domingo, 26 de septiembre de 2021

1 DE LOS 16 ARTISTAS DEL GRUPO ANTILLANO EN CLARINES

 1 DE LOS 16 ARTISTAS DEL GRUPO ANTILLANO EN CLARINES

Manuel Bas 

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe 

Instituto Pedagógico de Caracas

manuel.bas@hotmail.com

Caracas, Venezuela, 28 de Agosto de 2021


     Ramón Eduardo Haití (Yemayá), nació en Candelaria, Pinar del Río, el 2 de abril de 1932. Estudio pintura  y escultura en la Academia San Alejandro de donde egresó en (1967) y (1969), respectivamente. Conocedor ampliamente de las  maderas cubanas, con las que demostró gran sensibilidad para realizar un valioso  imaginario extenso de complejas y hermosas esculturas,  donde resaltan los elementos afrocaribeños. Falleció una mañana del año 2013, víctima de una fuerte afección respiratoria. Haití estuvo en el Grupo Antillano, una asociación de 16 artistas creado por Rafael Queneditt (director, escultor y grabador) en 1975, y que estuvo activo hasta 1985, conformado por figuras del arte cubano tales como: Esteban Guillermo Ayala Ferrer (diseño gráfico), Osvaldo Castilla Romero  (escultura), Manuel Couceiro Prado (pintura), Herminio Escalona González (escultura), Ever Fonseca Cerviño (pintura y grabado), Ángel Laborde Wilson (pintura, dibujo, cerámica​, Manuel Mendive Hoyo (pintura, dibujo y performance), Lionel Morales Pérez (pintura y diseño textil), Claudina Clara Morera Cabrera (pintura), Miguel de Jesús Ocejo López (pintura y dibujo), Marcos Rogelio Rodríguez Cobas (escultura, dibujo, cerámica y pintura), Arnaldo Rodríguez Larrinaga (pintura y dibujo), Óscar Rodríguez Lasseria (cerámica, escultura, dibujo) y Pablo Daniel Toscano Mora (pintura, dibujo y diseño gráfico). 

     Cabe destacar, que el Grupo Antillano, fue un movimiento cultural-artístico cubano que tenía como propósito resaltar la importancia de los elementos africanos y afrocaribeños de Cuba y la región del Caribe, para darlos a conocer al mundo, aunque estuvo principalmente activo en los países del Bloque del Este (socialista) durante la Guerra Fría (1947-1991). Dicha agrupación estuvo muy activa en esos años, realizando exposiciones individuales y colectivas en Cuba y en países como: Dinamarca, Noruega, Bulgaria, Alemania, Hungría, República Checa, Barbados, Unión Soviética, España, Colombia, entre otros. En su país, su trabajo contó con el reconocimiento de la Asociación Cubana de  Artesanos y Artistas (ACAA) de la que era miembro, y de la que obtuvo el Premio MANOS, en el año 2005. Formaba parte también de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). 

     En 1994 Haití, llega a Clarines, estado Anzoátegui, Venezuela por intermedio de su amigo el pintor Manuel Espinoza, donde va a estar hasta 1996. En su corta estadía, según José Graterón Luque, su alumno en el taller escultura y talla en madera, que dictó bajo el patrocinio del Museo Histórico de Clarines, cuyas clases se llevaban a cabo entre la mencionada institución cultural y en el aserradero de madera de la localidad, dictó varios talleres. Las maderas utilizadas por Haití, para hacer sus tallas y esculturas, eran muy conocidas por el artista, lo que le permitió trabajarlas con eficiencia. Lo cierto, que el artista cubano, vino con su esposa, quienes no tenían pensado regresar a su país, posiblemente por razones políticas. En ese taller que dictó, además de Graterón Luque, estuvieron en sus clases: los artistas Julio Maldonado y Aníbal Rodríguez. Tenía por costumbre firmar, algunas de sus obras con el seudónimo: Yemayá, deidad superior del templo yoruba, creencias muy arraigadas en Cuba y el artista, de origen africana. No queda muy claro, porque el artista cubano no pensaba regresar a Cuba, le comentó a Graterón Luque, que pensaba  quedarse en Venezuela bajo el estatus de exiliado político, y que Espinoza, le estaba ayudando en la gestión. De Clarines pasa a La Guaira, Venezuela, se residencia en una casa donde estuvo el taller del artista venezolano, Mario Abreu. De Él no se tuvo más noticias. De su estadía por Clarines, presento una fotografía tomada por Carlos Armas en 1996, donde posa para el fotógrafo al lado de su discípulo José Graterón Luque, en una exposición realizada en el Museo Histórico de Clarines.






1. s. / t. (1996)

Talla en madera

Colección y fotografía Manuel Bas, Caracas, Venezuela




2. Carlos Armas

Ramón Eduardo Haití (izquierda). José Graterón Luque (derecha) (1996)

Fotografía a color impresa

10 x 15 cm

Colección y reproducción de fotografía, Manuel Bas, Caracas, Venezuela



sábado, 17 de abril de 2021

ASÍ ME DIJO EL MAR DE GLORIA STOLK

 

 

 

 

 

ASÍ ME DIJO EL MAR DE GLORIA STOLK

 

Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

 

 

manuel.bas@hotmail.com

Caracas, D. C., Venezuela

 

 

"La mar gime con los ahogados del Middle Passage, con la matanza de sus aborígenes: caribe, arahuaco, taino... el genio antillano está condenado a contradecirse, es un sinónimo de los pedazos separados del continente originario" (Derek Walcott, 1992).

 

 

Los tres abuelos de América expresado en la metáfora de Juan Indio, Juan Negro y Juan Español, que se refiere a los tres continentes y su cultura (Miguel Rojas Mix, 1991).

                               

                                                                                   

     Mar Caribe, mar del azúcar, a veces feroz, de huracanes, de Mareiwa, de historias infinitas que narran las pugnas de inverosímiles y verosímiles historias, en la que la imaginación humana supera la realidad. Un mar salpicado de peñascos, que en una época fueron factorías de injusticias, creadas por los dioses blancos de barbas de oro; mar de piratas y héroes, de bandidos y santos, de azul como el cielo en el día; negro y oscuro en la noche que simula el infierno. Pero también de lunas y estrellas brillantes… Estrella  de Sirio, ojo que todo lo ve en silencio. Mar de cantos en los ingenios para ahogar el dolor y el recuerdo, que la dulzura de la azúcar produjo la cañaduz que trajo el Almirante, que sin saberlo, dictaba la sentencia, de las manos traídas por el desarraigo de la tierra sin frío o calor, so pretexto por la maldición de Dios [no todo Dios], el Dios de la Península Ibérica, el de Fe ciega, que condenó a gentes de trajes naturales de ébano; oprimió y permitió cometer las más impensables atrocidades. Esto lo dice el Mar Caribe, Mar Mediterráneo Americano…, Mar Andrógino…, mare nostrum American, Mare Tenebrarum, Bahr al-Zulumat… de la hibridación cultural… el mar de Afrodita, de Olokún, de Yemayá, de Erzulie, de Krisna, de Oshún, de Poseidón…

 

     El Mar Caribe con quien hablaba a diario, cuando se fue en misión diplomática a Santo Domingo, Gloria Stolk (Caracas, Venezuela (1912-1979). Un mar de diálogos infinitos, de contar cosas que habitan en la eternidad; que, no obstante, forman parte del imaginario de las gentes de tierras en aguas. No se sabe dónde comienza la realidad y donde termina, qué es ficción; y qué no lo es. Este es el relato de Stolk titulado: Así me dijo el mar; el primero en la lista de las 13 narrativas breves que integra su libro Cuentos del Caribe, segunda edición, publicada en el por Monte Ávila Editores Latinoamericana en el año 2006, que comento en estas líneas.

 

     Seguramente le dijo el Mar Caribe que un genovés trajo una mágica planta que le proporcionó dulzura a unos y a otros amargura. Y que en esas islas hidropónicas donde  producirían el oro blanco de los árabes a gran escala, se trajo la mano de ébano,  imprescindible, como manufactura  infernal; para  que la mano de marfil la explotara. Entonces, la abeja reina de aguijón de espada, y el fraile con la cruz de la victoria de Cristo Redentor, hicieron la perfecta alianza que anunciaba Torquemada en la Monarquía Indiana, donde maldecía los hombres de abenuz, para convertirlos en bueyes de ingenios, en siervos, y otros que no pudieron serlos, por perderse en el mar, en el triángulo, no de las Bermudas, sino en el de Middle Passage, del que relata Derek Walcott en 1992 a propósito de recibir el Premio Nobel de Literatura; triangulo rectángulo: Europa-África-América donde murieron sirenas y tritones ¡Así me dijo el mar¡ Nunca revelará todas sus verdades, un halo de misterio será su eternidad. Voz del silencio. Por eso diría Walcott, en esa oportunidad: “La herencia remota.  Las Antillas: fragmentos de una memoria épica” (p. s / n).

     El papel de la Iglesia  Católica decidió el destino del Mar de las Antillas, de la tierra de Calibán, el día 18 de junio del año 1452 con la Bula Dum Diversas dictada por el papa Nicolás V en la que se autoriza a Alfonso V  de Portugal a esclavizar sarracenos y paganos y consignarlos a una esclavitud indefinida, considerada por algunos estudiosos, como el advenimiento  para la trata de esclavos en África Occidental (Wikipedia, 2020a). Posteriormente, para profundizar estas acciones, el 8 de enero de 1455, el mismo Sumo Pontífice, le otorga al Rey Alfonso V de Portugal la Bula Romanus Pontifex en la que cede de manera exclusiva todas las islas, tierras, puertos y mares conquistados en las regiones que se encuentran desde los cabos de Bojador y de Nam a través de toda Guinea y más allá hasta la orilla meridional (Wikipedia, 2020b). Por cierto, en nombre de Dios. En nombre de Dios, se realizó el tráfico de esclavos negros de África Occidental, que obedeció, en gran parte, a que 1493 Constantinopla cae en manos de los turcos otomanos interrumpiéndose el flujo de esclavos proveniente del Mediterráneo Oriental y alrededores del Mar Negro, razón por la cual, los portugueses comienzan a traer servorum a lo largo de la Costa Occidental de África, en un comienzo hacia Europa, luego hacia América, en mayor escala en el Mar Caribe, el motivo primigenio: las plantaciones de caña de azúcar.

     A estas descabelladas bulas papales y vil prácticas y argumentos de los hijos de Plutón, viene a ponerle la cereza al pastel de injusticias y subyugaciones; la obra: Crónica del Descubrimiento y Conquista de Guinea y otros Relatos de Alzurara Gomes Eannes  escrita en 1493 / 1988 dedicada al Rey de Portugal, donde sostiene la teoría sobre la maldición de Noé a su hijo Caín, que recayó sobre la gente de ébano, calificadas de perversas y malvadas. Una tesis similar sostiene fray Juan de Torquemada en su obra "Monarquía Indiana" escrita en 1615 / 2013, donde expresa la desigualdad racial como imposición divina, por lo tanto merecían ser esclavos. Se conjugaron en esta empresa el trígono: Pontífice-Rey-Asentista…

     Mar Caribe, babel de lenguas. Caribe inglés, español, francés, neerlandés, creole, papiamento… El Mar de Zacarías que encierra el dolor de Alfida cantora de ingenios, con sus cantos apagaba su dolor; que ni con ensalmes ni oraciones era posible; pero sí, con los mantras de palabras desconocidas para los capataces de los asentistas ingleses; un cantar a veces llanto de camuflaje, pero que también es Mar. Dice Gloria Stolk de Alfida: “El mar era su padre, su protector, su amo… su marido. La vida se hizo soportable para ella desde que Alfida tuvo amores con el mar”. Con el mismo mar que ruge como león enfurecido en tiempo de huracanes, agua bendecida del sustento humano, también del misterio de la vida. Alfida es el tiempo bajo la Luna y el Sol, un tiempo indetenible, la vida poblada de recuerdos, porque a cada instante somos menos que ayer y más recuerdos que vida.

     Alfida volverá cantando. Alfida, transfigurada en Oceánide o Atabey, siempre cantarás, porque el canto fue alimento del alma en el ingenio que fue grillete y cárcel; amor y odio; risas y llantos. Que el asentista inglés nunca vio, pero el capataz sí, vio lágrimas y dolor en el ingenio azucarero, nunca se conmovió. La azúcar, Des Kapital, con que se construyeron los puertos comerciales de Bristol, Capital Verde Europea, y Liverpool de The Beatles. Puertos hechos de lágrimas negras, las lágrimas del dolor. Alfida nunca volvió, porque Alfida es mar. Nunca volvió del relato  surrealista de  Zacarías, que son los Cuentos del Caribe. Así me dijo el mar, mar de sirenas y tritones ahogados por la inclemencia de los negreros del triángulo maldito, del triángulo de la muerte por donde pasaron los vasallos del Rey Azúcar del Mar Caribe en una diabólica diáspora del tráfico inclemente del dolor, que ni los huracanes detuvieron.

    Mar Caribe, antropófago acuático, los que te pintan de bárbaro, de “comegente”, olvidan las “cuestiones del mar”, cuyo credo, es que en cualquier suceso de naufragio en el ponto, los que mueren serán pastos de los que viven, para salvarlos de la muerte inevitable. En otras palabras, señores: “Los vivos se comen a los muertos” (ley del mar). Esta era una vieja tradición de los marinos europeos desde tiempos lejanos. Que los conquistadores olvidaron y ocultaron. Para ilustrar este asunto, cabe recordar la historia del barco ballenero Essex, capitaneado por George Pollard, hundido por un cachalote en el océano Pacífico en 1820, y en vista de la desafortunada y desesperanzada situación, para sobrevivir se tuvo que comer a su sobrino que ya había muerto. Una historia por cierto que inspiró a Herman Melville para escribir su célebre novela Moby Dick.

     Alfida es el mar, es mare, es Pontus, por eso no volvió, porque siempre estará, y no dirá todo su misterio. Si lo dice, como señala Zacarías, será como clavar una espina de cactus en el pecho, como una historia triste de la niña Alfida, con su piel dorada, su boca gruesa y su eterna manía de cantar, como cantaban las mujeres en los ingenios azucareros para olvidar el dolor. Su boca lloraba soles, su rara desgracia el triángulo infernal: la espada, la cruz y la caña. Alfida nunca volvió ¿Para qué? Si siempre estará…

     Así me lo dijo el mar…

 

REFERENCIAS

 

Gomes Eannes, A. de. (1988). Crónica del Descubrimiento y Conquista de Guinea y Otros Relatos. España: Editorial Delgado Luís, José Antonio. (Trabajo original publicado en 1453).

 

Stolk, G. (2006). Cuentos del Caribe. [Así me dijo el mar] (2a. ed.). Caracas: Monte Ávila Latinoamericana.

 

Torquemada, J. de. (2013). Monarquía Indiana (3a. ed.). México: Universidad Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas. (Trabajo original publicado en 1615). [Libro en línea]. Disponible: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/monarquia/volumen/01/mi_vol01.html. [Consulta: 2021 Abril 4].

 

Walcott, D. (1992). Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura. La herencia remota. Las Antillas: fragmentos de una memoria épica (J. L. Rivas y N. Glass, Trads.) [Documento en línea]. Disponible: https://www.facebook.com/notes/graciela-laura-duca-cuca/discurso-de-aceptaci%C3%B3n-del-premio-nobel-de-literatura-la-herencia-remota-derek-w/1446294602291299/. [Consulta: 2021, Abril 4].

 

Wikipedia. (2020a, Junio 28). Dum Diversas. [Enciclopedia en línea]. Disponible: https://es.wikipedia.org/wiki/Dum_Diversas. [Consulta: 2021, Abril 3].

 

Wikipedia. (2020b, Julio 23). Romanus Pontifex. [Enciclopedia en línea]. Disponible: https://es.wikipedia.org/wiki/Romanus_Pontifex. [Consulta: 2021, Abril 3].

 

 

MUESTRA VISUAL

 

Leonardo Alvarado (Puerto Píritu, Edo. Anzoátegui, Venezuela)

 Indio Caribe Cumanagoto (2011)

Colección y fotografía Manuel Bas.

 

Jorge Romero (Petare, Edo, Miranda, Venezuela)

Mujeres en la playa (2011)

Colección y fotografía Manuel Bas

 

Poster on line: Licdo. (Esp.) Víctor A. Hernández

Edición: Víctor A. Hernández &  Manuel Bas

Caracas, D. C., Venezuela,  mes cuatro de 2021

                                                                         

jueves, 15 de abril de 2021

LA LUNA DORADA MIRANDO EL DESMADRE EN LA CHARCA DEL PONCHE

 

LA LUNA DORADA MIRANDO EL DESMADRE EN  LA CHARCA DEL PONCHE

 

Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

 

 manuel.bas@hotmail.com

Caracas, D. C., Venezuela

 

“Mi marido bebe un ron que es como el arcoíris / Y cuando orina, orina ron de colores / Y cuando eructa, eructa el espíritu-de-vino / Dinero no hay para dar de comer a los doce bocas de familia” (Héctor Poullet, 2006)

 

         La caña de azúcar, que según los entendidos, es originaria de la India, los españoles la llevaron a la América en 1.493. En Santo Domingo estuvieron las primeras plantaciones, de donde saltó al resto del Caribe. El mismo Colón, llevó los primeros ejemplares desde las Canarias a las Antillas. La planta encontró allí, el terreno más adecuado para su desarrollo. El blanco producto se obtenía comprimiendo la caña entre cilindros de hierro. Pero no fue únicamente la azúcar lo que se produjo en el ingenio caribeño, aunque si mayormente, también se  elaboró el aguardiente, que no obstante, fue causal de bacanales en dichos lugares, manera como encontró la mano negra esclava para ahogar sus pesares, de la más vil explotación hasta ahora no conocida por la civilización occidental.

     Sobre el tema de la producción de aguardiente en el Mediterráneo Americano, Héctor Poullet (Guadalupe, 1938), activista por la enseñanza y formalización de los estudios creole (criollo) en su ciudad natal, y luchador además de la oficialización del bilingüismo francés-creole y,  traductor de importantes textos franceses al creole, se ha dedicado también a la cuentística. En este espacio comento un relato corto referido a la producción de licor. Un cuento titulado Mi tío Rigobert el tafiador o La charca del ponche, publicado en una serie de cuentos titulada Varios autores. Krik… Krak… Cuentos de las Antillas, por Monte Ávila Latinoamericana, C. A. el año 2010.

     Se refiere en el relato a Rigobert, un personaje que muy extrañamente está sobrio, la sobriedad para él es cosa del olvido. Aunado a esta deplorable situación es tafiador. Por cierto, Poullet, al comenzar su cuento aclara, es tafiador, no aviador, aunque a veces, cuando está extremadamente ebrio aterriza en las cunetas, planeando como lo hace un aeronauta. Para colmo de su alcoholismo, el trabajo es  una especie de grillete que lo encadena, y que nunca, seguramente, pasará los exámenes de alcoholemia. Lo cierto es que todos los días se dirige a la destilería de Clairin, donde tiene una de las misiones más difíciles que se le ha encomendado a persona alguna: catar el ron para dar el visto bueno. Es de suponer que debe ser para Él, un oficio tan difícil, tan exigente, que sobrepasa los doce trabajos de Hércules. Aunque no termina victorioso como el mítico personaje griego, sino a medios pelos.

     Para Rigobert, tafiador de profesión, que así se le denomina al que realiza la difícil empresa de medir el grado de alcohol, para considerar el sabor del guarapo espirituoso, el calor del Sol que caldea el cañaveral; está en riesgo de  ebriedad siempre, cosa que no le gusta, solo cuando está en las manos de Hipnos. Este hijo de Acan,  siempre corre el riesgo que se le suba a la cabeza un trago de ron, le caliente el cuerpo, y le circule por las venas como los Formula 1 en el  Circuito de Mónaco; cosa que Rigobert no desea, solo cuando está dormido… Siempre regresa achispado, muy alumbrado, chispo y alegre, con un andar ondulante… Llega a su casa a contar los cuentos de La Luna borracha, cuentos que datan de abril de 1848 en tiempos de los negros de las haciendas cuando celebraban aquel día de final de la esclavitud, de tres centurias de grilletes y látigos.

     En virtud de este trascendente acontecimiento tan afortunado, la alegría llegaba al cielo, para celebrar, armaron una borrachera colectiva, vertieron el ron y la azúcar en una charca para hacer un enorme ponche (cóctel), acompañado del tambor boulá (tambor pequeño) tocado por mozos negros, que antes, como señal de inicio de la bacanal, el viejo Kankangnan había aperturado con su tambor-ka (tambor fabricado con un tonel que había transportado  aceite o vino que se cubría con piel de cabrito, ahora se fabrican con tablas de madera de origen africano); asimismo otros instrumentos: el siyak, el brakyé, un gran caracol (instrumento musical de viento fabricado con la concha de un caracol marino), lo que ocasionó un avalancha de ritmos, combinados con una borrachera unisex… Las cinturas se soltaron, las tetas durante un tiempo se las agarraban las mujeres para evitar que brincaran, pero cuando el ritmo se endiabló dejaron que volaran a sus anchas. La templanza y la moderación quedaron bajo la custodia de Baco.

     Se aparecieron los lugareños de distintas localidades y los cimarrones. Fue un espectáculo delirante, aunque las mujeres de ébano, algo tímidas en principio, imponen el meneo de la cintura, a tal punto que desembocó en una bacanal histérica. Las mujeres ponían a volar las vestiduras, el desmadre no tenía limites, un espectáculo de locuras, un baile de agarrase y soltarse las tetas las mujeres; estando en plena faena apareció la luna color miel como a las 11 de la noche… De allí la frase: Luna borracha.   

     Pero no fue solo la Luna la que resultó chunga, debido a que una manga del pichotte  o culotte (prenda femenina) trasegó todo el ponche de la charca hacia la Luna… era un espectáculo alucinante; literalmente, las mujeres se emborracharon, la Luna fue testigo de cosas que no se pueden decir, en la que Oggun y  Ometochtli, hicieron de anfitriones de este suceso perturbador del orden, celebrado por Brígida de Kildare patrona de Rigoberto el tafiador…, nuestro sommelier. El blends ocasionó una papalina a los tomadores de ponche.

     La moraleja de este cuento, entre tantas, es que no todo fue llanto y dolor en los  ingenios como muchos estudioso quieren hacer ver; y que de cuando en vez, y de vez en cuando, en ellos se formaban zafarranchos, teniendo testigos en los ingenios: el azúcar y el licor bajo la Luna Borracha, como nos lo cuenta Héctor Poullet en su relato Mi tío Rigobert el tafiador o La Charca del ponche…, que de algún modo ilustra lo que sucedía en ellos en tiempo de la esclavitud en  el Mar Caribe, que es nuestra herencia remota…

 

REFERENCIAS

 

Poullet, H. Mi tío Rigobert el tafiador o La charca del ponche. En A. Hernández y A. M. Boadas (sel.). (2010). Varios autores. Krik… Krak… Cuentos de las Antillas (A. Hernández, Trad.). Caracas: Monte Ávila Latinoamericana, C. A.

 

MUESTRA VISUAL


Elda Lacruz (La Mucuy Baja, Edo. Mérida)

San Benito (2007)

Colección  y fotografía Manuel Bas, 

Caracas, D. C., Venezuela





Poster on line: Eduardo Palmera Gómez

Edición: Manuel Bas

Caracas, D. C., Venezuela,  mes cuatro de 2021

           

 

UN PARAÍSO Y DOS MENDIGOS PARA GEORGES ANGLADE

 

UN PARAÍSO Y DOS MENDIGOS  PARA GEORGES ANGLADE

 

Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

 

 

manuel.bas@hotmail.com

Caracas, D. C., Venezuela

 

“Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañado” (Mark Twain).

 

     En el Caribe, el cuento, de procedencia oral, es un género literario muy aceptado. Recorre, de boca en boca la comunidad como un rotativo oral, que va casi a la par de la cuentística escrita. No nos extrañe, que muchos de los escritores de este estilo literario y de otros de ficción, utilicen la combinación de textos oral y escrito, es decir la hipertextualidad en sus creaciones. El cuento verbal en el Mar Mediterráneo Americano, cuenta con un complaciente público que goza de eventos, donde es narrado por los cuentacuentos, que dan comienzo con la expresión ¡Krik!; a la que el auditórium responde ¡Krak!, en señal de que están prestos para oír. Tan particulares y tan emotivas expresiones dentro de la cuentística caribeña so pretexto para el título de la obra: Varios autores. Krik… Krak… Cuentos de las Antillas, que nos ofrece Monte Ávila Editores Latinoamericana publicada en el año 2010.

     El cuento seleccionado del grupo de 15, es el de  Georges Anglade (Haití, 1944-2010), el último en el orden como está dispuesto en el libro, titulado: Dos mendigos en el paraíso, título por cierto algo irónico y realista a la vez, debido que las circunstancias de mendicidad, de ningún modo es algo paradisiaco; pero sí, la jugosa calle donde están apostado a diario, como los zamuros comiendo de todos pero nadie come de ellos. Se trata de dos haitianos mendicantes, vestidos a la usanza invernal, que a diario piden limosna en la calle de Sainte-Catherine en pleno centro de Montreal, Canadá, a quienes, sobres sus espaldas, para el otoño, pesa la sentencia por parte de las autoridades, de ser sacado de la jugosa y rentable calle nombrada. Ambos, ante una situación tan preocupante, deciden hacer una apuesta: ¿Quién logra la mejor limosna?

     Presumen, los pordioseros, que debía ser una apuesta entre caballeros. Se dirigen, al día siguiente, un sábado primero de octubre, a la estación del metro Berri-Uqam, momento de celebración del Día Internacional de la Música, gracias a la destacada actuación del violinista Yehudi Menuhin en 1975. Día por cierto en la que los gendarmes, andan mano floja con los artífices de la pedigüeñería, y éstos se siente en el paraíso, debido a que los hombres responsables del orden público se hacen la vista gorda con los pendienteros. Dichos hombres de calle, trazan su estrategia de marketing, que consistía, en primer término, respetar lo acordado. Fijan sus “reglas”, para ir a la caza del águila, consistente en el reparto equitativo de los vagones del tren que se dirige hacia estación Henri-Bourassa, al norte, donde se apostarán desde el mediodía hasta las 5 de la tarde. Se repartieron 4 vagones para cada uno, de los 9, dejando el vagón del medio como zona limítrofe de sus acciones de chanza y picardía.

     Uno de ellos, no sé por qué razón olvidó, que el pacto que habían hecho no era entre caballeros, sino entre rufianes. El que apuesta generalmente, si se trata de los hijos de Arneo, deben considerar que están cimentado el acuerdo en arena movediza. Que la ventaja y la chanza, son sus mejores aliados ¿Jugar limpio? Ni en sueños. Comienza el torneo de pedigüeñería, uno de los contrincantes le dio una paliza al otro. La trampa de uno casó 300 águilas ($); la del otro, apenas 3. Tres dólares ($). Fue una competencia aparentemente justa. El problemas es, que las apariencias engañan ¿Hubo justicia? ¿Respetaron lo pactado? To be, or not to be. He aquí el dilema. No. No respetaron lo acordado, al menos una de las partes.  

     Lo cierto de esta perogrullada, es que todo pacto se sirve en la mesa del respeto mutuo, cosa que no ocurrió, al menos por incumplimiento de una de las partes. La otra, esperaba de manera esperanzada que se iba a cumplir lo acordado. Recordemos, que la esperanza es un estado de fe y ánimo optimista que sin ella las vidas de las personas se desplomarían. Recordemos además, que en la caja de Pandora estaban todos los males de la humanidad, pero en el fondo de ella estaba la Esperanza. Tenía la esperanza, uno de ellos, que el otro obraría bien. Cosa que no ocurrió. Lamentablemente, muchas personas morimos sin conocerla; a los males de Pandora, sí.

     Lo cierto de esta historia de artimañas es que hubo un ganador, feliz con su victoria, un tramposo de oficio ganador y un perdedor; y otros muchos involucrados, también perdedores, debido al engaño y la mala fe de que fueron objeto. A veces, sin saberlo, nos involucran en cosas, ajenas a nuestra voluntad, por estar inocente de sucesos que no estuvo al frente de nuestro faro que nos guíe. Sabemos, que el día antes, el vencedor armó la trampa casa águilas, esta fue la antesala de su triunfo, que definitivamente, le iba a dar la ganga necesaria para obtener los resultados que obtuvo. Se instala en la estación elegida, se coloca la máscara de Tartufo y actúa. Ruega, ruega, ruega… que lo ayuden, a todos los transeúntes, viajeros, diciéndoles que era un recién llegado, un exiliado y un refugiado político. Así estuvo ese santo día antes de llevarse a cabo la apuesta. Se lo decía a todos los que pasaban frente a él.  Soy un perseguido político… de mi país Haití.  Por tal motivo era ampliamente conocido por los que iban y venían por la estación referida. Logró la simpatía de las personas. Cosa que no hizo el otro pedigón.

     Repetía una y otra vez con un eco sin fin, me marcho definitivamente del país y que debía para ello completar el dinero requerido para su pasaje de ida, sin posibilidad de vuelta. Lo repetía hasta saciedad como un mantra. La gente que lo escuchaba se comió el cuento. Los viajeros se condolían de Él. Esta fue su gran ventaja sobre el otro mendigo, para colocarse el laurel del triunfo de tan ignominiosa apuesta. La moraleja de este cuento, que por encima de la necesidad de pedir; debe estar la de trabajar. Las apuestas no son deportes. Esta gente siempre actúa a la guasa. Espera de las personas todo, y  de ellos, las gentes,  nada. El pícaro sale todos los días a la calle a buscar su cándido inocente.

     No olvidemos nunca los que nos dice Quevedo en La vida del Buscón llamado don Pablos, que Pablito busca licencia para venirse de España a la América, cosa que obtuvo. Se vino con la creencia de que mudando de lugar, mudaba de condición, cosa que no ocurrió. Nos cuenta Enrique Bernardo Núñez, en su libro Don Pablos en América, que fue tan embaucador, y quizá más, que cuando estuvo en el viejo mundo. El haitiano ganador, tuvo una superioridad de 300 Águilas sobre 3. Que estoy seguro, que Georges Anglade no le hubiese levantado la mano como vencedor del comentado envite...

 

REFERENCIAS

 

Anglade, G. Dos mendigos en el paraíso. En A. Hernández y A. M. Boadas (sel.). (2010). Varios autores. Krik… Krak… Cuentos de las Antillas (A. Hernández, Trad.). Caracas: Monte Ávila Latinoamericana, C. A.

 

    

MUESTRA VISUAL

 











José “Cheo”  Pérez Varela

El Trapecista (2017)

Óleo / madera contra enchapada

Colección y Fotografía Manuel Bas. Caracas, D. D., Venezuela

 

Poster on line: Eduardo Palmera Gómez.

Edición: Manuel Bas

Caracas, D. C., Venezuela,  mes cuatro de 2021