenamente pudieran dar los dhos indios”, (p.115).
(Sic). En ambos documentos queda una cosa clara: la servidumbre y la
explotación por parte de España a ambas etnias. Estas etnias con el correr del
tiempo se convertirán en una mayoría importante no solo en Venezuela sino
también en toda América, con las consecuencias de una población numéricamente
importante sin educción, cansada del despotismo.
El
eco de esta deficiencia educativa como consecuencia de un modelo explotador,
inhumano, opresor lo describirá en 1794 Don Simón Rodríguez en Comisión
Presidencial Moral y Luces (Comp.) (2007) en sus “Reflexiones sobre los
defectos que vician la Escuela
de Primeras Letras de Caracas y medios para lograrse reforma por un nuevo
establecimiento”, donde con un agudo análisis y sentido crítico pone al desnudo
la problemática de la
Educación de Primeras Letras de Caracas. En el Primer Reparo
sostiene que la educación no tiene la estimación que merece—apunta— “Basta con
observar la limitación a que está reducida y la escasez con que se sostiene para conocerlo. Todos
generalmente la necesitan porque sin tomar en ella las primeras luces es el
hombre ciego para los demás conocimientos. Para las Ciencias, para las Artes,
para el Comercio, para todas las ocupaciones de la vida es indispensable…”,
(p.3). Continúa Rodríguez, (ob. cit.) en el Segundo Reparo refiriéndose al poco
conocimiento de su utilidad, en la que esgrime: “Como la necesidad ha obligado
a tantos a suplir la falta de escuela
formal con el auxilio de un particular en estudio privado ha resultado con el
tiempo otra diferencia en el gusto cuanta hubo en el capricho de los que
enseñaron”, (p.4).
Obviamente con
una educación de corte clasista, en la que no se le da valor al proyecto de
educación popular de Don Simón Rodríguez parece no comprenderse en aquel
entonces el valor estratégico de la educación, lo que naturalmente le dejó a
Venezuela un atraso educativo y cultural que pesa no sobre este país solamente,
sino también en los de la región que estuvieron bajo el yugo de España. Hacia
1800, Miguel José Sanz en Cortés, Santos Rodulfo (Comp.) (1971), Escribió:
“Informe sobre la Educación
en Tiempos Coloniales” expresándose en estos términos: “El sistema de la
educación en Caracas es generalmente malo ¿No da lástima ver a un estudiante,
que por haber asistido varios años a los principales seminarios se halle pálido y flaco, incapaz
de expresar con precisión en su lengua nativa, o de escribir una carta, o de
acentuar con alguna exactitud?”, (p.216).
Para cerrar
este punto, cabe citar el documento: “La Instrucción Pública”,
escrita por Simón Bolívar, /1825) en Ministerio del Poder Popular para el
Despacho de la Presidencia/Ministerio
del Poder Popular para la
Comunicación y la Información (Comps.) (2009) donde argumenta “…las
sociedades ilustradas, han puesto siempre la educación entre las bases de sus
instituciones pública…las naciones marchan hacia su grandeza, con el mismo paso
con que camina la educación. Ellas
vuelan, si ésta vuela, retrogradan, si ésta retrograda, se precipitan y
hunden en la oscuridad, si se corrompe o absolutamente se abandona”, (p.23). Tanto
Bolívar como Rodríguez estuvieron conscientes del papel de la educación como
política de Estado como instrumento para la trasformación política. Sin
embargo, al igual que los autores que he
venido comentando, en relación a las dificultades de la educación colonial, no
escapó de las reflexiones de Bolívar, sobre todo cuando se refiere a aquellos
maestros que empleaban el azote, de una declamación perpetua que dan más bien
la imagen de un Plutón que de un filósofo benigno. Continúa El Libertador: “…
en ella se enseñan más preocupaciones que verdades, es la escuela de los espíritus
revés, donde se aprende con otros vicios el disimulo y la hipocresía, y donde
el miedo no permite al corazón el goce de otra sensación”, (ob. cit., p.25).
Bolívar además de lo señalado, consideraba que un gobierno debe fijar su preferencia, su atención sobre el punto
más interesante, sobre el fundamento verdadero de la felicidad: la educación.
Cabe no olvidar aquellas palabras de Gabriel García Márquez en 1982 que
pronunció en el Discurso de Aceptación del Premio Nóbel: “La Soledad de América Latina”,
cuando señala: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuyen a
hacernos cada vez más desconocido, cada vez menos libres, cada vez más
solitarios”, (p. s/n). Estos son uno de los problemas más frecuentes de
nuestros modelos educativos en América Latina, olvidamos nuestras raíces y
nuestra educación responde más a modelos foráneos. Es conveniente seguir la
ruta trazada por Bolívar, Bello, Cecilio Acosta, Rodríguez, Martí, entre otros;
donde ya está escrita el modelo educativo conveniente para esta región.
Recordemos la máxima de Simón Rodríguez: “Inventamos o erramos”.
De la Cultura de la Monarquía a la de la República. La política es un fenómeno cultural, porque es
creación humana. Pero es además una de las creaciones más influyentes para los
cambios en la sociedad, es un motor
impulsador o retrogrado de la
civilización de acuerdo como se conciba para los cambios evolutivos que
necesita una civilización. A partir de 1492 con el Descubrimiento de América,
España, era una de las Monarquías más importantes de Europa. En un momento de la historia del mundo, por su extensión no
se veía jamás ocultar el sol en sus dominios. Para ello se valió de una
estructura de dominación política y de Estado misional católico para alcanzar
fines materiales y espirituales de acuerdo a su cosmovisión del mundo e
intereses que ha sido expresado por Garrido, (2008) “…una Corona era un
complejo de dominios agregados en varias épocas, varias maneras y por tanto, en torno a la dinastía legítima que
ocupaba dicho trono”, (p. 27). Expresado en un Rey o Monarca se expresaba toda
la fuerza político jurídico aglutinado en torno a una persona que controla
todos los órdenes de la sociedad.
Este poderío,
además de lo ya señalado creó un modelo de “factorías políticas satelitales”
para ejercer control constituidas en: virreinato, capitanía general y
gobernación. Este poderío, además de lo ya indicado de la monarquía española,
ésta nación tenía una gran extensión territorial, en aquel tiempo que abarcaba
sus islas, Nápoles y Sicilia, Milán, principados italianos; los puertos:
Recolé, Telemone, Mónaco; en Francia,
Flandes y Borgoña; toda América Boreal y
Austral; África con su mar, menos la parte boreal; los litorales de Asia
Meridional, Filipinas. De modo que España, en tiempos del Descubrimiento era un
compuesto aluvional cultural aliñado y combinado por un complejo y agitado de
elementos, de culturas que se remontan a los principios de los tiempos y que se diluye en el pasado más remoto. El
español del siglo XVI es portador de toda esta genética social y cultural. Esto
es necesario aclararlo para no caer en la estrechez con que se concibe el mundo
americano. Además de lo ya argumentado, cabe citar la desarrollada en América
con las étnicas: autóctona y africana.
El imperio
español alcanzó su máxima extensión territorial en la época de Felipe II, quien
se coronó Rey de Portugal en 1581, anexándose a España los dominios de ultramar
lusitanos: Madeira, Azores, Costa Africana,
Goa, Malaca, Ormuz, Malucas y Brasil. Con razón se le ha llamado la monarquía
católica universal de Carlos V y Felipe II,
(Garrido, 2008). No sin razón Derek Walcott, (2005) en el discurso leído
a propósito de recibir el Premio Nóbel de Literatura: “Las Antillas: Fragmentos
de una Memoria Épica”, reflexionaba sobre la herencia cultural, una mezcla de
culturas: hindú, inglesa y holandesa; que magistralmente retrata, al referirse
a Puerto España, de esta manera: “Una céntrica Babel de avisos y calles,
mestiza, políglota, un fermento sin historia, como el cielo. Porque semejante
ciudad del Nuevo Mundo es eso: el cielo de un escritor”, (p. s/n.). La
afirmación de Walcott además de poéticamente hermosa, no le pone límites a la
imaginación para expresar el complejo mosaico cultural que es esta cuidad, el
Caribe y la América
en general, que vive el Middle Passage, la travesía a través del Atlántico del
comercio triangular de esclavo entre Europa, África y el Nuevo Mundo con los
comerciantes de las Américas y el Caribe con los poderes europeos: Portugal,
Inglaterra, España, Francia, Holanda, Dinamarca, Suecia; se estima que el 15%
de los millones de esclavos que hicieron este viaje murieron en el mar. Sobre
este hecho Charles R. Jonson escribió la novela
“The Middle Passage” referida al último viaje de un barco estadounidense
del comercio ilegal de esclavos en Estados Unidos, ambientada en los años 1830.
También nos recuerda Walcott el Fatel Rozack, el primer barco en traer
emigrantes de Calcuta, India en 1845
a Trinidad y Tobago, en la que vive el Ramleela, una
escenificación épica de la epopeya hindú: el Ramayana y el curry que consume en
los pueblos del tramo costero nororiental de Venezuela.
De modo que no
cabe duda de la multiculturalidad de América, que en alguna medida fue consecuencia
de la imposición política de la
Monarquía de España en esta latitud, como mecanismo de
dominación política-territorial y el redoblamiento del continente con un modelo
civilizatorio extraño al Nuevo Mundo. Para ello se sirvió de la fundación de ciudades,
pueblos, villas realizadas bajo las estrictas normas establecidas por la Corona para América a
través del derecho indiano desde 1513 hasta 1573, cuando Felipe II dictó las
Ordenanzas de Descubrimiento y Población para Hispanoamérica. La población
americana autóctona desde este momento
se modificó, urbanísticamente sufrió cambios radicales que todavía hoy son
visibles que viene a ser parte integral de nuestra diversidad humana y
cultural; contrastada la región por
semejanzas y diferencias que constituye una riqueza biológica a través
mestizaje que dio origen a una impresionante diversidad humana, (Garrido, ob.
cit.)
Esta situación
naturalmente no fue eterna. El dominio de España estuvo entre los siglos
XVI al XIX, casi trescientos años de dominación,
en los cuales como he venido planteando se institucionalizó el Estado
Monárquico Católico. El 19 de Abril de 1810 Venezuela señaló el camino de la
emancipación de América de Sur. Representó como señala Garrido, (2008) de suma
interés por cuatro elementos fundamentales: 1, el transito de la dependencia a la Independencia; 2, el
paso del despotismo a la libertad política; 3, el cambio de una forma de
gobierno de la monarquía a la república y 4, la modificación del orden social
secular al pasar de la aristocracia a la democracia. En esta misma línea de
pensamiento, cabe citar en la
Instalación de la Junta
Suprema de Venezuela,
el Acta del Ayuntamiento de Caracas, en el Glorioso 19 de Abril de 1810
cuando Vicente Emparan depone el poder y el mando Supremo queda depositado en
el Ayuntamiento referido, quien ejerce el plan de administración y gobierno que
conforma la voluntad del pueblo. (Acta de Ayuntamiento de Caracas, 1810, Abril
19) en Cortés, (Comp.), (1971).
Desde este
momento se rechaza la monarquía española en busca de un Estado liberal, idea de estado expresada por los filósofos de
la ilustración. Sobre el Estado liberal, Alexis Tocqueville, (1856) ha argumentado en
su ensayo “El Antiguo Régimen y la Revolución”
apoyándose en los hechos, realizó un estudio de sociología política
comparada sobre lo que precedió y siguió a la Revolución Francesa,
(1789), estudia la centralización del poder del antiguo régimen, causas y
móviles de la Revolución. Sobre
este movimiento político ha expresado Tocqueville, (ob. cit.), lo
siguiente:
…la filosofía de la ilustración del siglo
XVIII fue una de las causas principales de las leyes civiles y políticas, como,
por ejemplo, la igualdad natural de los hombres, la abolición de los
privilegios de castas, de clase y de profesión que es consecuencia de aquélla
soberanía del pueblo, la omnipotencia del poder social, la uniformidad de las
leyes…la Revolución
fue esencialmente, a pesar de las apariencias, una revolución social y
política, (p. 33, 47).
Este
acontecimiento estremeció las bases de la sociedad francesa de su tiempo, su
fermento ideológico se extendió no solo
por gran parte de Europa, sino también en las colonias americanas,
presentes en los movimientos del 19 de
Abril y el 5 Julio. El Estado liberal —tres poderes del Estado— en la obra de
Montesquieu, (1748) “Del Espíritu de las Leyes”, que al contrario de la
monarquía propone la división de los poderes. En relación a esta idea expresa:
“…el de dictar leyes; el ejecutar la resoluciones públicas y el de juzgar los
pleitos entre particulares”, (p. 104). Esta argumentación del Estado liberal
democrático lo recoge el artículo 189 de la Constitución de 1811
de Venezuela en Cortés, (Comp.) (1971), expresado de esta manera:
Los tres departamentos esenciales
del Gobierno, a saber: el legislativo, el ejecutivo, y el judicial, es preciso
que se conserven tan separados e independientes el uno de otro, quanto (Sic.)
lo exija la naturaleza de un Gobierno libre, ó quanto es conveniente con la
cadena de conexión que liga toda la fábrica de la Constitución en un
modo indisoluble de amista y unión, (Sic.), (p.280).
Este planteamiento
ya lo vimos expresado en líneas precedentes en el documento “Alocución y Reglamento para la Elección de Diputados al
Primer Congreso de Venezuela”; y va a estar presente más tarde en el pensamiento de Simón Bolívar. En 1819,
escribe El Libertador en el “Discurso de Angostura en Cordero y Aguiar (Comps.), (2007), de esta manera: “Un Gobierno Republicano ha
sido, es y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la Soberanía del Pueblo, la
división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud,
la abolición de la monarquía y de los privilegios”, (p.122). En este mismo
documento expuso además, en relación a las “libertades civiles”, lo siguiente:
“… declaro los derechos de hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y
de escribir. Estos actos eminentemente liberales jamás serán demasiado
admirados por la pureza que los ha dictado”, (114). De modo que este
pensamiento estaba en el espíritu de la época, recordemos oportunamente en este
espacio la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional
Constituyente Francesa el 26 de agosto de 1789, que entre otras cosas,
reconoce: la libertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la
opresión.
Estos derechos
están presentes en la
Constitución de 1811, artículo 191, en Cortés (Comp.), (1971)
donde se puede leer: “El mejor Gobierno será el que fuere más propio para
producir la mayor suma de bien y de felicidad… y cuidados para conseguir la
ilustración de todos sus habitantes del Estado proporcionándoles, escuelas,
academias y colegios donde aprendan todo lo que quieran…”, (pp.281-282). Quizá
de todos los documentos que he venido comentando, el más contundente por su
propósito y por el contexto en que se escribe el Acta de Independencia de
Venezuela, (1811), y tal vez es el extremo más opuesto a la Capitulaciones de
Santa Fe de1492. Ambos documentos expresan dos concepciones políticas
antagónicas en esencia: Monarquía y República; y al propio tiempo dos momentos
histórico diferentes: modernidad y contemporaneidad. En el Acta de
Independencia de Venezuela en Cortés, (ob. cit. p. 256) escrita 319 años
después del documento suscrito por los Reyes Católico, se pude leer lo
siguiente:
… olvidemos generalmente la larga
serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto reconquista ha
causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores,
conquistadores y pobladores de estos países… Este desorden ha aumentado los
males de la América,
inutilizando los recursos y reclamaciones, y autorizando la impunidad de los
gobernantes de España, para insultar y oprimir esta parte de la nación sin el
amparo y garantía de las Leyes.
Estos
documentos comentados marcan un hito en la Historia de Venezuela y de América, un cambio de
rumbo político, un antes y un después, marcado por serias dificultades, de las
cuales algunas de ellas no han sido resueltas: la usurpación y la tiranía
criolla o doméstica como la llamaba Bolívar. Dictaduras militares, alzamientos
de caudillos locales, intervenciones y ocupaciones y opresiones, han dibujado
el mapa político de América Latina a nombre de la libertad. Sin embargo, no
podemos negar la importancia que para América del Sur tuvo “El 19 de Abril de
1810 y El 5 de Julio de 1811”
la emancipación de estos pueblos de España;
que fueron influenciados por dos
acontecimientos de trascendencia, para pasar de la época moderna a la
contemporánea como lo fueron: la Independencia de los Estados Unidos de América
(1776) y la Revolución Francesa
(1789). Estos dos sucesos abrieron el camino a la independencia de Venezuela y
demás países de América del Sur. Sólo para ilustrar, tuvo una marcada
influencia en la cultura, en lo que la gente de la Caracas de entonces leía,
Humboldt cuando llega a esta ciudad
hacia 1800 se da cuenta del desarrollo intelectual que habían alcanzado los
caraqueños, de modo que el factor cultural fue decisivo en el desarrollo político de aquel entonces.
Este paso no fue nada simple, ni siquiera en sus comienzos, recordemos lo que
apuntaba Bolívar, (1815) en Cordero y Aguiar (Comps.) (2007) en la Carta de Jamaica,
refiriéndose de la separación de América Hispana de España: “Yo considero el
estado actual de América, como cuando desplomado el imperio romano, cada
desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación ó
siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias ó corporaciones…”,
(p.74). Porque de algún modo él sabía que los moradores de estas tierras habían
asumido por siglos una posición pasiva,
como lo señala en su discurso frente a la Sociedad Patriótica
(1810), su existencia política era nula,
una situación de servidumbre, por tanto era difícil conquistar la libertad. Era
un paso, aunque difícil, ineludible, porque el tiempo lo exigía frente un
modelo explotador agotado, para configurar un nuevo tiempo en América, de grandes
transformaciones.
Por citar un ejemplo, la pintura sufrió un
cambio drástico, después de haber estado detenida en la reproducción de las
estampas coloniales, con estos sucesos se inicia un nuevo período: la pintura
republicana, iniciada por Juan Lovera (1778-1842 aproximadamente) considerado por la crítica el
último pintor colonial y el primer pintor republicano. Sobre Lovera, apunta
Calzadilla, (1961/1963) nos dejó para la posteridad los retratos de: Bolívar,
Cristóbal Mendoza, Coto-Paúl, Muñoz Tébar, Lino Gallardo, José María Vargas,
padre Freites, Nicolás Rodríguez del Toro, quienes forman parte de la galería
de hombres célebres. Pero “El 19 de Abril de 1810” y El 5 de Julio de 1811” son sus pinturas más
conocidas, quizá por la trascendencia de estos dos hechos históricos para
Venezuela. Lovera inicia la pintura épica que llegó a la cúspide con la
trilogía de pintores: Michelena, Martín Tovar y Tovar, y Tito Salas.
Sobre Lovera y
las dos obras arriba comentadas ha expresado Boulton, (1968) lo siguiente:
El 19 de Abril de 1810 y El 5 de
Julio, pintadas respectivamente en 1835 y 1838… A partir de la importancia
anecdótica que en sí encierran, y del hito que marcan en la evolución de las
artes plásticas en nuestro país, constituyen una magnifica estampa donde es
dado conocer la verdadera semblanza física de los Padres de la Patria. En toda la historia de
nuestra pintura no existe, documento
alguno de índole semejante. Sin Lovera aquéllos próceres hubieran muerto con
los rostros ocultos; y si el mérito de nuestro artista consintiesen tan sólo en
estas dos obras bastaría y sobraría para que lo conociésemos y lo honrásemos
debidamente, (p. 62).
Dentro de este
mismo espíritu están los murales de Diego Rivera. Quizá ningún otro pintor
latinoamericano como Rivera puso la pintura al servicio de una causa social. La
del indigenismo en México. Silva, (1966) señala la temática de Rivera abarca
aspectos relacionados con las civilizaciones: Huasteca, pintado en 1950, donde
resalta un pueblo conocido por el cultivo del maíz o la cultura del maíz; la Totonaca, relazada en la
misma época que la anterior, la cual fue una de las más desarrollada
tecnológicamente, pueblo constructor de pirámides, la de El Tajín en honor a la Diosa Chicomacoatl, un bello
mural de la ciudad de Tenochtitlan pintado en 1945 que es una remembranza de
los gloriosos tiempos de la cultura azteca; La Guerra de Independencia de
México, 1810, donde hace una evocación del período épico mexicano y la Conquista Española,
1519-1521, pintados en 1929 que refleja la decadencia de Tenochtitlan cuando es
conquistada por Hernán Cortez; y naturalmente dos murales relacionados con dos
plantas que son emblemáticas en la cultura del antiguo y moderno México: “El Maguey” donde representa
una de las plantas más útiles de México, y “La Almendra del Cacao” , un
fruto que cuya almendra tenía entre la cultura aztecas y el Imperio Maya como
medio de intercambio, es decir, servía de moneda, ambas pintadas en 1951.
Seguramente son los murales de Diego Rivera la expresión más genuina del
nacionalismo y la cultura mexicana.
Así como en la
pintura se refleja un cambio de época y, al propio tiempo en la cultura en
general. Por ejemplo, en la literatura se puede constatar en la obras de Don
Andrés Bello (El Patriarca de las Letras Americanas), Cecilio Acosta, Martí,
Rodó, Fermín Toro, Miguel Ángel Asturias, Ernesto Sábato, Simón Rodríguez,
quizá como nadie, con aguda visión, nos da cuenta de esos cambios y nos retrata
otros tiempos. Toda su literatura va a estar orientada al estudio de la
problemática americana, dando como solución la educación, sobre todo Rodríguez
y Bello, para lo cual proponen la
Escuela de Primeras Letras como instrumento de la
transformación política, es decir, un modelo educativo que le sirva al Estado
para impulsar los cambios que deben hacer en las sociedades americanas, una vez
concluida su independencia. En 1830, Simón Rodríguez en Consejo Moral y Luces
(Comp.) (2007), en su trabajo “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros
de armas defendidos por un amigo de la causa social”, expresaba:
La América está llamada á ser el modelo de la buena sociedad, sin más
trabajo que adoptar. Todo está hecho (en Europa especialmente). Tomen lo
bueno—dejen lo malo— imiten con juicio y por lo que les falten inventen. El
fundamento del Sistema Republicano está en la opinión del pueblo, y ésta no se
forma sino instruyéndolo. Hay una indicación de la necesidad de instruir, en el
sentir de cuantos piensan… todos dicen que sin luces y virtudes no hay
República, (p. 17).
Las obras de
estos dos grandes pensadores va a estar impregnada de filosofía política y
educativa, de agudo pensamiento y un
planteamiento coherente a lo largo de su vida, una vida consagrada a la
enseñanza y a reflexionar cuál es el mejor camino para la América, cuyo camino en su
criterio es la educación. En 1840 escribió Rodríguez su trabajo: “ Luces y
Virtudes Sociales” en la que le dedica atención a la instrucción pública, que
en su opinión debe ser la prioridad para el Gobierno, y bien vista no es otra
cosa que un establecimiento hecho por Él para cumplir los mandatos de los
padres de familia, para colonizar el país con sus propios habitantes y para
tener colonos decentes instruidos en la
niñez, para lo cual el Gobierno debe asumir las funciones de padre de común en
la educación y de esta manera se convierte en protector de las Luces Sociales,
porque sus instituidores saben que sin luces no hay virtudes. Sobre la Sociedad Republicana,
apunta Rodríguez, (1840) en (ob. cit.) en su obra “Luces y Virtudes Sociales”
lo siguiente: “En la Sociedad Republicana
no es permitido decir no me toca hablar de las cosas públicas ni preguntar á
otro que injerencia tiene en ellas porque todo lo bueno que hay en sociedad existe
por criterio es lo mismo que discernimiento criticar es juzgar con rectitud”,
(p.51).
Más tarde, en
1842 escribe en Sociedades Americanas que la ignorancia es la causa de todos lo
males que el hombre se hace y hace a otros, y esto es inevitable, no es
culpable un hombre porque ignora pero lo será, si se encarga de hacer lo que no
sabe; estos hombres no advierten, que “…en ganar por conviene es creer que
conviene engañar”. (ob. cit). Continúa Rodríguez: “Las Instituciones Sociales
no se sostienen por las tramas i artimañas, ahora se están llamando política;
sino por el conocimiento general de sus fundamentos i de estructura, i por
convencimiento… general también…de su utilidad”, (Sic) (ob. cit., p.100-101).
Rodríguez por estas razones, sabía que el remedio para la América estaba en la
educación, en un cambio cultural, político social, emprender un programa
educativo que se ocupara de poner orden en las nacientes Repúblicas. En 1848,
en su obra “Estracto (Sic) Sucinto de mi obra sobre la Educación Republicana”,
escribe: “si los americanos quieren una revolución política que el peso de las
cosas ha hecho y que las circunstancias ha protegido, les traiga verdaderos
bienes, hagan una revolución económica y empiécese por los campos: de ellos
pasará a los talleres, y diariamente notarán mejoras que nunca conseguirán
empezando por las ciudades”, (ob. cit., p.146). Continúa Rodríguez: “… formar
sociedades económicas que establezcan escuelas de agricultura y maestranzas en
las capitales de provincias, y las extiendan,…a los lugares más poblados… no
hagan de sus discípulos sirvientes doméstico”, (ibídem).
Sin embargo,
el destino de América Latina fue otro, y está planteado desde ahora otro
destino. Esta es la gran responsabilidad de los que poblamos esta región.
Rangel, (1976/1992) explicaba que el problema político de América Española,
libre, es que no han podido como
repúblicas establecer el equilibrio institucional, para reemplazar del
destruido Imperio Español entre 1810 y 1824. La segunda mitad del siglo XX
planteó nuevos desafíos: explosión demográfica, violencia ideológica, la
fragilidad de las instituciones; las cuales constituían retos a superar. En
1891, escribía Martí refiriéndose a los gobiernos de América: “… hay que
atender para gobernar bien y el buen gobernante de América no es el que sabe
cómo gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está
hecho el país, y cómo puede ir guiándolos…, por métodos e instituciones del
país mismo, (p. s/n.). Un poco más en nuestro tiempo, Fuentes, (1994) citado
por Cervigón, (2008) en su trabajo:”Nuestro Tiempo Mexicano” expresaba:
Cuando nos independizamos de España en
1821, tres siglos después de la conquista, el movimiento liberal y modernizante
decidió dejar atrás el pasado. Junto con las demás repúblicas hispanoamericanas
nos lanzamos a la imitación extratológica de las leyes francesas, británicas y
norteamericanas, convencidos de que su simple transferencia a nuestro pobre,
explotado e injusto nos convertiría instantáneamente en sociedades prósperas y
democráticas. Este ejercicio olvidó una cosa pero consagró otra. Olvidó que no
podía haber sociedad democrática sin continuidad cultural. La renuncia
independentista al pasado indígena, juzgado bárbaro, y al pasado español
juzgado obscurantista, nos obligó a improvisar una cultura democrática
inexistente. En cambio, la nación fue erigida como un compromiso entre el
imperialismo español derrotado y los separatistas caciquiles (republiquetas) en
Suramérica animados por el derrumbe del país legal. Pero sus fachadas
constitucionales sólo escondían el país real que los conservadores querían
conservar, (p. 12).
Ésta es una
opinión esclarecedora sobre el problema latinoamericano, que en parte, a mi
juicio subyacen problemas relacionados con la cultura, de entender nuestro
proceso histórico, no para repetirlo, por que si lo hacemos no lo hemos
comprendido, sino que a través de él abrir una ruta hacia otro tiempo, no vivir
en el pasado, sino que éste nos de luces hacia el presente de cara al futuro.
Sobre la Guerra
de Independencia de Venezuela, que en mi opinión fue ejemplo a seguir de la
emancipación de los pueblos de América ha expresado Ravel, (1976/1992) promovió
el odio antiespañol, una cólera violenta de hijos sometidos al ritual del
padre, porque en algún sentido fue una guerra civil, porque muy pocos españoles
peninsulares participaron en los combates. La del siglo XX prolonga la gran
contradicción de Latinoamérica, de que nos hablaba en los tiempos de la Conquista el Inca Garcilaso
de La Vega en “Los Comentario Reales de los Incas” ¿Qué somos en esencia?
La Literatura Génesis
Cultural del Pensamiento Latinoamericano. Ha sido reiterativo en el pensamiento
robinsoniano que las repúblicas ya están fabricadas en los libros; el problema
era plasmarlo en la realidad. Advertía Don Simón Rodríguez: toma de Europa lo
útil, pero inventa. La conquista y la colonización de América, además de la
fuerza—la espada, el arcabuz y el caballo—, sin dejar de lado los efectos
devastadores del contagio de viruela a los pobladores autóctonos , tuvo como aliada
la Cruz, su apoyo fue incondicional a la Corona para lograr los
fines de la conquista y colonización de América. Quizá, los elementos
ideológico y cultural tuvieron en el tiempo más fuerza que lo que se ha llamado
la conquista violenta, por el mecanismo de manipulación política, teniendo tras
bastidores una pretendida educación. A pesar de estar Europa en la “Edad
Dorada” del racionalismo de Descartes y del empirismo de Bacón, no dudó Sepúlveda
en formular en su libro “La
Teoría de la Guerra Justa”,
contra América, calificando a los indios de incivilizados y bárbaros, apartados
de la recta razón, en la que duda de la racionalidad de los pobladores de
América.
Sin embargo
tenía frente a sí: El Calendario Azteca (Piedra del Sol); la pirámide de El
Tajín; La Gran Tenochtitlan,
ciudad de la cual escribe Hernán Cortés en las “Cartas de Relación a Carlos V”,
que era una de las ciudades más pobladas del mundo en el siglo XVI. La Leyenda de Quetzalcoatl
—Serpiente Emplumada— (Dinastía Tolteca
843-845, A.
D.) les parecía algo diabólico a los conquistadores, la falta de compresión de
la cultura autóctona motivó su destrucción, la desaparición de importantes
joyas arqueológicas, y de elementos rituales ceremoniales de la religión
azteca. Hoy se sabe, que las piezas de joyería y orfebrería de la cultura Moche,
del Perú Preincaico—200-700 d. C. — y las
del período prehispánico del sur
occidente de Colombia entre 1500 al 500 antes de Cristo y el 1000 de nuestra
era de las áreas arqueológicas de Tumaco, Calima, Nariño, Tolima, Quimbaya, en
oro martillado de gran pureza, están a la altura de las encontradas en el
antiguo Egipto; sin embargo no escapamos de los adjetivos de cultura inferior,
o de pueblo bárbaro.
La conquista
ha sido clasificada por los historiadores en violenta y pacífica. Hubo
violencia, mujeres violadas, asesinatos en masa de indígenas, ocupación
territorial, esclavitud, despojo de bienes y tierras de los pobladores de la América antes la presencia
europea; pero la mal llamada “conquista pacífica”, en mi opinión, es tan feroz como la armada, destruyó gran parte
del mundo cultural autóctono tanto material como espiritual; muchos objetos de orfebrería, templos,
costumbres, religión, la imposición de un nuevo idioma; trajo también la
sumisión, la esclavitud…¿Esto no es violencia? La conquista armada fue un
mecanismo que culminó de alguna manera con el sometimiento del indio por parte
de los europeos; sin embargo, la conquista pacífica fue un acto continuado de
humillación, sumisión, de dominación ideológico-cultural presente en el tiempo.
Los tres
siglos de control de Europa en América están bien documentados, no solo por los
cronistas de Indias, sino también por la gente que pobló estas tierras, y los
que desde las metrópolis europeas que tuvieron noticias a través del diario de
Colón, tales fueron los casos por ejemplo de Tomás Moro con la Utopía, que constituyó una
visión distorsionada de lo que en realidad era América; un tanto en esta tónica
lo hizo William Shakespeare con La Tempestad. Creyeron
encontrar en estas tierras el mítico tiempo de la “Edad de Oro”, del mito de la
inocencia humana, de las Amazonas y el mito de la Fuente de la Eterna Juventud de que nos
hablaba la mitología griega; contrastado con un mito creado por los indígenas
americanos que la mentalidad del conquistador lo convirtió de ficción en
realidad: El Dorado. Creían haber encontrado una sociedad perfecta, gozosa de
felicidad y paz, igualdad, abundancia, libertad, seguridad; como la que
describía en su obra Emilio o De la Educación, Juan Jacobo Rousseau, (1762).
De modo, que
con razón escribió Graciela Maturo, (2010) en su obra: “América: Recomienzo de la Historia, Lectura Auroral de la Historia en la Novela Hispanoamericana”
expresa que la América
es un continente construido sobre la idea de justicia, no acaso las ideas de
Bolívar, Rodríguez, Bello, Martí, Miranda, entre otros, no apuntaba hacia estas
aspiraciones. Maturo define la
América como un continente que vive su drama social, que
mantiene viva su épica histórica y los contrastes propios de las tensiones
naturales de la humanidad reflejada en su arte y su literatura. En ella
observamos el desarrollo de la ciencia, la técnica, la religión, la moral.
Podemos ver en ella además, el transito hacia la modernidad a la que entró con
violencia la América,
por tanto es un error homologar los tiempos de Europa y América, cosa que han
entendido los pensadores y los escritores latinoamericanos, bastaría leer a
Rodó, Márquez, Paz, Carpentier, Neruda, entre otros.
Todos estos
aspectos señalados—sólo para ilustrar, porque es más complejo— lo ha reflejado
la literatura latinoamericana, inclusive en algunos casos la escrita desde
Europa hacia América. Con acierto, apunta Maturo, (ob. cit.) la novela es otro
modo de historiar, la literatura no es un quehacer vacío de significación,
porque la historia, en sus fuentes, es literatura; la literatura, en alguna
medida, es historia, hacer historia es hacer literatura. Sobre misma idea
señala que las crónicas coloniales son las primeras novelas del continente, la
fusión de lo iberoamericano en algún sentido dio origen a la trasmodernidad,
aquello que Dussel expresó como ese punto de equilibrio entre el modernismo y la
postmodernidad, es decir, tomar lo útil de ambas tendencias para explicar el
problema latinoamericano. Esta tendencia de algún modo es la continuidad del
humanismo español, itálico y latino. Salas, (2007) en relación al pensamiento
filosófico latinoamericano afirma que surge como reflexión crítica en torno a los
contextos sociales y culturales en los que se profundizan las diversas formas
que asumen las relaciones del saber, la reflexión, y la reconstrucción crítica,
surgidas de las diversas formas de entender el pensamiento dentro de la
filosofía.
En un contexto
más enfocado hacia la sociología, Roitman, (s. f.) considera que el problema
latinoamericano se debe por haber llegado tarde a la historia. Latinoamérica
está poblada de Estados sin nación, pueblos sin historia, Estados sin
legitimidad, ciudadanos sin derecho como apuntaba Bolívar y Rodríguez. Estas
son unas de las paradojas que se han configurado en el quehacer sociológico de
nuestra región. Cabe preguntarse, hasta qué punto se han realizado las reformas
adecuadas y necesarias para no quedar anquilosado en el pasado. Inclusive
negamos nuestra historia, cuando recalcamos la idea de la incapacidad del indio
de apoyar las fuerzas del progreso. Esta actitud nos recuerda la asumida por
Sepúlveda en tiempos de la conquista de América.
En el 2009,
Boaventura de Sousa, escribe su obra: “Epistemología de Sur la Reivindicación del
Conocimiento y la Emancipación Social”,
en la que entre otras cosas, plantea tres premisas para liberar a Latinoamérica
del yugo neocolonizador: 1.- justicia cognitiva global, esto es, la propuesta
de una “epistemología de sur” que denuncia lo que él llama “epistemicidio”,
proporcionando instrumentos de análisis que permitan recuperar conocimientos
marginalizados por los centros de conocimientos euro céntricos; 2.- sintonizar
las prácticas anticoloniales y pos coloniales emergentes; y 3.- apuntar hacia
prácticas de conocimiento que permitan intensificar la voluntad de
trasformación social, pasando de una sociología de ausencias, a una sociología
de las emergencias, es decir, ir en contra de las omisiones culturalistas de la
visión euro centrista, con su falsa universalidad, que no es más que
universalización, de lo cual se hizo un dogma, dejando de lado las
culturas de América o considerándolas
inferiores.
Pensamiento Filosófico del Siglo XIX como
Praxis Liberadora de Latinoamérica. La génesis del pensamiento latinoamericano surge en el
ensayo, la novela, el teatro, la poesía, los discursos de hombres de Estado
como expresiones de las soluciones a los numerosos problemas que viven, que se
traducen en instrumentos de reflexión filosófica. Abarca, naturalmente aspectos:
económico, social, político, entre otros, que son el reflejo del contexto en
que se gestaron. De Europa nos vino, en líneas generales, las corrientes de
pensamiento: liberalismo, positivismo, conservadurismo, neoescolasticismo,
socialismo, anarquismo.
El pensamiento
latinoamericano, en este siglo tuvo hombres de la talla de Eugenio María
Hostos, Faustino Sarmiento, Andrés Bello, José Martí, Juan Bautista Alberdi,
Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Flora Tristán. En estos pensadores se puede
advertir la presencia de una preocupación constante y común de la urgencia de
formar parte de la ley histórica universal, que encamina hacia el progreso y la
civilización, a través de la aplicación de la razón a sus circunstancias
espacio-temporales. Para estos pensadores, la filosofía, dice Naessens, (2009)
es una praxis liberadora para obtener la independencia mental y el advenimiento
de una nueva etapa de desarrollo económico-social y cultural.
Estos autores
coinciden en asignarle a la educación un papel central para el logro del
progreso social y cultural, como hemos vistos en líneas precedentes cuando me
he referido al pensamiento de Simón Bolívar y Don Simón Rodríguez. El
pensamiento de estos dos filósofos de honda repercusión político, social y
educativo hoy tiene una vigencia extraordinaria en los pueblos de América y, es
el punto de partida de la reflexión filosófica sobre los grandes temas
relacionado con los campos político, cultural, identidad nacional, estética,
entre otros, que hoy por hoy siguen en el horizonte en términos de la
soluciones para la región, en este momento de la historia.
La Educación como cultura Emancipadora
Latinoamericana. Como
hemos visto en líneas precedentes, la educación, como instrumento de
transformación social, ha sido el denominador común de los grandes pensadores
del XIX de América Latina, tanto en Don Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Don
Andrés Bello, José Martí, y tantos otros
pensadores, como mecanismo de emancipación social, porque en alguna medida la
educación es el mejor aliado o instrumento de transformación política, y al
propio tiempo, la mejor política de un Estado para conducir a sus ciudadanos y a
la Nación a su
grandeza como apuntaba Rodríguez y Bolívar, que fue su prédica permanente a lo
largo de sus vida.
Es innegable
que para pasar de una cultura de dominación y de resistencia a la de
emancipación y liberación, la formación y el fomento de la cultura son esenciales.
Recordemos la famosa “cuadra de Bolívar”, entre las esquinas de Bárcenas a
Piedras, donde está la casa de campo—Casa de las Pilitas— perteneciente a Juan
Vicente Bolívar y Ponte, Padre del Libertador, donde acontecieron los primeros planes del
movimiento independentista, su importancia fue tal, que Francisco Rísquez propuso colocar frente de la casa la
inscripción: “Aquí nació la
Libertad de América”. En ella se reunían Bolívar, en compañía
del Marqués del Toro, José Félix Ribas y tantos otros de manera clandestina a
discutir las grandes ideas del “Siglo de las Luces” que fueron en su tiempo, las
que impulsaron las revoluciones: Francesa, Estadounidense y la Venezolana. Estas reuniones fueron
paradigmáticas en el desarrollo intelectual de los caraqueños, a pesar de que
los libros de la ilustración estaban prohibidos por la Santa Inquisición, pero por la
extensa costa que posee Venezuela se la ingeniaron para introducirlos al país.
Quizá este sea el pensamiento precursor de lo que va a ser más tarde el
pensamiento crítico y socio crítico, no tanto por el método de abordar los
problemas sino más bien por el contenido y el propósito que perseguía: la
liberación, la justicia, la igualdad y la
libertad de los pueblos de América.
Sobre el pensamiento crítico escribe Cebotarev,
(2003) como un modelo de reflexión que permite la evolución de la sociedad a
través de un proceso de autorreflexión y auto corrección, para dar respuestas
oportunas en contextos cambiantes y multifacéticos, tienen entre sus
representantes a Spinoza, Rousseau, Kant, Hegel, Marx, entre otros.
De este
paradigma toma cuerpo el socio crítico,
en términos formales, pero se enfoca más hacia los problemas del campo social.
Vargas, (2010) refiere que el papel de este modelo es transformar las
estructuras de las relaciones sociales, para dar respuestas a determinados
problemas generados por éstas, partiendo de la acción-reflexión, pretendiendo,
entre otras cosas, la autonomía racional y liberadora del ser humano, que
incluye juicios, valores, intereses, con un acentuado carácter reflexivo.
El origen de
este paradigma se remonta a después de la Segunda Guerra Mundial, en la Escuela de Frankfurt,
Alemania, teniendo entre sus representantes a Wolfgan Klafki y Mollenhauer; en
Inglaterra, Green, Carr; en Estados Unidos, Popkewitz, Girow; en España, Gimeno
Sacristán y en Latinoamérica a Díaz,
Barriga, Forlan, Remedi, entre otros, (Herrán, Hashimoto y Machado, 2005).
Sus teóricos esgrimen que se puede construir
una ciencia social no puramente empírica y no puramente interpretativa, cuyo
objeto es construir una lectura política de las relaciones sociales. Su razón
de ser es la transformación social y una mayor justicia social, igualdad y
oportunidades sin importar raza, clase, y sexo. Cuestiona además la neutralidad
investigadora, porque postula que cualquier decisión tiene una motivación de
carácter ideológico. Para tal propósito los investigadores en este campo proponen
la unión de dos corrientes, es decir, los modelos: cualitativo y cuantitativo.
Sobre este
punto cabe citar a Klafki citado por Herrán, Hashimoto y Machado, (ob. cit.),
quien sostiene en su obra “La Teoría Crítica
en la Teoría Educativa
y los Diseños Curriculares” que como principio ideológico transformar las
estructuras de las relaciones sociales, su teoría crítica trata de mostrarnos
como la escolaridad puede ser educativa en el sentido pleno fomentando la
capacidad de resolver problemas de los dicentes de forma evolutiva. Por su
parte Alvarado y García, (2008) en relación al pensamiento socio crítico
sostienen se debe considerar que el conocimiento se construye siempre por
intereses que parten de los grupos, pretendiendo la autonomía racional y liberadora
del ser humano, para lo cual el escenario de la capacitación de los sujetos
para la participación y la transformación es esencial. Para Popkewitz, (1988)
citado por Alvarado y García, (ob. cit.) el paradigma socio crítico une la
teoría con la práctica, integrando conocimientos y valores, para orientar el
pensamiento hacia la emancipación y la liberación del ser humano, a través de la
toma de decisiones consensuadas, para lo cual el marco sociopolítico como
criterio de análisis es esencial.
En América Latina, entre otros tantos
pensadores, merece referir a Darcy Ribeiro (1922-1997) y Paulo Freire
(1921-1997), quienes le han dedicado su vida al problema de la transformación
de la región relacionado con la emancipación y la libertad y la valoración de
la cultura a través de la educación, ideas que naturalmente coinciden con las
de Don Simón Rodríguez. Entre las obras escritas por Freire en esta dirección
cabe citar: “Pedagogía del Oprimido”, (1970);
“La Educación
como Práctica de la Libertad”,
(1971); “Pedagogía de la
Esperanza”, (1992). Audazmente, Paulo Freire acuña el término
“Educación Bancaria” aparecida por primera vez en la “Pedagogía del Oprimido”
en la que sostiene que la educación no consiste en creer que los educandos son
recipientes en los cuales será depositado el saber, la pedagogía tradicional
del opresor, considera al educador poseedor
del monopolio del conocimiento. La educación como práctica de la
libertad— sostiene Freire— tiene entre sus retos, en los países en desarrollo,
que la educación de las masas, las libere de todos los rasgos alienantes, por
lo cual constituirá una fuerza
posibilitadota del cambio y ser impulso hacia la libertad. Este planteamiento
coincide con el de Korn, (1949) citado por Arpini de Márquez, (s. f.) quien con
una visión historicista del pensamiento latinoamericano, inscribe el ser entre
los polos del dualismo
necesidad-libertad, no es otra cosa que el devenir del hombre en una constante
lucha por superar sus necesidades y crear un ámbito cada vez más amplio de
libertad. Deustua, (1937) citado por Arpini de Márquez, (ob. cit.), pensador
latinoamericano al igual que Korn, sobre este tema están de acuerdo en tener
como denominador común, como aspiración a la emancipación latinoamericana, el
orden, aunque este autor asume una posición dualista en relación al “ser
latinoamericano” sus dos aspectos centrales son: orden-libertad, que se traduce
en un constante intento de recuperar el orden dado, por otro que permita una
mayor realización de libertad.
La pedagogía
crítica, resumiendo no es más que una propuesta de aprendizaje que suscita en
los estudiantes el cuestionar y desafiar
la dominación, las creencias y las prácticas que la generan. Constituye además
un pensamiento contestatario de la América
Latina. Es un modelo crítico orientado a desarrollar la
conciencia de libertad, soberanía e identidad y conectar el conocimiento con el
poder y la capacidad de emprender acciones constructivas.
Sin embargo,
el modelo neocolonizador, a pesar de
todos los planteamientos hechos por importantes pilares del pensamiento
latinoamericano y su propuesta liberadora, no fue suficiente debido, en mi
opinión, a la debilidad estructural de la sociedad y sus modelos políticos a
quienes se le impuso todos los movimientos foráneos producidos en los centros
de poder del mundo tecnotrónico. La salida a esta crisis es cultural y
fundamentalmente educativa, como mecanismo de concienciación que apunte hacia la crítica de sí mismo y de
su existencia, no obstante, concienciación y liberación son las dos caras de
una misma moneda, si no somos consciente de ello, que la escuela es un
instrumento de transformación social, pudiera dar un efecto contrario: la
alienación. El punto de partida es la educación, que tiene como trasfondo el
cultural, con un marcado acento ideológico y social; no olvidemos la prédica de
Simón Rodríguez, en América falta una segunda revolución y es la educativa.
Sino somos concientes de ello, araremos en el mar como lo señaló Simón Bolívar,
en 1830, cuando decepcionado y
convencido, veía que se derrumbaba la
empresa libertadora, en el más rotundo fracaso.
En este mismo
contexto de la intelectualidad emancipadora latinoamericana está Darcy Ribeiro,
antropólogo, etnólogo, sociólogo, también ha dedicado su esfuerzo intelectual
al campo de la educación, entre sus obras relacionadas con este tema está: “La Universidad Necesaria”
publicada en 1969. Es uno de los más destacados intelectuales de América
Latina, entre sus obras más importantes se encuentra “La Civilización
Emergente” en la que dedica un espacio importante en el estudio
histórico-cultural a los pueblos latinoamericanos, que, no obstante clasifica
en cuatro ciclos civilizatorios: Pueblos Trasplantados, Pueblos Testimonios,
Pueblos Nuevos y Pueblos Emergentes.
Los Pueblos
Trasplantados, según Ribeiro son
aquellos que están orgullosos de sí mismos y son los representantes y hacedores
de la civilización europea occidental, beneficiarios y víctimas de su propia
expansión. Los Pueblos Testimonios son los conformados por los remanentes
actuales de las altas civilizaciones originarias contra las cuales se enfrentó
la civilización europea, sin lograr asimilarse en la condición nuevos implantes
suyos. En estas categorías están los
indios, musulmanes, chinos, hindúes, japoneses. En América: Perú, México, Bolivia
y Guatemala. Pueblos Testimonios fueron los que sufrieron una profunda
europeización para fundirse en un ente étnicamente unificado, su población vive
el drama de la ambigüedad de pueblos situados entre dos mundos culturalmente contrapuestos,
expresados por Garcilaso de La
Vega en Los Comentarios Reales. Estos pueblos tienen el
desafío en el plano político, de diluir
una falsa imagen unitaria, para que cada uno asuma su propio perfil. Pueblos
Nuevos, son los que están referidos a los oriundos del mestizaje y del
entrecruzamiento cultural de blancos, negros e indios del nivel tribal, y se
ordenan bajo la denominación: brasileños, colombianos, venezolanos, y cubanos,
fundamentado en la hegemonía cultural europea que dio la lengua y una versión
degradada de la cultura ibérica. Por mucho tiempo, las elites de los Pueblos
Nuevos, se consideraban nostálgicamente, como criollos europeos sin
privilegios. Por último están los Pueblos Emergentes, cuya configuración
histórico-cultural representan grupos étnicos que hoy se levantan en Europa,
África y Asia y también en las Américas que configuran la reconstitución y la
afirmación del papel étnico y cultural de los pueblos oprimidos, sobre todo,
los pueblos indígenas, de la civilización incaica, de la azteca y de la maya
que después de siglos de terrible opresión comienzan a estructurarse como
pueblos en sí, que aspiran a la autodeterminación.
Esta
descripción, aunque general, que presento aquí en un marco
socio-étno-antropológico de Ribeiro y lo que he venido planteando a lo largo de
este trabajo, nos da una idea del perfil cultural de América, su configuración
histórico-cultural en la que se puede inferir la desculturación de la cultura
original para dar paso a nuevos focos
civilizatorios, que en algunos casos pueden alcanzar una violencia extrema.
Sobre este punto expresa Ribeiro, (ob. cit.) que lo trágico de los pueblos
emergentes son los 500 años de
dominación étnico-culturales que ha dejado un cuadro de continuas luchas
sociales en los pueblos de América. Sumado a esto, hay que considerar la
herencia ibérica responsable de la intolerancia innata de estos pueblos
exóticos de los confines del Mediterráneo, más africanos que europeos; y el
subdesarrollo de los países de América Latina debido al clima tropical,
insufrible, y al descontrolado mestizaje con razas consideradas “inferiores”,
no aptas para la civilización, lo que me parece un exabrupto, porque si esto
fuera cierto el hombre no hubiera pasado de la caverna a la civilización. Estos
son conceptos en mi opinión estrechos.
El estudio de
Ribeiro en materia cultural a dado luces para conocer la problemática
latinoamericana en los diversos órdenes de la vida, que en parte es cultural.
Ocampo, (2006) en un trabajo presentado sobre los planteamientos de Ribeiro en
materia de educación universitaria, sostiene que el camino más seguro para la
solución de los problemas de América Latina es la educación, para lo cual hay
que formar a los jóvenes profesionales con las nuevas ideas de la identidad,
autenticidad e “integración” espiritual. La universidad debe ser el motor para el desarrollo, cuya función política
debe ser educar a la sociedad y la divulgación de la cultura nacional y ser la
expresión de las aspiraciones de sus necesidades, difundir sus valores, para
combatir toda forma de enajenación cultural y de adoctrinamiento político a que
pueda ser sometida. Ribeiro plantea la necesidad del estudio socio-cultural y
su difusión, empleando modernos instrumentos de comunicación como mecanismo de
inducción de una auto-imagen nacional realista, que propicie además la
divulgación del saber y de las artes.
Más hacia un enfoque cultural e historicista
Deustua, (1937) citado por Arpini, (s. f.) en relación a la cultura y la
educación advierte la sobre valoración que pudiera hacerse del pasado. Por su
parte Korn, (1949) citado por Arpini, (ob. cit.) al respecto considera que la
historia del hombre no es otra cosa que el progreso por el cual el sujeto se va
emancipando progresivamente del medio y va creando cultura, que es la noción
coherente del desarrollo humano. En ambos autores, podemos encontrar puntos de
coincidencia en el sentido de que ambos consideran en reconocer la historicidad
del latinoamericano y como sujeto histórico, ser histórico —ontológico— y la
necesidad de afirmación de lo propio, de
su identidad cultural.
Este enfoque
concibe las ideas filosóficas como parte de la cultura, como fenómeno de un
pasado y de una época y las ideas como actos del hombre individual en las
circunstancias particulares y con propósitos concretos. La América Latina es una región en
constante cambios en lo económico, político, cultural; su diversidad cultural
sumado a esto impide hacer una lectura uniforme de sus baluartes y de ser
planteada como una cultura homogénea, la unidad latinoamericana es la
heterogeneidad. Esta es su mayor fortaleza y su mayor debilidad, que es nuestro
destino y nuestro ser latinoamericano,
al menos desde los tiempos del Inca Garcilaso de La
Vega. No olvidemos nuestra procedencia
indígena, europea, africana; además de los contrastes de la era tecnotrónica que trae consigo la globalización con sus dos
fuertes variables: económica y política, y que trae consigo nuevos patrones
culturales, en una constante aculturación y transculturación, donde los grandes
centros del poder económico-político-cultural obtienen el mejor partido, en
términos de lo que hablan hoy los sociólogos, la neocolonización, sobre todo, a las naciones
más débiles, provocando grandes desequilibrios culturales y del Estado.
Todas estas
propuestas teóricas que he venido revisando en el marco de la socio crítica
latinoamericana como praxis político-cultural para la liberación,
más temprano que tarde se va a enfrentar al factor político local de las
regiones, que a mi juicio es decisivo
para avanzar o retroceder de acuerdo al grado de empatía o intereses del caso.
El contexto político latinoamericano se ha caracterizado en el marco político
por el alzamiento de caudillos parroquiales, populismo, estructuras
mentales patriarcales, guerrillas
marxistas; violencia en algunos casos, venida de los sectores universitarios e
intelectuales. América Latina intermitentemente ha sido campo de batalla propiciado por las grandes ideologías
alienantes de los países desarrollados y de sus satélites en la región, de
quienes dependen económica, política y tecnológicamente; esta última ha sido el
brazo armado de las dos primeras.
Conclusiones. Ya desde los tiempos del Descubrimiento con las Capitulaciones de
Santa Fe los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla se selló
en parte el destino de América, implantando un mecanismo de dominación cuyo fin
era la explotación y la sumisión. Se implantó un modelo de sociedad que
respondía más a los intereses de Europa que al de las colonias americanas. El
contacto con las etnias blanca, negra e india; que a su vez traían en su
genética socio-biológico-cultural todo ese mundo del contacto con el lejano y
cercano oriente, confluyó en un tipo de ser, cuya ontología es difícil de
descifrar. Se impuso una estrategia política de dominación y dominados
que con el correr del tiempo, en su génesis se gestó, después de 300 años un
espíritu de emancipación que condujo a la guerra de independencia.
Sin
embargo la independencia en América Latina no significó en lo profundo un
cambio radical que apuntara a quitarnos el yugo criollo impuesto por los
exegetas de un nuevo modo de dominio, en la que estaban representado los líderes
de la política satélite de los poderes del mundo desarrollado; quienes a su
cargo tenían sus lacayos que respondían más a sus intereses mezquinos y a las
aspiraciones de la geo-política de las grandes naciones que vieron en América
Latina la posibilidad de explotar grandes riquezas a precios irrisorios. La
división ha sido nuestra gran debilidad, esto lo advirtió Bolívar cuando
admitía, en el marco de la guerra de Independencia que fue más nociva nuestras
diferencias que la envestida militar misma de España. Caudillos de turno,
guerrillas, populismo, demagogia, ha agotado un tiempo que pesa cada día más
sobre las espaldas de las clases pobres, los desposeídos; postergar la
emancipación, la libertad, es el peor escenario al que podemos someter a la región,
que hoy está madura para conducir su destino.
Si no
hay un cambio cultural, de cómo entendemos los problemas de la América, como
advirtió Simón Rodríguez, que sólo con la educación se logrará la segunda
revolución; una educación que responda a la vieja interrogante que se planteó
el inca Garcilaso de La Vega ¿qué somos?, y de estar consciente de
nuestra realidad, de nuestras primeras necesidades, que siguen siendo como en
el pasado "moral y luces", estaremos perdidos. América exige un
cambio cultural, es decir, en lo social, económico, político, educacional, para
decretar nuestra autonomía, que no es otra que la de conducir nuestro destino;
porque en esencia el camino hacia la libertad,
es el fondo el de la autodeterminación de los pueblos de América, porque
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Miranda El Precursor (2010). Bolívar El Diplomático (2008). Jaime Rlingson. Píritu, estado Anzoátegui. Colección del Artista.
Simón Bolívar (2004). Rosa Vegas. El Viñedo, Barcelona, estado Anzoátegui. Colección Dario Falanelli.
Simón Bolívar (2000).Daisy Padilla. Mérida, estado Mérida. Colección Manuel Bas
El Visionario Simón Bolívar (2007). Marcelino Mejías. Los Teques, estado Miranda. Colección del Artista
Libertador Simón Bolívar (2002). Eduardo Rangel. Maracay, estado Aragua. Colección Manuel Bas
Bolívar en el Samán de Güére (2000). Carmen Sánchez. Caracas, Distrito Capital. Colección Manuel Bas
Simón Bolívar y Manuela Saenz (2011). Rosalía Valero. Altos de Escuque, estado Trujillo. Colección Manuel Bas
Simón Bolívar (2011). Ramón Linares. Los Teques, estado Miranda. Colección Manuel Bas
El Paso de la Emigración a Oriente por Píritu 1814, (2012). Francisco Rolingson. Colección del Artista
Rostros del Libertador (2013). Miguel Pérez. Los Teques, estado Miranda. Colección Manuel Bas
La Primera Lección (2015). Miguel Pérez. Los Teques, estado Miranda. Mixta/Cartón. Clección y Fotografía: Manuel Bas, Caracas, Distrito Capital.
America en el Tiempo (2015). Miguel Pérez. Los Teques, estado Miranda. Mixta/Cartón. Clección y Fotografía: Manuel Bas, Caracas, Distrito Capital.
La Primera Lección (2015). Miguel Pérez. Los Teques, estado Miranda. Mixta/Cartón. Clección y Fotografía: Manuel Bas, Caracas, Distrito Capital.
America en el Tiempo (2015). Miguel Pérez. Los Teques, estado Miranda. Mixta/Cartón. Clección y Fotografía: Manuel Bas, Caracas, Distrito Capital.