miércoles, 24 de junio de 2015

LA HERMENÉUTICA COMO INTERPRETACIÓN EN EL MÉTODO BIOGRÁFICO




                      REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
       UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
                         INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS  
              SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO 
        DOCTORADO  EN  CULTURA  Y  ARTE  PARA  AMÉRICA  LATINA  Y  EL  CARIBE

Curso: Teoría del Conocimiento
Profesora: Dra. Aura Orta
Participante: Manuel Bas                                                                                                 
Caracas, 9 de junio de 2015 


     “Con la postmodernidad hemos descubierto que la ciencia también está hecha de carne y hueso de sus representantes, carne y hueso que están formados de historicidad, de cultura, de lenguaje,  socialidad y que hace todo aquello no remita sino a la contingencia y a la finitud del ser humano”, (Tomás Ibáñez, 2002, p.8).

     “Por su esencia, el mundo de la vida equivale a una pluralidad de horizontes, y con ello, a un conjunto altamente diferenciado en el que sin dudas encuentra también su lugar la pretensión de validez objetiva, la cual, sin embargo, está desprovista ya de su monopolio”. (Gadamer, 1998, p. 150)


  LA HERMENÉUTICA COMO INTERPRETACIÓN EN EL MÉTODO BIOGRÁFICO


     Palabras Iniciales. El propósito en este espacio es hacer una reflexión en relación al empleo de la hermenéutica de Gadamer como interpretación en el método biográfico; para lo cual se revisará los contextos: modernidad,  postmodernidad, transmodernidad, tardomodernidad; el concepto de paradigma y los paradigmas: cuantitativo (positivista), cualitativo (emergentes), la teoría construccionista en sus aspectos ontológico, epistemológico y metodológico coherente con el método biográfico y sus técnicas de recolección de información: entrevista en profundidad y grupo de discusión y su interpretación hermenéutica.

     Cabe acotar que tanto el método biográfico como el método hermenéutico están emparentados con la investigación cualitativa, ésta tiene entre sus características, ser dialéctica, hermenéutica, fenomenológica, intersubjetiva, contextual, emergente, no contempla dentro de ella un cuerpo teórico monolítico ni homogéneo, ni siquiera en la teoría socio construccionista, donde habitan las más variadas tendencias, no obstante,  los métodos de investigación cualitativa no son tampoco un constructo unificado, están permeados entre sí, claro, naturalmente, existe uno de mayor presencia que le da la caracterización particular, mayor énfasis, como es el caso que me ocupa aquí: se emplea el método hermenéutico como apoyo al método biográfico, porque cualquier método, busca interpretar, lo que viene a justificar su uso en el relato de vida o en la historia de vida, claro está, sin perder la coherencia paradigmática, ontológica, epistémica y metodológica.

     He aquí el propósito de este breve ensayo, que de alguna manera, el reto está en encausar sabiamente en  la investigación cualitativa: teoría, epistemología, ontología, metodología dentro del paradigma respectivo dándole coherencia, ilación y sentido.

     De la Modernidad a la Postmodernidad, Transmodernidad y Tardomodernidad. Paradigmas de Investigación. De la modernidad solo voy a hacer referencia sobre algunos aspectos que guarden más bien relación con el propósito de esta disertación— la ciencia y el conocimiento—, sus aspectos subyacentes, en términos de sus implicaciones en la vida social. Entrando en el tema, Ibáñez, (2001, 2002) sobre la modernidad dice que nace a la par de un conjunto de innovaciones  tecnológicas que darán origen a un nuevo modo de producción y en la razón científica que le otorgó la potestad de decir que es verdad y que no es, que a su vez se articula como elemento clave del proceso social. Más allá de la fecha atribuida por la historiografía de carril — Caída de Constantinopla, Imperio Romano de Oriente, 1453; Descubrimiento de América, 1492— o con el Renacimiento, que Nietzsche denominó la “muerte de Dios” , que naturalmente marcaron hito en la historia humana; no es menos cierto, que éstas son consecuencias visibles, de causas que hay que ir a buscar en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, que va a tener, en este contexto,   según Ibáñez, (2001) es el legado cartesiano que diferencia claramente dos mundos: interno y externo al sujeto, como dicotomía radical. Sobre esta idea dice Boaventura de Sousa Santos, (2009): “El rigor científico se calibra por el rigor de las mediciones… lo que no es cuantificable es científicamente irrelevante… el método científico se basa en la reducción de la complejidad. Conocer significa dividir y clasificar para después poder determinar las relaciones sistemáticas entre lo que se separó… aspira a formular leyes, a la luz de regularidades observables”, (p. 24-25). Estas ideas, continúa este autor, fueron aplicadas, sin cautela, para descubrir las leyes de la sociedad, que tuvo entre sus precursores: Bacon, Vico y Montesquieu, que se concreta con el positivismo del siglo XIX con Auguste Comte, Saint-Simon y el británico Stuart Mill. El mismo nombre de la obra publicada por Comte entre 1839 y 1842, Física Social,  que así se llamó en principio, en mi opinión, ya anunciaba el exabrupto científico del positivismo.

     Esta manera de hacer ciencia de la modernidad, según Ibañez, (2002) condujo a la hipervaloración de la razón, al universalismo y a la falsa creencia de una verdad segura y a la centralidad del sujeto y la conciencia. Este autor, (2001)   ha caracterizado la ciencia de esta época, en cuatro mitos: el conocimiento como representación; el objeto como elemento constitutivo del mundo; la realidad como independiente de nosotros y la verdad científica como criterio decisorio. A respecto Taylor y Bogdan, (1994) señalan “Los positivistas buscan en los hechos o causas de los fenómenos sociales con independencia de los estados subjetivos de los individuaos”, (p. 15). Cabe recordar los planteamientos hechos por Husserl, (1982) que el conocimiento, en todas sus formas, es una vida psíquica; es conocimiento del sujeto que conoce. Y por   Habermas, (1986) que la racionalidad de la ciencia es una forma histórica,  una acción más o menos pasiva del marco institucional de los subsistemas de la acción racional.

     Ahora bien, además de la problemática en torno a la ciencia y la tecnología que he venido comentando, Quijano, en Lander, (2000) ha dicho que la modernidad nos ha traído el capitalismo con una estructura de las relaciones de trabajo (división del trabajo) con grandes conflictos de intereses sociales y grandes contradicciones; la cultura represiva del cristianismo, que a mi juicio, fue tan abusiva como la dominación política europea, que al decir Baudrillard y Morin, (2003) el proceso de conquista de América,  fue posible gracias al desarrollo científico y tecnológico que además hizo posible la navegación alrededor del globo, con las consecuencias arriba descritas por Quijano, que viene a continuarse con la globalización, término que se acuña en 1990 para describir el desarrollo técnico-económico global que ha propiciado, entre otras cosas, el hiperindividualismo y  la pérdida de solidaridad humana. Un panorama que Sfez, (2005) califica de ficción, de relato apocalíptico, de un fenómeno  contrapuesto generados por sus dos protagonistas: tekné y polis, es decir, por los efectos devastadores de la tecnología al servicio de las causas más viles, y con la política con su juego perverso y nefasto en la sociedad, donde la ciencia dicen Baudrillard y Morin, (ob. cit.) se cohesionan para producir armas nucleares.

     Profundizando esta idea, Morin, (2001) refiere que la vida humana siente el horror del pensamiento mutilante, donde el compromiso más inmediato hoy, es la integración de los  valores aislados, disociados de las estructuras de los saberes que propicia un conocimiento donde se excluye a la sociedad, a lo humano y a la vida. En este orden ideas, Bauman, (2003, 2006, 2009) nos habla acerca de la fragilidad de los vínculos humanos y del sentido de seguridad que inspira deseos de conflictos. Son tiempos de incertidumbre, de masas migratorias (árabe, africana asiática), de injusticias y de un mercado sin fronteras que no puede ser controlado por leyes, del terrorismo musulmán, con el peligro implícito de combatirlo por los países, que los ha llevado de algún modo a la pérdida de libertad. Es la época además del capitalismo global, de la civilización del espectáculo, de lo que llama Bauman “el paraíso perdido” caracterizado por la falta de sentimiento, de seguridad,  de estabilidad en un mundo cada vez más dinámico y cambiante. Una sociedad en la que se han establecido las valoraciones más radicales, con diferencias insuperables, donde se han formulado conceptualizaciones extremas como barbarie y civilización, que naturalmente busca invisibilizar al otro, propiciando a su vez la violencia generadora de alteridades que en nombre de la razón excluye el imaginario del otro.

     Nuestra modernidad, por todas estas razones que he venido comentando, ha recibido, no sin razón, los más diversos adjetivos: “El Desierto de lo Real” (Zizek); “Modernidad Líquida” (Bauman); “Capitalismo Tardío” (Fredric Jamenson); “El Modelo Frankenstein” (Rosa María Rodríguez) para describir los grandes desequilibrios científicos, tecnológicos,  sociales, políticos, que dieron pie a los conceptos de Postmodernidad y Transmodernidad y tardomodernidad con todas una constelación de las más variadas y opuestas corrientes del pensamiento (emergentes) en el campo de la ciencia que  son impredecibles en cuanto a su planteamiento en el sentido de la falta de homogeneización de sus fundamentos, solo por citar una de ellas me referiré al construccionismo, que al respecto dice Ibáñez, citado por Sandoval, (2010) es una verdadera “galaxia constructiva” por lo complejo de encuadrarla en una teoría pura, como en los modelos clásicos; sin embargo, tiene como denominador común la reformulación ontológica, epistemológica y metodológica, cuyo fin es la emancipación, la libertad y la construcción del conocimiento en una relación sujeto-sujeto de manera dialógica.

     La postmodernidad es un término que según Vásquez, (2011) aparece en el contexto  del arte y pasa luego al campo de la filosofía, con el trabajo: “La Condición Postmoderna” escrito por Jean Lyotard publicado en 1979 que tiene  su razón de ser  en la emancipación,  la razón y  la libertad, que va a ser el norte de muchas corrientes tales como: socio crítico, socio construccionismo, estudio “decolonial”, enfoque de género, entre otros, presentándose entonces como una reivindicación  de lo individual y local frente a lo universal, naturalmente contraria a la homogeneización cultural con su intento de eliminar toda diversidad y pluralidad.

     Es de algún modo una amalgama de planteamientos que tiene sus raíces en el pragmatismo inglés, en  Heidegger, y  Nietzsche y en los existencialistas. Lyotard, citado por Vásquez, (ob. cit.) define este tiempo con una frase simple: “…es la edad de la cultura”, (p.3). La postmodernidad centra su interés en la epistemología de la cultura, es la época que anuncia según Lyotard la muerte de las grandes narrativas o Meta- narrativas características de la modernidad. Es la era además del conocimiento y de la información, que de algún modo citando a Morín, (2001) propone una concepción  de orden, desorden y organización en el contexto de los problemas humanos, sociales y políticos, que busca además la integración de las verdades aisladas, de las contradicciones y de las dudas, entendiendo estas última, como un terreno fértil  para el desarrollo del pensamiento, para salirle al paso a la disociación de las estructuras de los saberes, y a la sobre simplificación reductora del pensamiento en una sola fórmula lógica como en la modernidad.

     Profundizando esta idea Baudrillard y Morín, (2003)  señalan que es paradójico que el período tan cruel de la historia humana—modernidad— de dominación, de injusticias nacidas en Europa,  nace también en ella, las idea de emancipación. Para Ibáñez, (2002) el planteamiento de la postmodernidad va en dos direcciones: primero, una crítica severa de deconstrucción del discurso de la modernidad y de sus supuestos ideológicos que él llama (anti modernidad) y segundo, la legitimación de una nueva época, de la aniquilación de las diferencias (desigualdades). Es una época en la cual es imposible, en términos de la ciencia elaborar modelos predictivos, debido a  que el contexto simbólico no es formalizable ni determinable. Es un tiempo, según Ibáñez, (2005) en la que hay que repensar las relaciones de poder, ir contra la retórica de la verdad que hegemoniza la razón científica y la iglesia.

     Este tiempo—postmodernidad— está de alguna manera vinculado al de transmodernidad como la realización de lo que escapó de las manos de la postmodernidad en su afán de recomponer los desaciertos de la modernidad, con la sumatoria de los problemas de la era de la globalización de los mercados sin fronteras. La transmodernidad es un tiempo de incertidumbre y de la descomposición social ya comentada en los planteamientos de Morín, (2001); Baudrillard y Morín, (2003); Sfez, (2005) Bauman, (2003, 2006,2009) que dio con lo que se ha denominado el “engendro del 11 de septiembre”— el derrumbe del World Trade Center—, centro de comercio mundial en los Estados Unidos.

     En lo esencial, el término transmodernidad aparece con la publicación en 1989 del libro: “La Sonrisa de Saturno, Hacia una Teoría Transmoderna” escrito por María Rosa Rodríguez, que se concreta con otra obra publicada en 1997 titulada: “El Modelo Frankenstein: De la Diferencia a la Cultura Post”; en relación a este vocablo solo voy a hacer algunas consideraciones generales, con el propósito de contextualizar y justificar la aparición de los paradigmas emergentes que surgirán a fines del siglo XX  y lo que va del XXI.

     La transmodernidad describe la situación en que nos hallamos actualmente (2015), un tiempo de egoísmo, anomalías, caos, guerra global, incertidumbre, que nace de la crisis histórica y de la descomposición  de la estructura cultural, política, económica, social,  y espiritual de la postmodernidad. La Trans-Modernidad se compone lingüísticamente de un prefijo “trans” y el vocablo modernidad lo cual implica transcender la crisis de la modernidad, reiterando los retos pendientes ético y político (igualdad, libertad, justicia) asumidos por la crítica postmoderna, que es un intento además del quiebre del eurocentrismo. La cultura del monstruo (Frankenstein), de las paradojas, del fin del petróleo, de la escasez de alimentos y del agua, del cambio climático. El gran mito de la transmodernidad es el “superhombre”;  por ello de alguna manera retorna el planteamiento  de Nietzsche del superhombre; contrario al de Frankenstein.

     En el marco de la filosofía de Nietzsche y de Heidegger y de las artes, particularmente la arquitectura aparece el movimiento tardomoderno, a finales del siglo XX, lo califico de movimiento, y no de época como en la modernidad, porque si bien es cierto que busca rescatar algunos aspectos de la modernidad, no penetra profundamente la sociedad en los aspectos económicos, político, artísticos, morales; viene a ser más bien una reacción frente a las injusticias que nacen en el seno de la modernidad, y la postmodernidad rescatando lo válido y al propio tiempo enfrentando los problemas que la postmodernidad y la transmodernidad no pudo solventar. Esta tendencia considera vigente la esencia del “movimiento moderno” con la ambición del viejo mito de la creación del “hombre nuevo”, aunque su fisonomía filosófica es borrosa, pues no enuncia características específicas en términos formales que permitan hablar como tal, lo que si es cierto que es un movimiento que busca rescatar algunos elementos de la modernidad, por ello, existen riesgos en tratarle con los mismo criterios que la Época Moderna, de —época— en virtud de aspectos económicos, sociales, históricos, políticos, filosóficos, tecnológicos y humanos,  quizá por lo pronto, en su devenir de la historia humana.

     Además de lo ya señalado, quiero advertir que algunas de sus corrientes como los estudios decolonial, en su búsqueda de la comunicación intercultural y deconstruccionista del posestructuralismo, que nos recuerda que la realidad medible cuantificable está allí, subyacente, y a su vez por la marea de corrientes (teoría crítica, construccionismo, fenomenología, hermenéutica, etc.) que tienen también su razón de ser en el “Modelo Frankenstein” se anotan en la tardomodernidad, que vienen  formar parte, algunas de ellas, del paradigma de investigación cualitativa, aunque tienen algunos rasgos de la ciencia modernidad, que se  integran gracias al milagro del pensamiento complejo de Morín; no sin recordar, que el modelo cartesiano ha sido reformulado por el pospositivismo, y de algún modo por los tardomodernista.

     Sabemos también, y esto hay que dejarlo claro, que la tardomodernidad no acepta a ultranza los postulados de la modernidad, sino más bien algunos elementos, en sentido crítico, el tardomodernismo se origina por un choque con los postulados de la modernidad y la postmodernidad, nace como diría Hegel, de contradicciones que se superan así mismas, y que tienen su raíz con la evolución de las ciudades, su gente, la arquitectura urbana, de las cuales surgen nuevas maneras de pensar, estilos de vida, entre otros.

     Desde  mediados de los ochenta, se pueden apreciar dos claras tendencias en la evolución de la tardomodernidad. El High-Tech  y la Deconstrucción. La primera, High-Tech—Alta Tecnología— su traducción literal, toma su nombre del libro: “The Industrial Style and Source Book for the Home” publicado en 1978 por Joan Kron y Suzane Slesin denominado “estilo tardomoderno”, encuadrado dentro del movimiento arquitectónico. De modo que es un movimiento que tiene en común con la postmodernidad, que nacen en el seno de las artes. La segunda tendencia, la deconstrucción, es un término creado por el filósofo posestructuralista Jacques Derrida, que basa sus postulados en el análisis  etimológico de la historia de la filosofía de Heidegger que trata de desmontar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos históricos acumulados, creando un discurso apoyado en la metáfora y la metonimia. Es desde aquí que podemos comprender algunos planteamientos que se vienen haciendo en América Latina en relación a su imaginario, lo simbólico, del ser, de esta parte del mundo, no estudiado por Heidegger.

     Por ejemplo, en 1995, “La Casa  de las Culturas del Mundo” de Berlín, en las personas de Gerhard Harpt y Bend M. Sherer, (colaborador) acuñaron el término: “Síndrome Marco Polo”, que naturalmente es una metáfora envuelta en una metonimia para explicar los problemas surgidos por la falta de comunicación o de comprensión intercultural, el epistemicidio, la universalidad excluyente, causado por el exacerbado eurocentrismo, como consecuencia de la dominación colonial y neocolonial  a través de la globalización, que paradójicamente, las teorías emancipadoras en boga, nacen precisamente, como apunta Morín, en los países de la Europa de la dominación imperial, como son los casos de la postmodernidad, transmodernidad y tardomodernidad.

     En lo esencial, la postmodernidad y la transmodernidad surgen  como una reacción  contra la modernidad cartesiana y los grandes problemas que en su seno alberga en el campo de la ciencia, y a la promesa mesiánica salvadora de la humanidad, que lejos de solucionarlos, generó en ella una especie de “Hidra” o “Efigie” que no sabemos cómo descifrar y enfrentar. Frente a esta realidad surge el paradigma cualitativo, que encuentra en Morin, el creador del pensamiento complejo y  uno de sus avatares. Para este autor la complejidad es una palabra problema y no una palabra solución. La teoría del pensamiento complejo se sostiene en una epistemología capaz de unir conceptos que se rechazan entre sí; que pueden ser desglosados, catalogados en compartimiento por el pensamiento no complejo, es decir, por el paradigma cuantitativo.

     El Paradigma Cualitativo. Otra Visión de la Investigación. Kunh, (1970) citado por Pérez Serrano, (1998) sostiene que toda investigación científica trabaja conforme a paradigmas. En mi opinión la palabra paradigma encierra complejidad, en muchos casos, por la diversidad de definiciones: conceptos contradictorios. Esto se debe a su carácter polisémico. Para tener una idea de lo que afirmo, Mastermam, (1970) citado por Guba, (1985) le atribuye a Kuhn unas  veintiuna definiciones. Para Guba sencillamente el paradigma es una serie de creencias que guían la acción o acciones de cada día determinado. Lo importante en todo caso, es no quedarnos atrapados en el ejercicio intelectual de buscar una definición universal, sino más bien, lo que implica en su sentido práctico: dejar de lado la “polisemia conceptual” de paradigma, y tener presente tres palabras: “visión del mundo”— no una, sino varias— independiente de las definiciones que hagamos de este vocablo, en la práctica es intrascendente.

     En este orden idea, cualquier paradigma que adoptemos, según Guba, (ob. cit.) debe responder a tres preguntas fundamentales: lo ontológico (cuál es la naturaleza de la realidad); lo epistemológico (relación entre el investigador y lo conocido) y lo  metodológico (qué debería hacer el investigador para averiguar sobre el conocimiento). Desde luego, cabe acotar que no debemos perder de vista que son construcciones humanas, por lo tanto los resultados o hallazgos están  sujetos a errores como toda acción humana. Pérez Serrano, en relación a esta afirmación, sostiene que el paradigma adoptado va a condicionar los procedimientos a seguir en la investigación.

      En la perspectiva que aquí nos ocupa, la cualitativa, antes de avanzar hacia la disertación relacionada con la hermenéutica de Gadamer como interpretación en el método biográfico, es conveniente revisar algunas definiciones. Para Martínez, (1999) la investigación cualitativa no se trata de un estudio de cualidades separadas o separables, sino de un estudio de un todo integrado que forma  una unidad de análisis que hace que algo sea lo que es: una persona, una entidad empresarial, entre otros. Para González Rey, (2006) es de carácter constructivo-interpretativo, representa una síntesis teórica, que no excluye referencias previas, solo que no puede ser entidades cerradas (camisa de fuerza). De allí su coherencia con la hermenéutica y el método biográfico. Al respecto, hay que dejar claro, que este tipo de investigación no se ciñe a etapas, pasos, ni a recetas, no es lineal, su desarrollo es dialéctico. Dice Pérez Serrano, la investigación cualitativa es muy amplia, en ella tienen cabida gran cantidad de corrientes del pensamiento.

     Además de lo señalado, hay que considerar los aspectos teórico y metodológico que tengan coherencia con el paradigma cualitativo, que el caso que me ocupa aquí, es la teoría construccionista y el método biográfico (historia de vida) empleando la entrevista en profundidad, grupo de discusión, utilizando como método de interpretación la hermenéutica, lo cual me permite conocer la vida de una persona como actor social, que a su vez es un informante-investigador.

     La Construcción de la Realidad Social e Historia de Vida. Dice Pérez Serrano, (ob. cit.) que el paradigma escogido va a condicionar la investigación. Sabemos que no existen criterios absolutos de demarcación en la ciencia. Wiesenfeld, (2001) al respecto señala que el paradigma seleccionado guarda relación con nuestros intereses personales, profesionales, intelectuales, ideológicos, investigativos, motivacionales,  etc. Además de lo señalado responde también a una profunda reflexión en relación al contexto donde se va a ser la investigación; la postura asumida por el investigador, a lo investigado y a la metodología adoptada para obtener la información (hallazgos).

     De acuerdo con el propósito que me ocupa aquí (historia de vida), la teoría más conveniente es la socio construccionista. Un concepto más o menos genérico de este paradigma no los ofrece Wiesenfeld, (2001), quien sostiene que es un enfoque que niega la objetividad lingüística  y epistémica de las teorías psicológicas, así como también que la realidad externa es independiente de nosotros, admitiendo la subjetividad como una forma privilegiada de conocer. Para Lincoln y Guba, (1985) citado por Wiesenfeld, (ob. cit.) “la realidad es una construcción mental inseparables de entidades tangibles: personas…,  pero advierte que los significados que le dan sentido y organización a tales realidades son construidas en la interacción social”, (p. 122). Dicen Lincoln, (1990), Guba, (1985) citados por Wiesenfeld, (ob. cit.) que el paradigma socio construccionista requiere de tres criterios fundamentales: ontología relativista, es decir, la realidad es una construcción mental, que de acurdo con Müller y Halder, (1976) para  el relativismo “… no existe  verdad absoluta, universal, ni una moral con vigencia perenne para el hombre, sino que todo conocimiento es sólo relativo y dependientes de condiciones”, (p. 377). Esta es una teoría muy antigua que se remonta al filósofo griego Protágoras, el más importante de los sofistas a quien Platón le dedica un diálogo con su nombre. Epistemología transaccional/subjetivista por cuanto el investigador y lo investigado se fusiona en forma (monística) y metodología hermenéutica/dialéctico, de la hermenéutica.

       De acuerdo con  Márquez Pérez, (2009) el proceso hermenéutico es una forma compleja (progresiva-regresiva) de permanente reflexión, zigzagueante, creativo que complejiza la información obtenida. Sobre la interpretación hermenéutica apunta Merleau-Ponty, (1991) citado por González Rey, (2006) es un  vaivén entre la experiencia y la construcción o la reconstrucción para darle zonas de sentido; o expresión de sentido  (Márquez Pérez, 2009);  o zona de identidad y  zonas de significado (Berger y Luckmann, 1968). En esta visión, la hermenéutica más que un método pasa a ser una manera de interpretar los hallazgos de la investigación como veremos más adelante.

     No quiero cerrar este punto sin  recordar una advertencia que nos hace Gergen, (2007) que me parece pertinente, para los que trabajamos con historia de vida traída desde el paradigma construccionista. Para este autor, los principios de la interacción humana no se pueden desarrollar fácilmente con el paso del tiempo, porque se basan en hechos, que generalmente no permanecen estables.

     El Método de Vida como Construcción de Historia de Vida. El método biográfico o perspectiva biográfica abarca múltiples enfoques tales como: relato de vida, relato autobiográfico, discurso autobiográfico, todos encuadradas en diversas escuelas de pensamiento y de distinto objeto sociológico, tales como: marxismo sartreano (neo marxismo de Ferrarotti); neo materialismo (Wallerstein); teoría de los roles (Luchtherhand);  hermenéutica (Kohl); interaccionismo simbólico (Denzim) y diversa teorías inspiradas en Max Weber,  (Bertaux, citado por Rusque, 2001). Antes de entrar directamente en la historia de vida es conveniente revisar algunas definiciones relacionadas con el método biográfico. Para Álvarez y De La Cruz, (2012) se ocupa de dar a conocer el testimonio subjetivo de una persona o grupo de personas o de instituciones relacionadas con acontecimientos trascendentes y de las valoraciones que dichos informantes hacen de su propia existencia y de su interpretación del contexto social.

     Por su parte, Bolívar y Domingo, (2012) lo consideran un método multifacético sustentados en múltiples enfoques. Sanz, (2005)  lo define como un juego de intersubjetividades que emerge esencialmente de la persona y de su testimonio ya sea oral o escrito. El relato de vida y la historia de vida se insertan en el método  biográfico.  Este juego de intersubjetividades se ordena a través de un proceso de construcción o de reconstrucción desde una postura relativista, donde el testimonio pasa a ser el centro de interés del investigador. De allí que Moreno, (ob. cit) denomine al investigador historiador y al informante (investigado) cohistoriador. Por lo tanto la historia de vida nos da a conocer la historia de una persona, grupo de personas e institución. Sandín, (2003) advierte el carácter polisémico de la expresión  de la expresión  “historia de vida”. Para Pereira, (1991) citado por Veras, (2010) “… lo importante es que sean captados las experiencias del entrevistado. Él es quien determina qué es relevante o no para ser narrado, él es quien tiene el hilo conductor. Nada de lo que relata puede ser considerado superfluo, pues todo se encadena para componer y explicar su existencia., (p. 145). Estos aspectos, a mi juicio dejan claro lo relacionado con la historia de vida, salirse de estas consideraciones, en el mejor de los casos, estaremos haciendo investigación, obviamente; pero no historia de vida.

     Del Investigador, el Informante y la Información. Hemos llegado a un punto en el recorrido de esta disertación en la  que nos estamos acercando a la realidad investigada, los hallazgos. Vamos viendo con mayor nitidez la relación intersubjetiva (investigador-investigado), de donde surge monísticamente la información requerida. Esta relación tiene como norte los aspectos: ontológico, epistemológico y metodológico propios de la investigación cualitativa y del paradigma socio construccionista. Dice Moreno, (s. f.) por los vínculos que se estrechan en esta modalidad de investigación entre el que investiga y el investigado, nos habla de historiador  y cohistoriador. Por lo tanto no hay investigador ni investigado porque se consideran miembros de un mismo mundo del que son coparticipe en el cual producen conocimiento en igualdad de condiciones y en diversidad de preparación y apertura intelectual.

     Al respecto Pujadas, (1992) nos dice que mediante sucesivas entrevistas, el investigador tiene como objetivo mostrar el testimonio subjetivo de una persona, acontecimientos de su vida y sus valores. Hay que dejar claro, que el objetivo de la investigación no es la búsqueda de la verdad, como en el paradigma positivista, sino la revelación del testimonio de vida del investigado, que se traduce en hallazgos, o sencillamente en la narración que una persona gentilmente la da a conocer por intermedio del investigador, que pasa a ser un historiador como dice Moreno, (ob. cit.)

     En relación a la obtención de la información, la técnica más conveniente empleada en el método biográfico es la entrevista en profundidad y el grupo de discusión. En esta idea Ibáñez, (2000) citado por Márquez Pérez, (2007) nos dice “… que las entrevistas cualitativas son dinámicas, flexibles,  por lo que se constituyen en una narración conversacional creada conjuntamente por el investigador y el investigado. Debe tener además coherencia con el diseño de investigación cualitativa, razón por la cual el investigador selecciona [él o los informantes] que participarán en la investigación. La entrevista cualitativa tiene carácter interpretativo en el contexto, y su propósito es que las personas estudiadas hablen por sí mismas, y que ambos (investigador e investigado) desarrollen un papel protagónico.

     En el contexto del método biográfico, particularmente en la historia de vida, se recomienda la entrevista en profundidad y el grupo de discusión. Para Ruiz e Ispizua, (1989) citado por Márquez Pérez, (2007) la entrevista en profundidad debe estar consustanciada con la ontología y la epistemología de la investigación cualitativa, y de manera muy particular en el caso que me ocupa aquí, con la teoría socio construccionista, para comprender a partir del propio actor (entrevistado) su propia visión del mundo, por lo tanto, el fin de esta técnica es comprender la perspectiva y la experiencia de las personas que son entrevistadas, sin ser aisladas de su entorno social, que en mi opinión, es la regla de oro de la entrevista en profundidad. Ruiz, (1996) nos dice algo importante al respecto, que la entrevista en profundidad nace de una ignorancia consciente por parte del entrevistador, quien valora el sentido que los individuos (actores sociales) le dan a sus actos. Para este autor, la entrevista en profundidad: “… es la entrevista profesional que se realiza entre el entrevistador y un informante sobre su vida, en general, sobre un tema, proceso o experiencia de una persona”, (p.2). Cabe advertir que no es conveniente entrevistar a más de un informante, y el tiempo de duración no debe exceder más de dos horas. Este tipo de entrevista según su propósito se clasifican en holística y enfocadas; la primera cuando el interés se centra en temas generales, la segunda, cuando busca esclarecer aspectos particulares. Para finalizar este punto, cabe recordar que la entrevista en profundidad es un discurso dual, una conversación donde los hablantes co-construyen en cada instante el discurso.

     Por otra parte, me referiré ahora al grupo de discusión. Esta técnica, es una entrevista grupal que tiene como finalidad captar y analizar los discursos ideológicos y las representaciones simbólicas asociadas a cualquier fenómeno social, (Arboleda, 2008). Para Ruiz, (1996) es un grupo simulado, manipulable, imaginado, una entrevista que se realiza a un grupo de personas. En esta tipo de técnica debe existir un moderador (investigador) que facilite recordar y expresar los detalles de una situación dada que sea útil para analizar los procesos sociales. Aigneren, (2009) lo denomina grupo focales, este autor, citando a Korman, (1986, p. 2) expresa: “… es una reunión de un grupo de individuos seleccionados por el investigador para discurrir y elaborar, desde la experiencia personal, una temática, un hecho social, que sea objeto de investigación”. Para Cervantes, citado por Ireta, Berttolini y González, (2010) y estos autores, el grupo de discusión  es un diálogo desde donde se produce unidades de sentido en la construcción discursiva de los hallazgos de la investigación. En mi opinión unos de los elementos básicos del grupo de discusión es la interacción que se produce en el seno del grupo. Galeano lo concibe como un método en sentido de estrategia de investigación. Ibáñez y Johnson, (2002) lo problematizan dentro de un marco ontológico y epistemológico, en este caso, que me ocupa aquí, dentro del paradigma socio construccionista.

     La Interpretación Hermenéutica de Gadamer, los Hallazgos de la Investigación. Etimológicamente la palabra hermenéutica proviene del verbo griego hermeneuin que traduce “interpretar” y está asociado al personaje de la mitología griega Hermes Trimegisto, mensajero de los dioses y los hombres. Desde la antigüedad se hablaba de los libros de Hermes, documentos de difícil comprensión, de allí derivó la palabra hermético, lo que es imposible comprender si no se tiene una clave de interpretación. En la tradición científica y filosófica este vocablo, de manera general, es entiendo como el arte de interpretar. Estuvo vinculado en un comienzo a la religión para descifrar los textos sagrados, luego pasó a la filosofía. Aquí me voy a referir más bien a la interpretación de la información obtenida  a través de la entrevista en profundidad y el grupo de discusión, presentada en términos de hallazgos en la investigación cualitativa,  de ningún modo se presenta como verdad científica. La hermenéutica  como ya señalé se basa en la interpretación. Müller y Halder, (1976) se refieren a la hermenéutica como el “arte de la interpretación”, (p.216). Esta definición puede prestarse a ser mal entendida, porque en general, el consenso hoy, es que que todo conocimiento es interpretación, subjetivación del mundo, porque las cosas no se ven sino desde distintos paradigmas y perspectivas de donde se investiga, como ya lo señalé en líneas precedentes, inclusive, la investigación cualitativa, dentro de los métodos contempla el método hermenéutico, como señala Martínez, (1999). Entonces surge la interrogante ¿qué discrimina la hermenéutica como método de investigación cualitativa a la hermenéutica como metodología en el paradigma construccionista y como técnica de interpretación de la información en el método biográfico? Este es el punto focal de que me ocupa ahora.

     Según Müller y Halder, (ob. cit.), Gadamer tiene como mérito de fundamentar en el campo de la filosofía una nueva hermenéutica cuyo propósito no es comprender el comportamiento de un sujeto con un objeto dado, sino el acontecer de una acción histórica. Gadamer deja claro dos cosas desde mi punto de vista. La hermenéutica puede transitar dos vías. Una  que arranca de una interpretación que hace el sujeto del mundo de manera unilateral, o con pretensión de objetivarlo, y otra que surge de la intersubjetividad entre sujetos de manera dialéctica. Pero antes de avanzar debo aclarar el significado de subjetividad, para ahondar aún más en el de intersubjetividad. La subjetividad es la visión particular que cada sujeto tiene del mundo, su interpretación de él y de la realidad condicionada por su experiencia, formación intelectual, militancia ideológica, entre otras. De tal manera que la intersubjetividad es una especie de vaivén donde participan al menos dos sujetos a través de un proceso de intercambio, dialéctico, de donde surge una síntesis teórica. En este contexto surge la interpretación intersubjetiva. Una tradición que se remonta al filósofo griego Sócrates con su famoso simposium (método socrático).

     En este mismo orden de ideas, Márquez Pérez, (2009) señala que el proceso de interpretación del discurso oral es una práctica humana reflexiva, sin reglas a priori, es una forma compleja de relación entre la interpretación y lo estudiado producido en la interacción investigador-participante-contexto de manera (progresiva-regresiva). De modo que la hermenéutica como [método] es más bien una interpretación unilateral-bilateral— no necesariamente bilateral— del mundo; como técnica es una interacción investigado-informante (intersubjetividad). Generalmente, la interpretación se entiende a la totalidad de la ciencia dominada por el ideal metodológico alejada de todo proceso constructivo. Porque el proceso constructivo–deconstructivo exige la interactividad, el diálogo, la intersubjetividad, la conversación inacabada que no tiene palabra de punto y final.

     El proceso deconstructivo  forma parte de la hermenéutica, el cual no constituye un método determinado para caracterizar  a un grupo de disciplinas científicas, se refiere más bien a todo un ámbito de la comunicación humana. Para Gadamer, (1998) la hermenéutica es un juego de preguntas y respuestas, una conversación que ofrece una perspectiva que no se encontraba en ninguno de los interlocutores. Juntos construyen un mundo común a través del intercambio permanente  que se produce en la conversación. Aquí la hermenéutica está vista desde el paradigma socio construccionista, donde se circunscribe el método biográfico. Es por ello que para Gadamer los seres humanos construyen un mundo interconectado, porque todo conocimiento es reconocimiento del otro.

     Como complemento a estas consideraciones, es conveniente referirse al lenguaje. Éste permite la conversación y la construcción y reconstrucción del conocimiento, por lo tanto toda conversación queda inconclusa, nunca se puede revelar completamente la realidad, por eso se habla de hallazgo, nunca de verdad o conclusiones.

     Al respecto, Márquez Pérez, (2009) dice: “La postura ontoepistemológica que sustenta los procesos de interpretación hermenéutica concibe la realidad como una construcción humana… sujeta a múltiples interpretaciones”, (p. s/n.). Lo que hay que tener claro de acuerdo con Marinas, (2007) citado por Márquez Pérez, (ob. cit.) es que los procesos de interpretación hermenéutica implican: coherencia paradigmática; enfoque teórico asumido; los procesos intelectuales del investigador en el desarrollo de sus interpretaciones y las formas complejas de interpretación.

     Profundizando este planteamiento, Márquez Pérez, (ob. cit.) nos dice que el proceso de interpretación hermenéutica trata de ir al plano subjetivo de la construcción de sentido, que según González Rey, (2006) nunca aparece explícito, él está implícito  en todas las experiencias humanas vividas cargadas de sentido para las personas, lo que Berger y Luckmann, (1968) denominan la realidad del sentido común. Lo que Márquez Pérez denomina “expresiones de sentido” y González Rey,  “zonas de sentido”. Por ello una de las actividades del investigador es crear el sentido, dar significado a la información obtenida de los informantes o actores sociales.

      Este proceso se dificulta si no se tiene la compresión del lenguaje necesaria para poder entender la realidad de la vida cotidiana, y encontrar las zonas de identidad o zonas de significados, lo cual no se puede lograr sin la interacción humana y comunicación por su naturaleza constructiva y reconstructiva, pues no hay construcción final, sino reconstrucción sobre construcciones, de esta manera se plantea la vida de los actores sociales. Es un proceso que según Márquez Pérez, (ob. cit.) el investigador complejiza la información a través de la triangulación de la información mediante diferentes fuentes (informantes-investigadores-autores) y el empleo de variados métodos, el fin aquí no es validar como en la corriente positivista, sino construir el proceso investigativo de manera consensuada que viene a constituirse en los hallazgos de la investigación. Cabe citar aquí a Rueda y Villarroel, (s. f.) la hermenéutica busca revelar los significados de las cosas, penetrar en las palabras, los escritos, los textos, la conducta humana gestual y las actitudes, conservando su particularidad en el contexto donde están inmersos los actores sociales. Cierro este punto con una frase de Márquez Pérez, (2009) “…no tenemos otra forma de vivir que la de producir e interpretar sentido”, (p. s/n.).

     Palabras Finales. Se sabe  hasta la saciedad, que el paradigma positivista dominó por un tiempo considerable el escenario de la ciencia en la producción de conocimiento enmarcado desde una postura objetivista. Se caracterizó por su postura rígida a la hora de abordar algunos problemas en el mundo científico y de la sociedad, inclusive generando problemas en el seno de esta última. Esta representación del mundo tan pretenciosa del positivismo dejó de lado una serie de problemáticas que suscitó en alguna medida la aparición en escena del paradigma cualitativo. Este enfoque investigativo postula que el conocimiento está fundamentado en la realidad,  es subjetivo, temporal, cambiante, dialéctico, inductivo, fenomenológico, holístico, dinámico; no hay un cuerpo teórico determinado por su naturaleza emergente, a través de diferentes corrientes del pensamiento (teoría crítica, construccionismo, estudios de género, fenomenología, entre otros) se desarrolla en el seno del postmodernismo, la  transmodernidad y la tardomodernidad,  cuyo fin es el abordaje de la problemática de la realidad, creada por la modernidad, para transformarla, emanciparla (teoría crítica), reconstruirla (teoría construccionista) que la que diserté en este espacio.

     Dentro de los distintos enfoques investigativos, dentro de la investigación cualitativa,  se haya el paradigma socio construccionista, de naturaleza ontológica relativista, epistemología subjetivista y metodología  hermenéutica-dialéctica. En esta teoría se inscribe el método biográfico (relato de vida), que se sustenta es tres aspectos centrales (investigador-informante-contexto). De esta manera el investigador para acercarse a la realidad (contexto investigativo) se sirve de dos técnicas para la obtención de la información que obedezca al enunciado de la teoría  socio construccionismo: la entrevista en profundidad y el grupo de discusión; ambos son diálogo, conversación interactiva, que procura descubrir el imaginario de los investigados en su propia realidad social, donde además los actores son co-participes de la producción de conocimiento  junto con el investigador. El propósito aquí no es la búsqueda de la verdad, sino el mostrar  las experiencias de vida que es determinada por los actores sociales en un clima de empatía, por lo tanto mostramos hallazgos, no resultados, desde esta perspectiva la investigación no concluye sino es un capítulo de ella.

    Para acercarnos a los hallazgos, el investigador emplea la hermenéutica interpretativa del discurso oral, de manera reflexiva, alejada de procedimientos preestablecidos y predictivos, porque este proceso es progresivo-regresivo, una especie de vaivén, de reacomodo, de zigzag, donde no se aplica los criterios de validación como en el paradigma positivista, sino que la información es triangulada a través de un proceso de complejización de la información con la participación de los actores involucrados, para complementar y balancear la información en términos de hallazgos.

Muestra Visual


...no hay construcción final, sino reconstrucción sobre construcciones, de esta manera se plantea la vida de los actores sociales...


Ramón Linares. Rostros urbanos (2011). Los Teques, estado Miranda
Pintura al frío / Tela
Colección y fotografía Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela


… no existe  verdad absoluta, universal, ni una moral con vigencia perenne para el hombre, sino que todo conocimiento es sólo relativo y dependientes de condiciones...

  Alí Darias 
Velorio, (2006). Trujillo, estado. Trujillo
Pintura al frío / Yute
Colección y fotografía Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela


...todas las experiencias humanas vividas cargadas de sentido para las personas... [y cada persona les da sentido desde su óptica]


 Bárbara Colmenares Óptico, (2006). Maracay, estado. Aragua
Mixta / Tela
Colección y fotografía Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela.
          
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LA HERMENÉUTICA COMO INTERPRETACIÓN EN EL MÉTODO BIOGRÁFICO 

AUTOR: M. Sc. Manuel Bas
Corección de Texto, Digitalización de Imagenes, Montaje Electrónico y Edición: Esp. Hernández Víctor A.
Los Teques, junio de 2015.



domingo, 7 de junio de 2015

El Conocimiento sobre Arena Movediza




REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

CURSO: Teoría del Conocimiento
PROFESORA: Dra. Aura Orta
PARTICIPANTE: Manuel Bas
Caracas, 12 de mayo de 2015

      “…el Sol, no solo es nuevo cada día, sino que es siempre nuevo continuamente”. (Heráclito. Sobre la Naturaleza, Aforismo 6, p. 40)

     “Ah, he estudiado ya la Filosofía, Jurisprudencia, Medicina y también, por desgracia, Teología, todo ello en profundidad extrema y con enconado esfuerzo. Y aquí me veo, pobre loco, sin saber más que al principio. Tengo los títulos de Licenciado y de Doctor y hará diez años que arrastro mis discípulos de arriba abajo, en dirección recta o curva, y veo que no sabemos nada. Esto consume mi corazón. Claro está que soy más sabio que todos esos necios doctores, licenciados, escribanos y frailes; no me atormentan ni los escrúpulos  ni las dudas, ni temo al infierno ni al demonio… Pero me he visto privado de toda alegría; no creo saber nada con sentido ni me jacto de poder enseñar algo que mejore la vida de los hombres y cambie su rumbo… Por eso me he entregado a la magia: para ver si por la fuerza y la palabra del espíritu me sean revelados ciertos misterios para no tener que decir con agrio sudor lo que no sé…” (Johann Wolfgang Von Goethe, 1749-1832. Fausto. La Tragedia. Primera Parte. De Noche, 1808)


EL CONOCIMIENTO SOBRE ARENA MOVEDIZA

     El propósito de este trabajo es caracterizar los atributos y peculiaridades del conocimiento generado en la sociedad actual, revisar y analizar los contextos material, abstracto o simbólico, el conjunto de circunstancias, hechos, eventos; los  escenarios, social y natural donde se genera [ontológico]. El paradigma de donde se enuncia, la teoría del conocimiento que lo justifica, las circunstancias histórica, psicológica, sociológica, que guardan relación con su obtención  y  los criterios de validez, objetividad-subjetividad, tan polémica en nuestros días, los procedimientos empleados en la investigación científica hoy, es decir, sus fundamentos [epistemológico]. Sobre este particular, para puntualizar el alcance que me propongo, ha expresado Márquez Pérez, (2008): “La dimensión epistemológica se refiere a las relaciones que el investigador establece para producir conocimiento. La diversidad de estas relaciones en las ciencias sociales se explican a partir de las concepciones ontológicas asumidas para cada paradigma”, (pp.392-393). Este autor, (ibídem.) citando a Wiesenfeld, (2001) expresa: “La elección de un paradigma implica una toma de decisiones en la que se conjugan valores, ideología, sentimientos, formación académica,…experiencia profesional e investigativa…”. Obviamente hoy la ciencia dispone de cuantiosos recursos; pero la problemática social de nuestra sociedad actual es agobiante, pareciera que  no  tiene respuestas a muchos de ellos. Sin embargo, los imposibles en el presente, quizás no lo sea en el futuro.

     El ser humano se  ha planteado  lo largo de la historia grandes retos, en los momentos más difíciles y en las circunstancias más adversas. Para ilustrar este asunto, voy a tomar prestado de la ingeniería civil la idea, de que no es conveniente construir una edificación sobre “arena movediza” por la falta de consistencia del suelo, y lo catastrófico que pudiera ser la ejecución de una obra sobre cimientos poco seguros. No obstante, hay más que una imposibilidad por las características del suelo señaladas, su éxito responde más bien al cómo hacerlo, con qué recursos técnico-científico se dispone, entre otros, que a las características naturales-ambientales. Estamos en los tiempos de las utopías posibles. ¿Es posible? Sí. Pero procediendo de manera adecuada. Este mismo reto se le plantea también al hombre de ciencia. Paradójicamente, la obra de ingeniería civil y arquitectura y en general la hecha por el hombre, de más vieja data que ha desafiado el tiempo, es la Gran Pirámide de Guiza, Egipto, construida sobre las inestables arenas  del desierto del Sahara, desafiando las grandes distancias de donde traían los materiales, enfrentando factores climáticos extremos y  los retos técnico-científico son un ejemplo ilustrativo  del logro de la ciencia, retando las condiciones más complejas. Toda investigación es un reto de la mente humana, no de las condiciones materiales.

      El título que enuncia este ensayo, es una metáfora de la validez y temporalidad del conocimiento, de sus postulados, procedimientos, de la manera de cómo se adquieren, de  la aceptación de las “verdades científicas”, que son elementos claves para arrojar luces sobre el tópico que pretendo exponer. Apunta Julián Marías, (1980) refiriéndose al filósofo griego Heráclito siglos (VI-V a. C.) que el devenir, la variación o movimiento de las cosas, el todo fluye, la realidad es  cambiante y mudable en el tiempo, no obstante, señala, que el hombre, como cosa del mundo está sujeto al devenir, es decir, a la corrupción en el tiempo. Esto, viéndolo con sentido  crítico, nos pone en aviso sobre la validez universal y la durabilidad de las cosas y por extensión del conocimiento en el tiempo, porque todo según Heráclito está sujeto a la destrucción, la mutación y los cambios. Las verdades científicas, si tomamos los consejos de este pensador, nos hacen dudar de su atemporalidad. Dos mil años duró la verdad de Aristóteles (384-322  a. C.) de la caída de los cuerpos, en la que postulaba que un cuerpo más pesado caía más rápido que uno más ligero; sin embargo, Galileo Galilei (1564-1642 d. C.) demostró su falsedad con su experimento en la Torre de Pisa, es decir,  aclaró que todos los cuerpos caen a la misma velocidad, sin importar su peso, con lo que dejó claro  la demostración que en todos los cuerpos la acción de la aceleración de la gravedad es igual sin importar su peso. La teoría  aristotélica se aceptó dogmáticamente y por criterio de autoridad científica por dos milenios a lo largo del mundo antiguo y el medieval, sin ningún cuestionamiento, lo que resultó nefasto para la ciencia. La moraleja de esto, es que aceptar los planteamientos sin someterlos a juicios de validación o demostración, sin ningún  cuestionamiento, no es la mejor actitud para el hombre de ciencia.

     En el Renacimiento, Rafael Sanzio, (1483-1520) nos dejó una de las más hermosas pinturas creada por artista alguno, el fresco: Escuela de Atenas (1509-1512), que se encuentra en la Stanza di Raffaelo (Estancia de Rafael, trad. del autor) en el  Vaticano, que pone de manifiesto toda la arquitectura del conocimiento que hasta esa época se tenía, que era el legado de la Grecia Clásica, y de algún modo todo lo que se sabía en términos de la ciencia hasta ese momento. De manera alegórica aparecen en escena Pitágoras, Empédocles, Heráclito, Parménides Sócrates, entre otros, y naturalmente las dos figuras estelares del pensamiento griego: Platón y Aristóteles, que ocupan el lugar de mayor trascendencia en el cuadro. Platón aparece con el libro Timeo y el dedo indicando hacia el cielo —el mundo de las ideas—, Aristóteles por su parte, con su libro Ética a Nicómaco, señala hacia la tierra—lo concreto, la realidad—, quien nos deja los principios de la lógica formal (deductiva), contraponiéndose a los incipientes principios de la lógica informal (inductiva); aportada por su maestro. De modo que la filosofía arranca de dos principios antagónicos, que de alguna manera, ese antagonismo irremediablemente va a ser el camino de la ciencia hasta hoy. Dos maneras del conocer, dos puntos de vista sobre la realidad. No obstante, si diéramos una mirada a la filosofía presocrática nos vamos encontrar que no todos tenían la misma opinión sobre la Physis (Física), sin embargo, los hombres de esa época de esplendor, sabían que no había nada seguro y ni definitivo en el campo de la ciencia y del saber, que la temporalidad marcaba la pauta.

     En Edad Moderna, sus fundadores, Descartes con el Discours de la Méthode (Discurso del Método, 1637) —racionalismo—y Bacón con el Novum Organum (Nuevo Órgano, 1629) —empirismo— sientan las bases de lo que va a ser la ciencia y el saber hasta hoy, dos postura relacionadas con lo que Kant más tarde va a denominar (juicio a priori Descartes) y (juicio a posteriori Bacón). Y es precisamente según Julián Marías, (1980) de la filosofía de Descartes que arranca la filosofía kantiana. Kant, citado por Julián Marías, (ob. cit) refiriéndose al racionalismo cartesiano advierte que las cosas que conozco ya están en mí, afectadas por mi subjetivad; en la Crítica a la Razón Pura (1781 1ª ed.) sostiene que éste es un principio a priori, es decir, independiente de la experiencia; en la Crítica de la Razón Práctica (1788), se opone a la razón especulativa como única vía para lograr el saber de las cosas, y se orienta en cambio a la acción, a un hacer. Kant concluye que una ciencia es un complejo sistema de juicios, por tal motivo en mi opinión, no creo, que en términos absolutos, una u otra postura, de manera independiente puedan esclarecer los problemas generales y particulares de la ciencia. Advierte Kant, el peligro que puede traer la validez universal e incuestionable de la objetividad. En esta idea planteada, conviene citar a Ibañez, (2001) quien señala que el legado cartesiano que diferenciaba dos mundos: el interior y el exterior como dicotomía realidad-interior, realidad-exterior,  hoy es algo superado. Por su parte  Wiensenfeld, (2001) en su teoría socio construccionista deja claro que la realidad no es independiente del sujeto, ella expone  de alguna forma aquel planteamiento de Heidegger en  Sein und Zeit (Ser y Tiempo), que el hombre es ser en y con el mundo, no admite la separación, porque está integrado a él, es decir el individuo no puede ser separado de la historicidad —del dasein— (ser ahí).

     Lo que viene planteando Kant; Johann Wolfgang Von Goethe (1749-1832) lo convierte en su obra Fausto (1808), que a grandes rasgos, es la tragedia de una época en que los seres humanos  han llegado a confiar en el poder omnímodo de la ciencia, creyendo que por medio de ella  habrá de alcanzar el conocimiento de todas las leyes y las fuerzas de la naturaleza,  descubrir y servirse de todas las reglas que rigen el mundo y la creación. Del drama de Goethe, Spengler (1880-1936) en su obra: (La Decadencia de Occidente, 1880-1936), [Der Untergang des Abendlandes] hizo una interpretación de la esencia del alma occidental “alma fáustica”, que pendula entre la contemplación y la acción, entre lo individual y lo colectivo, entre la radical conciencia de su finitud y el hambre inagotable de lo infinito. Que son las legítimas contradicciones de la vida humana y de su quehacer fundamental: la ciencia. Sobre este tópico en nuestro tiempo Ibañez, (ob. cit.) ha cuestionado los postulados de la ciencia positivista actual. Rechazando  los cuatro mitos de la ciencia que como legado nos ha dejado la modernidad, con  su aceptación dogmática, en estos términos: no hay un conocimiento válido y confiable de la realidad;  el objeto no es el único elemento constitutivo del mundo; la realidad no es una entidad independiente de nosotros y la verdad como criterio decisorio; de tal modo rechaza  el legado de Descartes que diferencia dos mundos: interno y externo del sujeto como dicotomía radical, constituyéndose el conocimiento como representación del mundo.

     A este respecto, varios autores  han expresado en relación a la ciencia y su método de trabajo de esta manera: que toda observación  es relativa al punto de vista del observador (Einstein); se hace desde una perspectiva (Hanson); afecta el fenómeno observado (Heisenberg); no existen hechos sino interpretación (Nietzsche), citados por Martínez, (1999). Martínez plantea que lo que puede ser bueno en las Ciencias de la Naturaleza debido a su universalidad, puede resultar funesto para las  Ciencias Humanas. En opinión de este autor, la ciencia actual, desde el enfoque cualitativo,  la   adquisición del conocimiento transita por dos niveles fundamentales: epistemológico y ontológico. El primero se orienta hacia un modelo especular debido a que no existe una realidad acabada, plenamente externa y objetiva a nuestro aparato cognitivo, por tanto lo no es un espejo donde se refleja la realidad. El segundo, parte de la idea de que nuestro sistema no es lineal en todos los órdenes de la vida: físico, químico, biológico, psicológico y sociocultural. Cabe acotar que el nivel ontológico a que se refiere Martínez es muy cambiante, es el Devenir de Heráclito, el mundo de los cambios, solo que en la actualidad está asociado a la tecnología, y  circula por los nervios electrónicos de la Tierra, la World Wide Web, la aldea global de McLuhan que contiene un mundo en paralelo: el físico y el virtual; que en algunos casos están contrapuestos. Este mundo de las contradicciones que ya desde 1971 describían McLuhan, Fiore y Agel donde había comenzado la paradoja de la pobreza en medio de la abundancia, y el hecho de que a medida de que el hombre ha avanzado en la civilización se ha vuelto cada vez más, y no menos violento guerrero, la guerra se había convertido en la base principal de organización sobre la que están  todas las sociedades modernas.

     Sfez, (2005) cuestiona el papel de la tecnología de nuestro tiempo, los grandes problemas suscitado en la “tecnópolis”, por lo que propone una teoría crítica que hurgue hasta qué punto las decisiones de lo técnico están vinculadas con lo político, y asegura la realidad de uno a través del otro, lo político se apoya en lo técnico para afirmar su poder; lo técnico aumenta con el poder político para ejercer su soberanía, para imponer en la sociedad una especie de quincallería de objetos técnicos, sus inversiones e imágenes altamente elaborados por un equipo multidisciplinario para imponer su hegemonía en la sociedad. Por tal razón Morín, (2001). Reclama la necesidad de un conocimiento cuya explicación  no sea la mutilación  y cuya acción no sea la manipulación. Advierte además,  si se puede conocer excluyendo la sociedad, excluyendo lo humano de la sociedad y de la vida… No se debe caer en una simplificación reduccionista enganchando todo el universo en una sola formula lógica. En el seno de la institución científica, es inconveniente considerar como absolutos y eternos los caracteres de la ciencia, porque sería la más anticientífica de las posiciones.                                                                                                
     Siguiendo esta idea, Baudrillard y Morín, (2003) afirman que lo paradójico de este tiempo, es que estas ideas, al igual que la emancipación nacieron en los países mismos de la dominación, también es el mundo de las contradicciones, la ciencia produce conocimientos, pero también armas nucleares, la injusticia más grave  no es material, sino social. Otro factor que hay que considerar es el individualismo, una virtud occidental, pero se ha ido trasformando en hiperindividualismo, traducido en una pérdida de solidaridad con los demás, y en egocentrismo. Bauman, (2003)  en —Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil— plantea la necesidad en la sociedad, de ídolos que le dé un sentimiento de seguridad, permanencia y estabilidad en un mundo cada vez más cambiante y dinámico. En otra obra —Tiempos Líquidos, 2009— expresa que estamos frente a una nueva realidad,  la (globalidad), para lo que pide una conciencia global para aquello que le estamos dando respuestas parciales. No existe nada sólido en la sociedad, todo tiende a derretirse, a pasar a estado líquido, a evaporarse, todo es tan superfluo; masas de seres humanos convertidos en superfluos como consecuencia del capitalismo global, el hombre pasa a personificar—señala— a aquel personaje de la novela de Robert Musil (Ulrich) que nos comenta Bauman, (2006) en “Amor Liquido”  que es la metáfora del hombre sin atributos, el sarcástico espectador, los hombres y mujeres desesperados al sentirse fácilmente descartable de la sociedad, donde la fragilidad de los vínculos humanos en la moderna “sociedad líquida”,  nada es sólido (seguro); tampoco el conocimiento.

     La “modernidad líquida” asentada en la transitoriedad, regida por las leyes de la economía de mercado, con su lógica empresarial en términos costo-beneficio, inversión-riesgo, teniendo como telón de fondo la injusticia social. Bauman, (2003) nos plantea en su obra: “Comunidad. En Busca de Seguridad en un Mundo Hostil” revisar el problema de los otros y de la otredad, en una comunidad que es sinónimo de lo que él llama “paraíso perdido”, en la que se debe evaluar las oportunidades y peligros de manera personal y cuestionar la estabilidad del mundo que es cada vez más inseguro y cambiante al igual que la ciencia. Sumado a esto, es conveniente señalar lo planteado por Angulo, (2009) refiriéndose al saber de nuestro tiempo como una “… realidad de saberes disociados, parcelados, fragmentados y el abismo entre estos y problemas cada vez multidisciplinarios, transversales, multidimensionales, globales y planetarios”, (p.42). Continúa la autora, además de predominar una visión reduccionista, simplificada al abordar la sociedad, el conocimiento o la condición humana misma, asociada al orden absoluto, al determinismo del paradigma de la simplicidad.

     Refiriéndose a la investigación y a la adquisición del saber, Kaplan y Manners, (1979), citados por Márquez, (2007) señalan: “Las metodologías no se desarrollan en un vacío conceptual; detrás de la mayor parte de ellas, explícita o implícitamente, hay una teoría que aporta su racionalidad  al enfoque”, (p.128). Sobre esta idea, Márquez Pérez, (ob. cit.) citando a Guba, (1991); Ibáñez, (2000); Sánchez y Wiesenfeld, (2002) que el método y la metodología no deben ser separados del contexto general del proceso de investigación. Por lo cual afirma Márquez Pérez, (2008) acercarse al tema de objeto a investigar exige una perspectiva múltiple que considere  la visión teórica-conceptual, la perspectiva de quien investiga y las visiones y los discursos cotidianos de los actores involucrados.

     El mundo de “ahora”, más que antes, necesita de la ciencia para resolver, no solo los grandes problemas en el seno de ella, sino también los de la sociedad, es decir, la sociedad debe ser el tema de la ciencia. Kant citado por Julián Marías, (1980) explicaba que el último fin de la filosofía es que el hombre se conozca, la verdadera filosofía no lo es  en sentido escolar, sino en sentido mundano. Habermas citado por Carr y Kemmis, (1988) en su Teoría Crítica sostiene como teoría del conocimiento, como el resultado de la actividad humana motivada por necesidades e intereses, un saber humano emancipatorio, que aporte a la reflexión, la autonomía racional y la libertad. Carr y Kemmis, (1988) están de acuerdo con Habermas cuando postulan que el conocimiento es práctica que se orienta en ayudar a emprender la superación de problemas y eliminar las frustraciones de los individuos. Schütz, (1962) citado por Rusque, (2001) propone una forma de conocer en dos niveles: el primero es el del mundo del sentido común, o mundo cotidiano, que son expresiones intersubjetivas experimentado por él en el desarrollo de la vida social. El segundo, distingue que entre el hombre de ciencia como ser humano que actúa y vive su vida cotidiana  entre sus congéneres y el pensador teórico, a quien solo le importa obtener conocimiento de validez general sobre la realidad observada; este autor centra su paradigma en la acción, es decir, focaliza su teoría en el actor y la acción, y construir los aspectos de la vida ordinaria del sentido común. Sin  embargo, cabe advertir lo planteado por Kunh, (1970) citado por Pérez Serrano, (1998) que toda investigación científica trabaja con arreglo conceptuales o paradigmas, el que adoptemos va a condicionar los procedimientos de estudio que rige la investigación en el sentido, qué investigar, cómo investigar y para qué sirve la investigación. Sabemos también que existe un modelo hipotético deductivo, cuantificable, objetivo que ha estado posicionado en la ciencia desde la modernidad.

     Este paradigma ha sido duramente cuestionado por Ibañez, (2001) quien propone sustituir el “mito de verdad”  conferido por la modernidad a la ciencia, de verdad absoluta y universal a un concepto práctico de verdad que guarde relación con nuestra vida cotidiana;  a lo que Contreras, (1994) denomina un proceso cíclico de exploración, actuación y valoración que pone acento sobre aspectos morales que pretende la transformación en la acción. Por su parte Martínez, (1999) propone una ciencia y por extensión un conocimiento que busque una orientación lógica, dialéctica, sistémica, interdisciplinaria, constructivista, ecológica, humanista, que haga justicia social y a la vida humana cotidiana, que sea al mismo tiempo rigurosa en términos de sistematicidad y criticidad. Se necesita un conocimiento según Morín, (2001) que no aísle su objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir, de una ciencia cuyo método científico considere a la ciencia como objeto de la ciencia, y el conocimiento científico como sujeto de su objeto.

     De modo que la ciencia, en términos de producción de conocimiento, en la tecnópolis de Lucien Sfez, debe ubicar a la tecnología en una propuesta crítica y teórica para establecer la relación de sus protagonistas: tekné (técnica) y polis (ciudad) al servicio de la solución de la problemática apocalíptica en que vivimos actualmente, que tiene dos coordenadas fundamentales desde el punto de vista de la ciencia: lo ontológico (contexto) y epistemológico (paradigma). Esto naturalmente plantea al decir Martínez, (1999) hallar un método que esté inserto en un paradigma; pero ese paradigma a su vez está en una estructura cognoscitiva o marco filosófico o socio histórico. De acuerdo con Kunh, (1970) citado por Pérez Serrano, (1998) toda investigación científica trabaja con arreglo conceptuales a paradigmas, y el que adoptemos condicionará los procedimientos de estudio que se sigan en la investigación. Por lo tanto no admite criterios absolutos de demarcación de la ciencia. Cabe señalar la advertencia que hace aquí Martínez, (ob. cit.) en este punto, citando  lo que opinan algunos autores en relación a la investigación científica, y su método empleado por la ciencia, expresado de esta manera: estamos condenados a su significado (Merleau-Ponty); ningún lenguaje tiene medios consistentes para definir su propia semántica (Tarsky); ninguna ciencia está capacitada para demostrar científicamente su propia base, que ningún sistema matemático  puede demostrar los axiomas en que se fundamenta (Godel); ¿Qué es la ciencia? No tiene respuestas científicas (Morín).

     Es conveniente recordar lo señalado por Gergen, (2007) que las verdades locales de las culturas científicas son esenciales para sostener sus  tradiciones, pero presumir  que lo local es universal no solo es arrogante sino impreciso. En la actualidad existen paradigmas, según Pérez Serrano, (1998) por donde la ciencia encausa sus investigaciones en el sentido que el análisis de la realidad, para lo que precisa el conocimiento y el uso de  la metodología con valor instrumental para la acción social. Pero antes de avanzar en este punto es conveniente aclarar que un paradigma no es más que un presupuesto teórico-metodológico-social en un contexto determinado con una raíz histórica y filosófica. En el campo de la ciencia ha existido un paradigma tradicional que dominó el escenario de la investigación, el cuantitativo. Sin embargo,  esta postura ha sido severamente cuestionada en estos últimos tiempos. Según Ibañez, (2001) el legado de  la modernidad lo traduce en cuatro mitos: su validez universal y atemporal; el objeto como representación del mundo; la realidad es independiente del sujeto; y la verdad como criterio universal y absoluto. En contraposición o contraste, por lo esgrimido, surge el paradigma cualitativo.

     El paradigma cuantitativo tiene entre sus representantes a Comte y a Durkheim, entre otros, este enfoque postula entre otras cosas, según Pérez Serrano, (1998) que la realidad es cuantificable,  medible, replicable, observable, única, se sustenta en el método hipotético deductivo. Rusque, (2001) considera como característica la objetividad, el empleo de estadística, asume la realidad como algo estable orientado hacia el resultado. Señala Martínez, (1999) que este modelo impone un marco teórico conceptual interpretativo para entender la realidad. Por su parte Wiensenfeld, (2001) rechaza, contrariando este paradigma, la tesis de que la realidad es externa e independiente al sujeto,  y la objetividad como forma privilegiada. Carr y Kemmis, (1988) señalan en forma crítica que el positivismo había convertido a la ciencia en doctrinaria y técnica limitada al razonamiento instrumental y a proporcionar métodos y principios para resolver problemas y producir resultados previamente determinados.

     Por otra parte quiero dejar claro, que toda ciencia tiene limitaciones, solo por citar uno: lingüístico. El lenguaje, fue un tema tratado por Platón en la antigüedad en su obra Kratylos (Cratilo, 360 a. C. aproximadamente), en ella aborda el problema sobre la naturaleza del lenguaje, el significado de las palabras, sobre si es natural o es convencionalismo, y sobre la esencias de las cosas que representa;   postulando que es un convencionalismo que se da por acuerdo de los hablantes. Esta es una de las primeras obras que trata materias referentes a la etimología de las palabras y sobre lingüística. De esto concluye el filósofo griego que el lenguaje no es una réplica de la realidad sino un pálido reflejo de ella. Estas implicaciones hay que tomarse en cuenta en la ciencia. Por ello y con razón Lincoln y Guba, (1985) citado por Wiesenfeld (ob. cit.) señalan: “…la realidad es una construcción mental inseparable de entidades tangibles: personas, eventos”, (p.122). Pero advierten además, que los significados que le dan sentido y organización, son realidades construidas en la interacción social, es decir a través de acuerdos entre sus actores. Continúa Wiesenfeld el construccionismo a diferencia del positivismo entiende la realidad como un construcción social en la que entra en juego la subjetividad de los actores, y no como ente independiente de nuestra experiencia, por tanto accesible de manera objetiva y neutra. Esta autora refiriéndose a Lincoln, (1990) expone tres características de este modelo: ontología relativista; epistemología transaccional-subjetivista y metodología hermenéutica-dialéctica.

     Por otro lado, el paradigma cualitativo, parte, según Pérez Serrano, (1998) de la teoría crítica cuyos antecedentes están en los autores: Marx, Hegel, Kant, Weber (Escuela de Frankfurt); del socio construccionismo o construccionismo social (Kenneth Gergen; Habermas); la fenomenología de Husserl (1854-1938), este último, entre su principal representante,  quien pone interés, según Rusque, (ob. cit.) en la elaboración de un marco conceptual que tiene como consigna  “volver a las cosas”, es decir, cuestionemos las cosas, nuestra cultura, nuestro modo de mirar el mundo y de comprenderlo, la forma cómo hemos sido educados y socializados para poder ver las cosas sin el velo del lenguaje y de otras estructuras simbólicas. Para Martínez, (ob. cit.) el paradigma cualitativo  se caracteriza porque puede no partir de un problema específico, sino de problemas enraizados que no se ven, sus hipótesis son provisionales, se pueden ir modificando durante el proceso, admite la formulación de objetivos sobre la marcha del estudio, se sustenta metodológicamente en los métodos hermenéutico-dialectico, fenomenológico, etnográfico, investigación-acción, historias de vida, entre otros; no se debe quedar en lo estrictamente empírico, sino que deben generar teorías.

     Carr y Kemmis, (1988) plantean además de lo que he venido tratando en este ensayo, una ciencia social crítica que sea  humana, social y política, cuya epistemología constructivista considere el conocimiento como un proceso de construcción activa y reconstrucción de la teoría y la práctica por quienes intervienen en ellas, a través de una teoría de la comunicación sistemática, de reflexión que exige la participación del investigador en la realidad social que estudia y que los participantes se conviertan en investigadores. Contreras, (1994) ha expresado en relación a este método, que su interés es mejorar la práctica, la convierte en objeto de investigación, modo en que conocer y actuar formen parte de un mismo proceso exploratorio,  que supone una visión sobre el cambio social, esto quiere decir, que hay una forma de entenderla y practicarla. Cabe recordar aquí el planteamiento crítico de Kant, en relación a los juicios (a priori y a posteriori). El primero fundamenta su validez en el puro análisis de conceptos; el segundo postula su validez en la experiencia; por ello apunta este autor, que la ciencia es un complejo sistemático de juicios: analítico (a priori) y sintéticos (a posteriori); aunque en este último Kant admite que existen juicios sintéticos a priori, aunque parezca contradictorio, son juicios cuyos predicados no están contenidos en la experiencia, sino que son universales y aumentan nuestro saber, por ejemplo. 2+2=4 es una forma de esta categoría de juicios porque sus predicados no están contenidos en los sujetos, pero tampoco en la experiencia. Los planteamientos de las matemáticas y la física, son por extensión juicios sintéticos a priori. (Kant, citado por Julián Marías, 1980). Por su parte, Habermas, citado por Carr y Kemmis, (1988), en la línea de Kant; Habermas rechazan cualquier idea de que el saber en general es producido por un supuesto “acto intelectual puro”.

     De lo que he venido planteando a lo largo de este estudio podemos ir deduciendo, que no existe una sola manera de conocer, de emitir juicios, como lo señalé anteriormente con la alegoría de Rafael Sanzio con la Escuela de Atenas, con los dos modos de conocer platónico-aristotélico; y que éste, está sujeto a la  temporalidad, de que no hay verdades eternas, que aspirar a un saber sobrehumano; de confiar ciegamente en Él, o creer que a través de él vamos a aclarar todos los arcanos de la Tierra cómo lo quería el Doctor Fausto; es riesgoso, dogmático, no olvidemos que desde Zenón (refutar, negar, confrontar), Sócrates (ironía, refutación, mayéutica),  Platón (hallar definición, contrastar),  Hegel (unir y superar los contrarios) Marx (tesis, antítesis, síntesis) el pensamiento es dialectico, contrasta, se pone en movimiento, es dinámico. El pensamiento antiguo, cuna de la ciencia de hoy, tiene sus raíces en pareceres, en puntos de vistas diversos; ya el filósofo griego Empédocles (495-435 a. C.) explicaba la complejidad de la realidad movida por dos fuerzas contrarias; argumento que señalaba también Heráclito, cuando decía que el Universo todo está expresado en una tensión que se genera entre opuestos, que todas las cosas tiene su contrario; en tal sentido intentar unificar el pensamiento es absurdo, por tanto, los modos de conocer. Yo agregaría lo relacionado con la naturaleza del problema, y sus elementos de  carácter epistémicos y ontológicos que subyacen en Él, lo que en alguna medida va a determinar el paradigma que se va a adoptar en el estudio determina la naturaleza del conocimiento. Márquez Pérez, (2006) considera que:

            “…el conocimiento es una construcción social que emerge de relaciones intersubjetivas, y que es precisamente la interacción subjetiva entre el investigador, los investigados y sus diferentes visiones del contexto económico, social y cultural, lo que permite aproximarnos, siempre de manera inacabada, a la complejidad de la dinámica social”, (p.25).

     Los cimientos y los postulados del pensamiento, desde sus inicios están sujetos al devenir, a la temporalidad, a diversas maneras de emitir juicios y de comprender la realidad; que no obstante, es interpretación, y toda interpretación como hemos visto se hace desde un paradigma, está impregnada del aparato cognoscitivo del que reflexiona, tiene algo de [Él y de Ellos], es un constructo teórico-metodológico-social  enraizado en un contexto determinado, tiene una raíz histórica y filosófica,   que está sujeto como vimos en Heidegger a la  historicidad, por ello es conveniente no creer en el poder superlativo de la ciencia como lo hizo el Doctor Fausto. Con los aspectos temporal-espacial y epistemológico-ontológico, aquí señalados, va a tener que lidiar en nuestro tiempo, el hombre de ciencia para generar conocimiento.




Palmira Correa , Caracas, D. C., Venezuela.
Sin título, 2004
Acrílico/Madera
Coleccion y fotografia Manuel Bas, Caracas, D. C. Venezuela


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Oleo-tela
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DISEÑO, CORRECCIÓN DE TEXTO Y EDICIÓN ELECTRÓNICA: Esp. Víctor A. Hernández