10 POETISAS DE AMÉRICA COLONIAL
Manuel Bas
Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el
Caribe
Instituto Pedagógico de Caracas
Caracas, D. C.,
Venezuela, noviembre de 2021
PALABRAS INICIALES
El primer
contacto que tuvo Cristóbal Colón en América fue en el Caribe: pasó por La
Española (lo que es hoy Haití y República Dominicana), Cuba, San Salvador. En
esa travesía tuvo contactos con los indios tainos quienes habitaban buena parte del Caribe:
las islas Lucayas (Bahamas, Turcas y Caicos), las Antillas Mayores o Grandes
Antillas (Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica y Puerto Rico) y el norte
de las Antillas Menores o Pequeñas Antillas: desde el este de Puerto Rico
hasta la costa occidental de Venezuela: [Islas Vírgenes, Isla de San Martín (en francés: Saint-Martin o en
neerlandés: Sint Maarten), Anguilla, Islas ABC (Aruba, Bonaire y Curazao),
Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Guadalupe y Dominica]. En 1492 existían
cinco cacicazgos taínos en el territorio de La Española, cada uno gobernado por
un cacique. Y es precisamente de esta estirpe aborigen a la que perteneció
Anacaona, una de las mujeres más extraordinarias del Nuevo Mundo, por su
elocuencia, su sabiduría y su don creativo en la escritura poética, el baile, la
buena expresión, entre otras cosas. Ocupó lugar privilegiado dentro de su tribu
como esposa del Cacique Canoabo (Señor de la Casa de Oro) y que una vez muerto
Él, tuvo la responsabilidad de asumir el cacicazgo de Maguana. Aunque fue
admirada por los españoles por su belleza singular, inteligencia y sus dotes de
bailarina, no escapó a las injusticias de los conquistadores, quienes la
condenaron a morir en la ahorca. Este hecho trágico no sepultó su legado, hoy
tanto como ayer, y quizá más, se le reconoce como una de las grandes mujeres de
las letras americanas. Componía poesías que eran celebradas en las fiestas
religiosas que se realizaban en un caney
(cobertizo de techo de palma) donde los indígenas taínos bailaban, cantaban y
decían sus poemas (Areitos).
Luego del Descubrimiento, Conquista y Colonización, los años que van desde 1770 hasta 1790 (circa), la poesía de habla española del siglo XVIII abarca los grandes temas tales como la amistad, la solidaridad, la búsqueda de la felicidad y del bien común. La trova inspirada en estas temáticas, va a ser preocupación y estudio de los eruditos de aquellos tiempos. La poesía en la Colonia Hispana en los siglos 16 y 17 le dan una importancia singular al tema religioso. Me atrevería a decir que se hacía una poesía de convento impulsada por la fe católica, como se puede constatar con las 5 poetisas aquí tratadas, de origen español que hicieron vida en (América Hispana). La orientación religiosa católica va a estar presente en el discurso poético, referido a lo piadoso y lo místico. Aunque la Iglesia no se apegó de manera estricta y ejemplar, a estos principios. Cabe delimitar que una cosa es la poesía religiosa, y otra la manera como los jerarcas del catolicismo conducían su fe. Naturalmente la invocación a Dios en sus creaciones, le va a dar el adjetivo: “poesía religiosa”. La poesía como género literario es un vehículo mediante el cual el ser humano busca comunicar a través de palabras escritas en prosa o en verso, emociones, sentimientos, pensamientos y reflexiones acerca de temas tan fundamentales como el amor, la muerte, la belleza, la amistad, la libertada vida… La Literatura religiosa, espiritual o literatura sagrada, es un modelo literario cuyo tema central es la fe católica. Dentro de ese ámbito, se trata en este trabajo a las poetisas: Sor María Juana, Doña Josefa Bravo de Lagunas y Villela, Doña María Estrada Medinilla, Doña Josefa Xaroscharo y Juana de Maldonado y Paz. Asimismo, hubo mujeres laicas, que debido a su posición social privilegiada, se dedicaron a la poesía, como fueron los casos de: Doña Antonia Monela y Santander (Mendoza, Buenos Aires), dedicada a la escritura epistolar; Gerónima Velazco o Jerónima Velasco conocida también como Jerónima de Velasco de Ladrón de Guevara (Quito, Ecuador) representante de la literatura barroca o preciosista y Doña Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor (Lima, Perú). Esta última musa, según Gisela Pagés (s. f.) mantuvo el cetro de la dramaturgia y el teatro en Lima, en la mitad del siglo XVIII. Estas tres mujeres ocuparon posiciones importantes y fueron aplaudidas por sus creaciones por la sociedad de aquellos tiempos.
Cabe
recordar además, que la presencia de la mujer en el campo literario por razones
diversas ha estado presente en menor cuantía que la del hombre. Sin embargo,
las que se dedicaron a la actividad conventual, gracias a su modo de vida la
alejó del modelo del común de vida de las mujeres de su tiempo, el no haberse casado,
ni dedicarse a criar hijos, ni depender en términos absoluto de un marido, le
permitió disponer de tiempo en el convento para escribir, poesías influenciada
por la fe católica, considerado como un acto devocional, y que ellas pudieran
realizar este tipo de jornada intelectual, negadas para muchas. Y las laicas,
de posición social relevante, dispusieron del divino ocio para la creación
poética. Recordemos, aunque en número
muy reducido, las mujeres nacidas en América Hispana de estirpe española tenían
ciertos privilegios con que no contaban las mujeres de estratos sociales bajos.
Esto definitivamente les allanó el camino. Transcribo en este algunos de sus
poemas respetando los anacronismos lingüísticos presentes en ellos, propios de
la época en que fueron escritos.
En América del Norte, algunos poetas se
inspiraron en lo que se conoce como doctrina cristiana no ortodoxa, fue el caso
de Phillis Wheatley en Boston. Wheatley perteneció a la Iglesia Congregacional,
cristianismo protestante de visión calvinista, tuvo tres hijos con su marido
John Peters. Muere a temprana edad. Su poesía gira en torno temas cristianos y
a personalidades de la Revolución Norteamericana, como fue el caso del poema
escrito en honor a George Washington titulado: His Excellency General
Washington (Su Excelencia el General Washington); por cierto, fue leído por
Francisco de Miranda, y fue allí donde encontró la palabra Columbia, que
adaptaría como nombre para su archivo y Proyecto: Colombeia, referido a la Independencia
Hispanoamericana (independizar las colonias españolas y reunirlas en una sola
nación que recibiría el nombre de Colombeia). Es un poema inspirador, donde
dice: “Escribo las escenas de gloriosos trabajos de Columbia. / Cuando los
poderes galos encontraron la furia de Columbia / Porque en sus esperanzas
prevalece el brazo de Columbia. / ¡Ah! ¡Cruel ceguera al estado de
Columbia! / Adelante, gran jefe, con la virtud de tu lado”. Cabe aclarar que la palabra Columbia es
un neologismo neolatino (versión del latín, usada tras la Edad Media;
en las principales publicaciones científicas y en el lenguaje científico
internacional desde c. 1375 hasta c. 1900) fundamentado en el apellido
de Cristóbal Colón. La terminación (ia) es común en los nombres en latín
de los países, verbi gratia, Britannia (Gran Bretaña), Gallia
(Francia), Hispania (España). El concepto puede ser interpretado como
la tierra descubierta por Colón. Asimismo puede ser representado como la personificación
femenina de los Estados Unidos de América y un término histórico para
referirse al continente americano y al Nuevo Mundo. Ha inspirado los
nombres de muchos lugares, organismos, instituciones y empresas del Hemisferio
Occidental, entre ellas la del Generalísimo Francisco de Miranda. La Estatua de
la Libertad ha desplazado a Columbia como la representación personificada
femenina de Estados Unidos desde alrededor de 1920. Wheatley ha sido reconocida como la primera
escritora negra en publicar un libro en los Estados Unidos. Su obra: Poems
on Various Subjects (Poemas sobre Varios Asuntos) fue publicada dos
años antes de que comenzaran la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
EL ESCARPADO
CAMINO DE LAS POETISAS
En
estas líneas no voy hablar de poesía femenina ni masculina. Voy a hablar de
poesía. No creo que el género, en términos absolutos, sean determinantes en los
temas de lo que se escribe y su trascendencia, posiblemente, influyentes, sí.
Como tampoco las ideologías, credos, religiones, en término reduccionista;
aunque existen autores que han sido influenciados, por Éstos y de otra
naturaleza. Como son algunos casos que nos ocupan aquí. Por razones diversas,
que tiene que ver con nuestra historia remota y sus modelos de sociedades, las
mujeres han encontrado muchos obstáculos para expresar a través de la palabra
hablada o escrita, sus sentimientos y pensamientos. Ha habido mujeres que han tenido
que ir en contra de los convencionalismos de su tiempo. En una sociedad tan
patriarcal como la antigua Grecia, por ejemplo, con grandes diferencias y
desigualdades entre hombres y mujeres, estas últimas sometidas al poder
político, jurídico y social del hombre, no impidió que muchas de ellas
brillaran hasta el presente. Cabe recordar, que en este modelo de sociedad,
donde la mujer no era considerada ciudadana, tuvo que hacer un esfuerzo
sobrehumano para lograr notoriedad. Los casos de Safo de Lesbos, en la poesía; Aspasia
de Mileto, como maestra de retórica; Friné, modeló para el escultor Praxíteles,
en quien se inspiró para esculpir la figura de Afrodita; Olimpia de Epiro, como
hábil política; Roxana, acompañó a su marido Alejandro Magno en la campaña de
la India en el año 326 a. C.; Hipatia, fue maestra y filosofa de la
Escuela Neoplatónica, quien destacó además en los campos de las matemáticas y
de la astronomía. Estas mujeres dejan fuera de toda duda lo que vengo
afirmando. Esto solo para ilustrar este asunto.
En el campo de las letras no
ha sido diferente. Ha logrado abrirse camino, no sin dificultades. En el siglo 19, muchas mujeres escritoras tenían que publicar con un
seudónimo de hombre para que las tomaran en serio.
Según Bonilla (2010), Émily Brontë y sus hermanas tuvieron que usar
seudónimos para ser consideradas por los editores. Estas fueron mujeres que su
trabajo se encuadraba dentro del romanticismo. Brontë, publicó su novela Cumbres
borrascosas bajo el seudónimo de “Ellis Bell”. Entrado el siglo
XX el panorama cambió drásticamente. La escritora londinense, Virginia Woolf
(1882-1941) en 1905 comenzó a escribir para el suplemento literario del Times,
en 1915 publica su primera novela: Fin
de Viaje. Que mucho de sus críticos la consideran, tediosa por su fuerte
tendencia hacia el racionalismo doctrinario. Lo importante de ella es su legado
literario. De igual manera, Marguerite Yourcenar, escritora belga, autora
de Memorias de Adriano. El
protagonista de esta novela tiene un final trágico. Muchas de las personas que
la han leído, les hacen pensar que no se trata de una escritora sino de un
escritor. Esto echa por tierra el mito de que las mujeres no escriben solamente
novelas de corte amoroso. Otro caso es el de Mary Shelley, autora de la obra Frankenstein. Por cierto empleó el
nombre de casada. El nombre de pila de esta londinense es: Mary Wollstonecraft
Godwin. Cabe recordar, según la crítica, es la primera novela de ciencia
ficción moderna. Sin embargo, a pesar de los logros en cuanto a reconocimiento
a la mujer escritora, sigue aún, quizás en menor grado, un hado de prejuicio latente.
Ser mujer es una empresa difícil. Mujer y
escritora más aún. Hubo una época en que las mujeres ni escribían ni leían,
porque era un espacio exclusivo para los hombres. Esto, paradójicamente se
debía a preceptos religiosos. Por ejemplo, las religiones: judaísmo,
cristianismo e islam confían la interpretación de la Escritura a los hombres.
La Biblia, la Torá y el Corán son asuntos de ellos. La
misión de la mujer, según los convencionalismos de los tiempos, era tener hijos
y atendieran las tareas de la casa, en ningún caso, se dedicaban a la labor
intelectual. En la Edad Media, esta actividad estaba restringida a las que
deseaban abrazar el celibato o a las laicas nobles, para cuyo propósito el leer
y escribir, era ser la primera maestra en la alfabetización de la prole. La
excepción eran las religiosas, lo que explicaría de alguna manera, la escritura
de las autoras que refiero en este trabajo, al menos dentro del ámbito de la
Iglesia Católica. Recordemos que, Juana de Arco, conocida como La Doncella de Orleans,
heroína de Francia por su papel al final de la Guerra de los 100 años, terminó
en la hoguera acusada por la Inquisición de herejía. Aunque el 16 de mayo de 1920, fue canonizada por
Benedicto XV y sus restos reposan en la
Basílica de San Pedro. Pero el mal estaba hecho, murió injustamente.
No obstante, estos obstáculos no impidieron, que algunas mujeres, escribieran y publicaran sus obras literarias, muchas de ellas escondidas detrás del anonimato. En un mundo por cierto sin derechos para ellas, cabe recordar. Otras emplearon el seudónimo masculino para solaparse, y de esta manera llevar su trabajo al público. Y en el mejor de los casos, si se le permitía (cosa muy rara) eran considerados textos menores por el simple hecho de estar escritos por una mujer. La ocultación de su nombre a través del anonimato o del seudónimo (en muchos casos masculino), las condenó a la exclusión del listado de mujeres que dejaron su huella en la literatura. Se ganaron además el menosprecio de editores y críticos. Al respecto, pero en el campo de las matemáticas, cabe citar a Yanes (2020), quien escribió un reportaje titulado: Un nombre en clave para la primera científica española, referido a una figura excepcional en la ciencia de España: María Andresa Casamayor de La Coma, considerada la única mujer de ciencia del siglo XVIII que dejó obra publicada que se conserva, quien por motivos de los prejuicios de su tiempo, tuvo que recurrir al seudónimo masculino: Casandro Mamés de La Marca y Araioa, lo que hizo que de alguna manera preservara oculta su identidad, fue la autora del libro Tyrocinio Arithmetico, Instrucción de las quatro reglas llanas,1738 (itálicas añadidas), una obra destinaba a facilitar el aprendizaje de la aritmética básica: suma, resta, multiplicación y división; ejemplar que se conserva en la Biblioteca Nacional de España.
Asimismo existía una relación
enfermiza de la mujer escritora con el matrimonio. Cabe mencionar el caso
de María
de la O Lejarraga,
quien resultó conocida por los apellidos de su marido. O acabar en el caso
extremo del suicidio, como fueron los casos de las autoras estadounidenses: Sylvia
Plath y Emily
Dickinson. O el empleo en el relato el pronombre “El”
cuando se refiere a una mujer, como fue el suceso de la británica Úrsula K. Le Guin.
Como se sabe, la literatura ha sido tradicionalmente un espacio creativo
reservado a los hombres, al menos hasta principio
del siglo 20, cuando se comenzaron a ver lentos cambios, como comenté en líneas
precedentes. Sin embargo, en el siglo XXI, aparecen otros factores que son
obstáculos, como lo revela este trabajo publicado en el portal Web Aleteia por Jaime Septién (2016 / 2017): 500 millones de mujeres no saben leer ni
escribir. El analfabetismo y la
pobreza tienen rostro predominantemente femenino. Esto es realmente deplorable e inhumano.
Sobre todo en una sociedad de nuestros tiempos, que se atrevió construir en la ciudad de Dubái el edificio
Burj Khalifa de 830 de altura incluyendo
la antena, y sus 530 pisos. Por cierto una urbe donde se desaprueba el escote, los
pantalones por encima de las rodilla y a la cadera a las mujeres ¿Dónde estamos?
En el caso del otorgamiento
a la mujer el Premio Nobel no es distinto, a pesar de haber dejado atrás las
mujeres tantos obstáculos. El portal Web Expansión Mujeres, el 5 de octubre del 2021, publicó el
titular: ¿Cuántas
mujeres han ganado el Premio Nobel?, en el que señala la inmensa brecha existente
entre mujeres y hombres que han recibido dicho galardón, naturalmente siendo estos últimos los favorecidos. Señala que en 119
años de historia hasta el presente, les ha sido otorgado a 934 personas. De
este número, casi el 94% son hombres (876) y tan sólo el 6% (58) fueron
mujeres. ¿Incapacidad?, no lo creo. Prejuicio, tal vez. En el campo literario
solo 16 mujeres lo han obtenido de 117 premios asignados. Esta brecha
significativa, ha conllevado que los otorgantes se hagan un examen de
conciencia, como ocurrió en el año 2018 con Göran K. Hansson, Secretario
General de la Real Academia de Ciencias de Suecia, quien emitió una carta a los
científicos para que tuvieran más cuenta el género femenino a la hora de hacer
sus deliberaciones.
En el campo de las publicaciones todavía existe una profunda brecha del hombre sobre la mujer. La Editorial El Libro Español (Comp.) publicó en 1967, en México, el: libro 500 Poesías Famosas de la Literatura Universal, donde aparecen 425 autores, de países de todo el mundo: Arabia, Cuba, México, Uruguay, Argentina, Colombia Italia, España, Brasil, Grecia, Francia, Puerto Rico, Venezuela, Dinamarca, Checoslovaquia, Portugal, Perú, Nicaragua, Chile, Inglaterra, Rumania, Canadá, Panamá, Israel, Alemania, Austria, Paraguay, Rusia, Ecuador, Bélgica, Polonia, Honduras Islandia, Guatemala, Suecia, Japón, India, Bolivia, Irlanda y Estados Unidos, de los cuales, tan solo 17 son mujeres, figuran en la obra las siguientes poetisas: Concha Méndez, Rosalía de Castro, Carolina Coronado, Ernestina de Champourcin, Concha Espina (España), Laura Méndez de Cuenca, Margarita Mondragon, Josefa Murillo, Juana Inés de la Cruz, María Luisa Denison, Clara Ferrer (Mexicana), Gabriela Mistral, María Monvel (Chile), Cristina Georgina Rossetti (Inglaterra), Idzumi Sikibu (Japón), Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, Raquel Sáenz “Aspasia” (Uruguay), Alfonsina Storni (Italia-Argentina), Claudia Lars (El Salvador).
En
otra, realizada por Bergua (Comp.) en 1965 realizó la investigación: Las mil
mejores poesías de la Lengua Castellana (Ocho siglos de Poesía Española),
publicada en Madrid por Ediciones Ibéricas, la cuales reúne 268 poetas de
países tales como: de España y de América Latina que abarca desde los siglos XII
al XX, de los cuales 16 son mujeres:
Gabriela Mistral (Chile), María Josefa Mujia (Bolivia), Juana de Ibarbourou (Uruguay),
Mercedes Quintero “Alma Flor” (El Salvador) Juana Barreno (Cuba), Santa Teresa
de Jesús, Carolina Coronado, Concha Espina, María Teresa de Sáenz, Rosalía de
Castro, Cetina Gutiérrez de Madrigal, Gertrudis Gómez de Avellaneda, María
Fernández Vidal (España), Juana Inés de la Cruz (México), Alfonsina Storni (Argentina),
y Salomé de Enrique (República Dominicana), y 16 poetas anónimos. Hay razones
para especular si dentro de estos anónimos está oculta una mujer o varias
mujeres.
En Venezuela, el poeta
venezolano, Luis Edgardo Ramírez en 1976, hizo la compilación: Repertorio
Poético, donde recoge 169 poetas de los cuales tan solo 12 son mujeres. No
puede ser considerada estrictamente una antología española ni latinoamericana
porque incluye a los poetas: Paul Geraldy (Francia) y J. Copper (EE. UU.). Esta
compilación, a diferencia de las tres anteriores, se evidencia un marcado gusto
por los poetas de Venezuela, los que son mayoría en el libro, donde resalta, naturalmente, Andrés Eloy
Blanco, y otras tantos de renombre, en menor cuantía de poetas tales como:
Antonio Arráiz, Alberto Arvelo Torrealba, Tomás Alfaro Calatrava, Rafael María
Baralt, Aquiles Nazoa, Ángel Celestino Bello, Luis Pastori, Juan Antonio Pérez
Bonalde, José Rafael Pocaterra, Andrés Bello, entre otros. En esta obras como
las anteriores nombradas, y las que siguen, la presencia femenina
estadísticamente es poco representativa, no así en la calidad lírica. Se tiene
en este repertorio las siguientes poetisas: Lilia Borjas, Ofelia Cubillán, Roselia
Narváez, Aileén Parra, Luisa del Valle Silva, Lucila Velásquez, Lila Meléndez,
Flora Delmis (Venezuela), Alfonsina Storni (Argentina), Juana de Ibarbourou
(Uruguay), Gabriela Mistral (Chile), Nelly Fonseca Recavarren (Perú). Estas
poetisas mayoritariamente venezolanas, de las 12, quizá obedezcan a que quien
las seleccionó es el poeta venezolano Ramírez, que a su vez, junto con las de
las otras nacionalidades, representan un exiguo número comparativamente, con
los poetas aquí presentados.
En otra ontología, titulada:
Antología Poética Universal, publicado en Madrid, España por Editorial
Alfredo Ortells, que en su nota del editor expresa lo siguiente: “… conformada
por una selección minuciosa de las mejores poesías de los más destacados bardos
contemporáneos” (p. 6). Se reúne, en
este volumen que el autor-editor dedica a Venezuela, 284 poetas, de los cuales
30 son mujeres: Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, Yolanda Lleonart
(Uruguay) Clementina Arderiu, Remedios García de la Bárcena, Ernestina
Champourcín, Susana March Alcalá, Ángela Martínez Guerrero (España), Yolanda
Bedregal de Cónitzer, Alcira Cardona, María Josefa Mujia, Adela Zamudio
(Bolivia), Lilia Borjas, Flora Delmis,
Teresa de la Parra (Venezuela), Juana Borrero, Virginia C. de Ponzoa (Cuba),
Sor Juana Inés de la Cruz (México), Flor Bela Espanca (Portugal), Nelly Fonseca
Recavarren (Perú), Margot Guezúraga, Alfonsina Storni (Argentina), Aneta Greiff
de León (Colombia),
Sara Hübner
de Fresno, Gabriela Mistral, Ercilia
Brito Letelier “María Monvel” (Chile), Margarita del Carmen Brannon Vega
“Claudia Lars” (El Salvador), Cecília Benevides de Carvalho
Meireles “Cecilia Meireles”, Renata Pallottini (Brasil).
Merece reseñar además la
antología Cien +
20 poetas orientales, compilada por Flores, Medina, Guayke y Ordaz (2010), donde
se documentan 120 poetas de los estados de la región oriental de Venezuela.
Figuran en ella 18 poetisas: Teresa Coraspe, Ada Pérez Guevara, Luisa del Valle
Silva y Mercedes de Pérez Freites (Anzoátegui), Luisa Teresa Sosa, Ligia Elena
Rojas Millán, Conchita Abreu Rescaniere, Ramonetta Gregori, Coromoto Renaud y
Rosa Anka (Monagas), Magaly Salazar, Emira Rodríguez y Margarita Esparta (Nueva
Esparta), Rosa Alarcón Blanco, Luisa Esther Larrazábal, Josefina Urbáez de
Flores y Silene Sanabria (Sucre), ubicados cronológicamente desde 1781,
nacimiento de Gaspar Marcano (Estado Nueva Esparta) hasta 1949.
En tiempos coloniales, según Gutiérrez (1869) en América Latina, estuvieron
activas escribiendo poesía: doña Antonia Monela y Santander, doña Gerónima
Velazco, Sor María Juana, doña Josefa Bravo de Lagunas y Villela, doña Manuela
Carrillo de Andrade y Sotomayor, doña María Estrada Medinilla y Josefa Xaroscharó,
por cierto, ningunas de estas autoras, no aparecen en las antologías poéticas
antes referidas. Exceptuando la compilada por Flores, Medina, Guayke y Ordaz
(2010) por su carácter local (localizada en la zona del Oriente de Venezuela.
El caso de los eventos poéticos no ha sido
distinto. En el año 2004 el Ministerio de
la Cultura de Venezuela organizó el Festival Mundial de la Poesía donde
asistieron 64 poetas de: África, Norte América, América Latina, Asia y Oriente
Medio y Europa, en dicho evento solo participaron 14 mujeres: Amina Baraca (EE.
UU.), Louise Warren (Canadá), Rosa Alice Branco (Portugal) Nicole Laurent
Catrice (Francia), Lauren Williams (Australia). Vale reconocer, que en América
Latina, el país anfitrión: Venezuela, fue el único donde estuvo la presencia de
la mujer de los países asistentes y en mayor cuantía. Participaron por
Venezuela: Ximena Benítez Vargas, Teresa Coraspe, Mireya Kripín, María Isabel
Novillo, Mimina Rodríguez Lezama, Wafi Salih M., María Jesús Silva, Ana Enriqueta Terán y Lotty
Ipinza. Es posible que la mayor concurrencia femenina de este país se debiera a
que era el país anfitrión y promotor. El consuelo de lo que he venido disertando
en líneas precedentes, es que la mujer no se rinde. Si tuviera que atribuirles
unos adjetivos dignos de su estirpe, serían: valentía y talento, y esto los
números no lo pueden opacar.
LA FLOR DE
ORO DE LOS AREITOS
Hablar del areito caribeño
es hablar de Anacaona. Y es al propio tiempo, ratificar la existencia de la
poesía autóctona de lo que va a ser conocida a partir del Descubrimiento de
América en 1492. Donde esté el ser humano presente, habrá poesía, pues Ésta es
creación del espíritu. El ser humano es un creador por naturaleza. El mismo
nombre Anacaona tiene un halo poético. La poesía siempre va a ser expresión de
lo que somos como pueblo, por ello, la expresión más genuina del pueblo taino
es el areito, y la más rancia representación de esta poesía-danza ceremonial
para transmitir las costumbres: es Anacaona, teniendo como morada o escenario
el batey (plaza ceremonial), donde brilló La Flor de Oro del Areito taino. Sin
más demora dedico unas líneas a la Flor de Oro de los Areitos: Anacaona.
Anacaona o Anacahona. Anacaona, en lengua taina: Flor de Oro, Princesa taina, la última Princesa
del Caribe. Una
de nuestras grandes poetizas aborígenes, quizá la más conocida, fuera del
círculo de intelectuales, por la canción del compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso: Anacaona, con que empieza el LP publicado en
1971 de Cheo Feliciano
(José Luis Feliciano Vega) quien la interpreta, considerada uno de sus temas
clásico. La letra, narra el cruel asesinato de una reina taína en manos de los
conquistadores españoles. En la voz del intérprete se aprecia la rabia por la
injusticia que recibió la reina taina. Nació en 1460 en la isla Bohío, con la
llegada de Colón fue bautizada como La Española (lo que es hoy Haití y
República Dominicana), Antillas Mayores. Con su marido Canoabo o Caunaboa, Señor
de Maguana, tuvo a su hija: Higüemota. Era una Cacique, hermana del cacique de Jaraguá, Behequio.
Fue testigo de los enfrentamientos entre indios y españoles. A la muerte de su esposo se fue a vivir con su
hermano, en quien tuvo gran influencia. La reina Anacaona fue amiga de los
españoles y estos celebraron siempre su preclara inteligencia,
Bartolomé de las Casas, citado por Arranz
(s. f.), dice de ella lo siguiente: “una notable mujer, muy prudente, muy
graciosa y palanciana en sus hablas y artes y meneos y amicísima de los
cristianos. Fue también reina de la Maguana, porque fue mujer del rey Canoabo”
(p. s / n). Pedro Martir de Anglería, según Arranz (ob. cit.) dice de ella:
“cortés y chistosa y prudentísima, y había persuadido a su hermano que,
enseñado con el ejemplo de su marido, tratara bien a los cristianos, les
obsequiara y obedeciera” (ibídem). Se sabe, que cuando Bartolomé Colón, hermano
de Cristóbal Colón, se preparaba con sus tropas, luego de fundar Santo Domingo,
para dirigirse hacia el cacicazgo de Jaraguá con el propósito de someter al
cacique Behequio, Éste, aconsejado por su hermana Anacaona, decidió no
enfrentarse al conquistador y reconocer la soberanía de los Reyes Católicos,
comprometiéndose además a pagar el tributo con los productos de su cacicazgo:
algodón, cazabe, maíz, hutías, pescados y otros productos. Bartolomé aceptó
esta propuesta siendo agasajado con fiestas por los aborígenes.
Era una mujer agraciada, notable, prudente
e influyente, de gran expresividad en el hablar, en las artes, y en el baile.
Era una compositora de areitos (poesía), a quien por el trágico fin de su vida
le dedicaron areitos en su honor, donde danzaban sus criadas todas solteras, pues
nunca quiso que en sus areitos estuvieran doncellas casadas. Los areitos en el
Caribe antillano representaban acontecimientos de la vida de los pueblos. La
danza ceremonial en la región ocupó un lugar preponderante en la vida social.
El cacique participaba en las grandes fiestas anuales en honor a su más grande
deidad: el Sol, astro de más grande significado para la tribu taina. También están
presentes en estas festividades las divinidades menores. Los areitos
remembraban además eventos que se referían a lo sagrado y a lo profano. Los
areitos de acuerdo con Ortiz (1950) citado por Guerra (1998) fue la máxima
expresión de los tainos antillanos en las artes musicales y poéticas, que
sintetiza un conjunto de música, canto,
baile y pantomima que se hacían en los
actos litúrgicos, ritos mágicos, epopeyas, historias tribales, diversiones,
funerales, matrimonios y en general lo
referido a la vida cotidiana. Uno de los areitos más conocidos, según
Ortiz (1950) citado por Guerra (ob. cit.) es el areito Anacaona.
Para Pedro Mártir Oviedo citado por Sánchez de Fuentes (1928) los
areitos:
eran las rimas o romances que entonaban los
naturales de nuestra Isla. Cantaban y bailaban a un tiempo mismo, recordando
sus historias con el recitado del monótono canto con que se acompañaban, y que
era interpretado por todos, en forma de coro, o individualmente, por el guiador
de la danza o relato, cuyas palabras repetían todos, hasta que el bastonero o
director terminaba su historia. Tomándose las manos unas veces y trabándose
otras de brazo a brazo, seguían todos los ritmos de la música con el cuerpo,
dando algunos pasos adelante y atrás. El relato duraba a veces desde uno a otro
día, y según el testimonio del padre Las Casas, los areítos
constituían sus fiestas y danzas (p. s /n).
Por investigaciones diversas realizadas
se sabe que el areito y la poética de los indígenas de América no estuvo
ausente del fenómeno de mixtificación, cosa que ha ocurrido en todos los
lugares de la América Hispana, por esta razón la música de los aborígenes, si
perdió su pureza con la conquista, al adoptar una escala distinta, y una nueva
forma, aunque conservó cierto encanto de primitivismo. Antonio Bachiller y
Morales (1883) en su obra: Cuba Primitiva. Origen, Lenguas, Tradiciones e
Historias de los Indios de Las Antillas Mayores y Las Lucayas el
areíto de Anacaona, lo llama areíto antillano. Este autor en la obra citada,
dice que en Las Antillas solo se encuentra una referencia a la reina Anacaona,
con música y letra de una canción que dice de esta manera
Aya bomba ya bombai (bis)
La
Massana Anacaona (bis)
Van
van tavana dogay (bis)
Aya
bomba ya bombai (bis)
La
Massana Anacaona (bis) (p. 44).
Se sabe, que al principio las relaciones
con los españoles llegados a la isla, con los aborígenes, eran cordiales, al
pasar el tiempo, cometieron abusos contra sus mujeres, lo que hizo que fueran
considerados una amenaza. Esa fue el motivo por la cual, a los españoles de la
tripulación Santa María, que había encallado, y que no pudieron regresar a
España, quienes con los restos de la embarcación construyeron el fortín La Navidad, fueron éstos
masacrados por los aborígenes al mando del cacique Caonabo, con el apoyo de su
cuñado Bohechío. A su regreso el 28 de
noviembre de 1493, Colón se
encontró con el fuerte destruido y 39 españoles asesinados.
Esto fue la antesala de la enemistad
surgida entre conquistadores e indios. Hacia 1501,
fue nombrado gobernador de las Indias el comendador de Lares fray Nicolás de
Ovando y Cáceres, quien poco después, quiso llevar a cabo una política de
pacificación de la isla, con los cacicazgos del Higuey y de Jaraguá. En 1504,
tras el rumor que se preparaba un alzamiento en su contra, el gobernador Ovando
envió 370 hombres bajo el mando de Diego Velázquez de Cuéllar a Jaraguá,
gobernado por Anacaona tras la muerte de su hermano Behequio. Esta visita tenía
como pretexto mejorar las relaciones entre los conquistadores y los indios. Cosa
que no era cierta. Anacaona reunió a numerosos caciques de la zona y un gran
recibimiento con bailes y fiestas como lo había hecho tiempo atrás con
Bartolomé Colón. Congregados los indios en un caney, comenzaron a cercarlos y a
una señal acordada, la caballería con lanzas y espadas arremetió violentamente
contra ellos, prendiendo fuego a la casa y de Anacaona, muriendo 84 caciques,
otros lograron huir, incluyendo a Anacaona, según Diego Méndez.
Tras una intensa búsqueda, Anacaona fue
apresada por los soldados de Ovando y acusada de instigación contra los
españoles, fue llevada a Santo Domingo, 3 meses después, fue juzgada y
sentenciada a morir ahorcada por conspiración, en el año 1504. Este hecho
abominable hizo que muchos de sus caciques se levantaron contra los españoles
matando a algunos de ellos. Este suceso es considerado por los historiadores
como uno de los más crueles de su gobernación. La reina tuvo un infeliz
destino, una ignominiosa suerte… A tal punto que llegó a los oídos de la reina Isabel,
quien se excusó. Sin embargo, su muerte la inmortalizó, pues paso a la historia
como una gran cacica, pero cuya arma más poderosa fue su expresión poética.
5 POETISAS DE CONVENTO
Se sabe, que la mujer en la colonia, se
desempeñaban por lo general como “amas
de leche” (nodrizas), muchas de ellas servían en casas de monjas, las
campesinas se desempeñaban como vivanderas y artesanas, otras atendiendo fondas,
como se le llamaba en la época los sitios de alojamiento y servicios de aseo y
comedor a cambio de dinero. Venían con la intención de mejorar su condición
social. Aunque en menor número hubo mujeres que cumplieron la función de
gobernadora como fue el caso de Beatriz de La Cueva en Guatemala y otros cargos similares, incluso hubo mujeres
que se dedicaron a la poesía. Se conoce, que en tercer viaje de Colón se
embarcaron 30 mujeres a petición de los Reyes Católicos. El reportaje titulado:
“Ellas también hicieron las Américas”, publicado en rotativo Web,
El País, señala que se ha comentado y
se ha escrito de la participación del hombre, del caballo e incluso del perro
en la conquista de las Indias Occidentales, pero muy poco acerca de la
participación de la mujer en los acontecimientos del Descubrimiento, la Conquista
y la Colonización de las tierras americanas, señalaba, Juan Francisco Maura. No
se sabe con precisión cuántas mujeres llegaron a América porque muchas de ellas
no figuran en los registros y otras viajaron ilegalmente. Se conoce que entre
1509 y 1607, según la investigadora Mar Langa Pizarro, 13.218 mujeres, entre
ellas, algunas poderosas, viajaron a América. En este mismo portal Web,
apunta Pérez Canto, que en el sueño
transoceánico el 60% de las mujeres eran solteras. Emigraron ricas, pobres,
religiosas, prostitutas o aventureras. Otras seguían a sus maridos, padres,
hermanos, altos funcionarios con séquito, pero otras muchas viajaron solas
buscando marido que no siempre encontraron, sostiene, Pérez Canto. Existían
trabas migratorias que prohibía viajar a judíos y moros conversos, acusados de herejía, por lo
cual se creó en América Hispana la Inquisición, a través de tres tribunales:
Lima y México fundados en 1569, y el de Cartagena de Indias, fundado en 1610.
Su función principal era frenar que personas al margen de la fe católica pasaran
a América.
Asimismo, según Pérez (2012), la
emigración europea hacia América en la Colonia era predominantemente masculina.
Se estima que entre el 80 y 90% de los emigrantes eran hombres, la mayoría
solteros, la migración se concebía como una empresa que buscaba el enriquecimiento
con vistas a un pronto retorno. Por el contrario, muchas de las mujeres, lo
hacían como parte de un proyecto de emigración definitiva, junto a sus familias
y dentro del marco legal de la época. Claro está algunas lo hicieron
ilegalmente como aventureras. Otras tantas en misiones religiosas. Según la
Biblioteca Nacional de Chile (2018), entre los siglos XVI y XVIII, el convento
femenino servía de prácticas espirituales ascéticas y místicas en América.
Cumplieron una función misional al transmitir los modelos de la vida religioso,
además de ser sitios de resguardo e instituciones de enseñanza para mujeres
españolas, mestizas y niñas huérfanas. Fueron lugares de recogimiento, de formaron
para constituir espacios para la reflexión personal y permitir procesos de
autoconocimiento y adquisición de conciencia de sí, lo que hizo del convento
una metáfora del mundo interior de las personas de vida conventual. Este modo
de vida transcurría en el rezo del oficio y los ejercicios espirituales: oración,
meditación, mortificación (ascetismo). Dicha reglamentación disponía
también de la vida interior, creando formas de subjetividad que se manifestó en
el relato conventual y la escritura de monjas. Este fue el caso de 5
poetisas a aquí tratadas.
Sor María
Juana. (1696-1748). Juan María Gutiérrez (1869), dice que es una monja
capuchina que estuvo activa en Lima, Perú. Se dedicó a escribir poesía sagrada,
catalogada por este autor, como una de las más preciosas de nuestras Indias
Occidentales. En esta ciudad compuso poesías de fiestas fúnebres para los virreyes,
de exaltación al trono de monarcas, muy frecuente en el Perú de la época.
Considerada la “piadosa Musa”. Dice Gutiérrez (ob. cit.) de Sor María Juana, lo
siguiente: “consagró su estro a la honra y gloria del Esposo eterno a quien
había consagrado su alma; y como fruto de este comercio de inspiración y amor, legó al mundo a que ella había
renunciado, un trono de poesías
sagradas” (p. 29). Esta cita define sin dudas el carácter de su poesía.
Castañeda y Toguchi (s. f.), dicen sobre esta religiosa que escribió 5
coloquios para servir de recreación a las monjas, sus hermanas religiosas. Según
estas autoras la poesía de esta monja capuchina brilló en la segunda mitad del siglo XVIII. Gutiérrez (1869) ha dicho
que, Sor María Juana vino a la luz en una época de fiestas fúnebres y de
exaltación de algún monarca del Perú. Llano
Zapata, citado por Gutiérrez (1869) señala que sus composiciones
muestran un espíritu sublime y un profundo conocimiento místico. Su inclinación
poética no se opacó, pues, los monasterios femeninos estaban en su mayor auge y
atraían la atención de modo muy especial.
Según Hormigón (1996) se
desempeñó como escritora y religiosa, nacida en Abancay, Perú el 3 de julio de
1696, murió en el monasterio de las Capuchinas de Cajamarca en 1748. Sor María
Juana, era un seudónimo, su nombre verdadero era Josefa Francisca Azaña y
Llano, nombre conventual lo eligió
cuando tenía veinticuatro años, profesó la religión católica en el convento de
Jesús María de Lima. Era hija del general don Pedro de Azaña Solís y Palacio, y
de la dama doña Juana Ruiz de Llano, ambos españoles nacidos en Lima. En 1698
la familia entera se trasladó a esta ciudad, en contra de la voluntad de sus
padres, se dedicó a la vida religiosa. Estuvo desde 1720 hasta 1748 en el
mencionado convento limeño de donde salió este último año para hacerse cargo de
la abadía de un nuevo convento que su Orden abrió en Cajamarca. Dejó un
manuscrito en el que recogía sus obras poéticas y dramáticas (Hormigón, 1996).
Su talento estuvo al servicio del convento
a la que pertenecía. Escribió poemas espirituales y obras dramáticas que
contribuyeron a fortalecer la fe de sus hermanas. Sor Juana adquirió cierto
renombre fuera de los muros del convento, pues, el mencionado manuscrito estuvo
a punto de ser publicado en 1747. En España adquirió este teatro conventual
durante los siglos XVII y XVIII acogida. Las influencias de Sor María Juana no
proceden del espléndido teatro de Sor Marcela de San Félix ni de la obra no
menos brillante de su continuadora, Sor Francisca de Santa Teresa, sino
del teatro español del primer Renacimiento de (Juan del
Enzina y Gil Vicente), referidos a los autos navideños tradicionales.
Su lenguaje está despojado de la sintaxis, inspirada en el barroco; escribe su
teatro, con un tono de ingenua tradición popular que recuerda, las
representaciones sacras de la Edad Media. La religiosa dejó copiadas todos los
títulos de sus obras: Coloquio a la Natividad del Señor; Coloquio de
Julio y Menga pastores, para celebrar el Niño Jesús; Coloquio al
Sagrado Misterio de la Circuncisión; Coloquio al Sagrado Misterio
de los Santos Reyes; y Coloquio que se ha de decir en la Dominica
del Niño perdido. Son obras que pueden ser acompañadas de música como
cánticos, de elevado lirismo (Hormigón, ob. cit.; Castañeda y Toguchi, s. f.)
Sobre esta religiosa, Palacio Fernández,
en su trabajo Noticia sobre el Parnaso Dramático Femenino en el siglo XVIII,
en el subtítulo [La Musa Dramática en el Claustro], publicado por Universidad
de Murcia (2000), en el trabajo titulado: Autoras y actrices en la historia
del teatro español, sobre esta religiosa escribió: el destino del convento
mantuvo la escritura de algunas obras dramáticas escritas por monjas en
Hispanoamérica, como fue el caso de Sor María Juana (1696-1748), monja
capuchina, natural de Abancay, Perú, quien escribió varias obritas del ciclo de
la navidad. Estas obras son las que refieren en líneas precedentes (Hormigón, 1996; Castañeda y Toguchi, s. f.).
Vinatea Recoba (2015) en su trabajo: Los
Celos de San José y la Monja Peruana, dice que el Padre Rubén Vargas
Ugarte, presenta en su obra De nuestro antiguo teatro, que era hija de
criollos españoles nacidos en Lima, que escribió obras espirituales escritas en
verso y para acompañamiento musical y de rasgos dialectales. Su trabajo estuvo
a punto de ser publicado, pero su traslado a Cajamarca y su inesperado
fallecimiento, lo impidieron. De ella se ha dicho, que en una oportunidad
mientras buscaba agua, escuchó este mensaje: “Dios te salve, llena de gracias,
el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres”, lo que hizo que se pusiera
a mirar a sus alrededores para saber de dónde venía la voz. Cosa que la asustó
y la hizo regresar a su casa (Vinatea Recoba, ob. cit.). Voy a referir en este
espacio El coloquio de la Natividad del Señor, que está escrito en
romances octosilábicos, según esta investigadora, cuyo tema son los celos de San
José, el cual pertenece a la Primera Escena de la obra de Sor Juana María
(versos 1 al 32) que comienza con los cantos de los pastores que llegan a
Belén; en primer lugar, interviene el Coro y luego, la pastora Gila como
solista. Reproduzco dicho texto tomado de Vinatea Recoba (2015)
Música La
voz de la admiración
resuene por todo el orbe,
pues al tomar carne el Verbo
se unen mil contradicciones.
Toda la deidad se humilla,
y un niño se ve más que
hombre;
y su madre, aunque casada,
goza de virgen honores.
El sol no parece claro,
porque sale a media noche
otro, que con solo un rayo
las demás luces esconde.
El aire todo es céfiro,
porque la flor de las flores
lo viste de suavidades
cuando sufre sus rigores.
El fuego parece frío,
según el volcán que esconde
aquel que en diurna llama
arde sin intermisiones.
Los collados se derriten,
y su dureza deponen;
y, vistiendo miel y leche,
se hacen flexibles los montes.
Las fieras se domestican
y se manifiestan dóciles,
porque ven que en un pesebre
se ha puesto la mejor corte.
En ella no vale el oro
ni la lisonja se oye,
pero la gloria y la paz
puebla el aire de rumores.
Gila
¡Ay, que acabo de oír cantar
una música tan linda
que me parece una guinda
acabada de chupar!
Más les quisiera contar,
pero ahí viene un señorón
tan lleno de confusión
que temo me ha de pegar (p. 223).
Doña Josefa
Bravo de Lagunas y Villela. Gutiérrez (1869) se
refiere a ella como abadesa del monasterio de la seráfica madre Santa Clara,
escribía sonetos, dentro los que destacan: Aurora, compuesto para el
real cadáver de la reina de Portugal,
con motivo de sus exequias, celebradas en Lima hacia 1756, siendo virrey del
Perú el conde de Superunda (José
Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego, I conde de Superunda). Este
Virrey había nacido en Torrecilla en
Cameros (La Rioja, España), en 1688 y muerto en Priego de Córdoba, 1767.
Caballero de la Orden de Santiago, además de militar y político, gobernador del
Reino de Chile entre 1737 y 1744, y Virrey del Perú entre los años
1745 y 1761(Wikipedia, 2021). Referente a su actividad poética, referidas a las
exequias, esta información la sostienen Lamas, López y Gutiérrez (1871), en la
Revista del Río de la Plata. Periódico Mensual de Historia y Literatura de
América, t. II, en el texto Biblioteca de Escritores en Verso Nacidos en la
América de habla española, antiguos y modernos, Primera Série (sic), p. 288,
que además se dice de ella que fue peruana Abadesa del convento de monjas clara
en Lima á (sic) del siglo XVIII en tiempos en que florecía la poetisa doña
Manuela Carrillo Andrade de Sotomayor. Gutiérrez califica sus sonetos como de
buena entonación, armonía, gracia. Excelentes sonetos.
Se sabe de esta religiosa que era hija de
Fernando Bravo de Lagunas y Bedoya y de Lucía Antonia de Villela y Esquivel y
Bernal Lozano de la Daga, y que era hermana de Mariana Bravo de Lagunas y
Villela, Condesa Consorte de Montemar, de modo que esta religiosa pertenecía a
una familia principal de Lima. Fue
abadesa del monasterio de Santa Clara, Lima, en 1757. Gutiérrez (1869) dice: Doña Josefa
Bravo de Lagunas y Villela, sonetista, la
única muestra que se tiene, aunque no mala, del estilo y dotes poéticas
de la reverenda abadesa, es el de las
exequias, antes nombrado. Refiriéndose a su soneto, Gutiérrez (ob. cit.), dice:
“Estos catorce versos no tienen que se les pueda poner: tienen entonación,
harmonía, facilidad, gracia, en todos sus acentos. Era difícil en aquellos
tiempos evitar esta clase de manchas que se observaban hasta en las obras de
los escritores castellanos, y que no son manchas muy feas…” (p. 501). Romero
del Valle (1966), señala que sus poemas fueron publicados en “Descripción
puntual” a propósito de las exequias de la Reina de Portugal de
Fr. Alexo de Alvites en 1757. Por su parte García (1924) sostiene que
fue una poeta mística. Escribió además su autobiografía espiritual.
Este fue el poema escrito a propósito de las exequias de la reina de Portugal,
en tiempos del Virrey Superunda:
Cuando admiro difunta ¡ó fiel
señora!
De su régio esplendor la luz primera,
¿Qué esperanza la flor tendrá en su esfera
Sabiendo que también muere la aurora?
Desengaño á la vida le atesora,
Ese espejo que mustio reverbera,
Cuya eclipsada luna es más severa
Para quien si la ve no se mejora.
Descansa en paz pues tu virtud me avisa
La corona mejor te declara
El que allá en las estrellas te eterniza:
Que á mí para seguirte me prepara
El relijioso saco en su ceniza,
Del fin postrero la verdad más clara (Quesada y Navarro,
1869, p. 590-591).
Doña María Estrada
Medinilla. Se conoce de ella una obra: “Fiestas antigua de toros en
Madrid”, donde se observa quintillas de influencia árabe (Gutiérrez, ob.
cit.) La quintilla está formada por estrofa de cinco versos de arte menor,
generalmente octosílabos. En 1641, en Nueva España: (Virreinato 1535-1821),
territorio que abarcaba parte de Estados Unidos y México, Centroamérica, Asia y Oceanía, escribió sus
célebres quintillas: “Descripción de una corrida de toros en México”. Se
sabe de Estrada Medinilla, según Erja Vettenranta (2011), que en 1640 se
publicó en México la relación escrita a una religiosa prima suya, de la
venturosa entrada en México del Excelentísimo Don Diego López Pacheco Cabrera y
Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey, Gobernador y Capitán de la Nueva España.
Dicho poema fue impreso por Francisco Rebolledo. Escribió según esta
investigadora, la pluma de Estrada Medinilla, con dinamismo y originalidad,
nunca se deja engañar por las apariencias fantásticas de la procesión virreinal.
Para la época las fiestas virreinales se empleaban, por parte del Virrey, como
un a manera de reforzar su autoridad política y las jerarquías sociales en la
Colonia. Su poesía adopta los vocablos coloquiales de las clases bajas que
contrasta con la élite criolla, a la que ensalza poéticamente.
Tenorio (2010) sobre esta
poetisa dice que son muy escasas las noticias, se sabe, por Beristáin que
era natural de México; y por Josefina Muriel, posiblemente nieta de Pedro
de Medinilla, regidor y diputado en el Ayuntamiento de la ciudad entre 1546 a 1558. Agrega Muriel, citada por
Tenorio (2010), un dato importante sobre esta poetisa: la posición que tuvo en
la sociedad limeña fue sin dudas importante, con su titulación de doña y buena
posición económica […]. Por la manera de
expresarse, la manera de vestir y de las otras, y por las altas y valoraciones
que hace de lo que ve, se muestra como una mujer de mundo, elegante y culta.
Escribió las siguientes obras: Relación en ovillejos castellanos de la feliz
entrada del virrey Marqués de Villena, México, 1640 (Muriel, citada
por Tenorio, 2010); Descripción en
octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió
Mégico a su virrey, el Marqués de Villena, México, 1641. Décimas a san
Pedro Nolasco, con las que participó, y ganó el primer lugar en esa categoría,
en el certamen de 1633. Una glosa con la que participó en el Certamen
poético a la Inmaculada Concepción, organizado por la Universidad de
México, 1654, con la que ganó el tercer lugar. Y Desagravios de Christo en el triumpho de su cruz contra el
judaísmo, México, 1649 (Tenorio, ob. cit.).
De María Estrada Medinilla
dejo las décimas con que ganó el Primer Premio en el certamen por la canonización de S. Pedro Nolasco (San
Pedro Nolasco, 1189-1256) recogido por fray Juan Alavés, en la Relación
histórica, de 1633, manuscrito de la Biblioteca Nacional de México, que dicen:
Nolasco con paz fingida
que le
saltean advierte
los
remedos de la muerte
en
lisonjas de la vida.
Yace, a
Morfeo rendida,
la solicitud constante,
que si el
celo vigilante
no
obedece en todo al lecho,
niega lo
inquieto del pecho
lo sereno
del semblante.
Cuando el
aire luces llueve,
porque en
sueños ver presuma
dos rayos
de cana espuma
en dos
cometas de nieve.
Indicio
de paz no leve
ramo fue
de hojas alado,
verde
oliva que, aun cortado,
el tronco
fresco se ofrece,
y en el
aire se aparece
de
esmeraldas coronado.
Fiera
adusta indignación
agostarla
solicita,
que
humantes globos vomita
por
volcanes de carbón.
Anciana
veneración
de dos
paternos cuidados
la
preservan desvelados
contra
rigores impíos
de los
ardientes estíos
y
carámbanos helados.
Porque en
su conservación
Argos más
cauto desean,
que
cuantos ojos platean
el
estrellado pavón
encargan
su advocación
a
Nolasco, en cuya esfera
viva su
beldad primera,
que al
rayo de su calor
se
observará su verdor
en
perpetua primavera.
Pacífica
insignia toma,
y como su
guarda emprende:
de quien
talarla pretende
el nocivo
aliento doma.
A la
racional paloma
en
reverentes altares,
con
favores singulares
los dos
santos favorecen,
que a
Pedro y Pablo parecen
sus
patrones tutelares.
No fue
custodio remiso,
que su
cuidado era, en fin,
la espada
del querubín,
guarda
fiel del paraíso.
Con más
prevenido aviso,
burla del
pastor de Admeto,
conserva
en su ser perfeto
el árbol
de mejor fruto,
sirviendo
de sustituto
al alado
Paracleto.
Doña Josefa
Xaroscharo. Lo que se sabe de ella, se debe al mercader de libros-editor Nicolás
Trübner y por la derrota del Partido Conservador de Maximiliano I de México; Fernando
Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena fue un noble político y militar
austriaco-mexicano [itálicas añadidas] lo que provocó a varios escritores
mexicanos a exiliase en Europa, y tuvieron que vender sus grandes y ostentosas
colecciones de libros relacionadas con la literatura de aquella parte de
América. Este comerciante de libros publicó, entre otros tantos textos
ofrecidos en venta en el catálogo: Trübner's American and Oriental
Literary Record. (1868,
October 31). A monthly register of the most important works published in North
and South America, in India, China, and the British colonies: with occasional
notes on German, Dutch, Danish, French, Italian, Spanish, Portuguese, and
Russian books. No. 39, pp. 293-306. (Registro
Literario Americano y Oriental de Trübner. 1868, Octubre 31. Un
registro mensual de las obras más importantes publicadas en América del Norte y
del Sur, en la India, China y las colonias británicas: con notas ocasionales
sobre libros en alemán, holandés, danés, francés, italiano, español, portugués
y ruso. No. 39, pp. 293-306, Trad. del investigador), la obra de la
poetisa mexicana, donde se puede leer:
Versión
parafrástica del llanto de la Virgen, ó de la Sequencia de la Misa de sus
Dolores. Por Doña Josefa Xaroscharó: quien la dedica a la misma Señora en su
Advocación del consuelo por la mano del Exmo. e Illmo. Señor D. Alonso Núñez de Haro y Peralta. Año
de 1799. 4to. 4 leaves. México, 1803. Un poema que consta de 20 estrofas de
rima troquelada (p. 305). [Itálicas, Trad. del investigador].
Curiosamente, en la portada
del libro, en el encabezamiento al lado derecho se puede leer: “Registered for Transmission
Abround” (Registrado para Transmisión a todo el Mundo, Trad del investigador).
La intensión de Nicolás Trübner es
obvia, además de dedicarse al comercio de libros, su propósito además es la
divulgación de las obras, gracias esta buena intencionada acción, es de esta
manera que se conoce el poema de doña Josefa Xaroscharo. En la misma
obra en la p. 293, el mercader-editor Nicolás Trübner, escribe lo siguiente:
Todos los libros
mencionados en este y en números anteriores se describen a partir de un examen
real, y el trabajo mismo está en posesión de ellos o ha pasado por las manos de
los señores. Trübner y Compañía. Los bibliotecarios y académicos, por lo tanto,
que tengan experiencia y disculpa en la adquisición del trabajo, harían bien en
comunicarse directamente con los editores del registro. Como puede suponerse
fácilmente, sería imprudente importar esos desechos en grandes cantidades; pero
cuando todas las copias de las obras especificadas se vendan realmente, se
pueden reemplazar, si se asigna un tiempo razonable (Trad. del investigador).
Este texto, sin lugar a dudas, es la mejor
evidencia de que Trübner era un conocedor del oficio y estaba al tanto de los
que se escribía en la América Colonial. Se puede leer en el índice las áreas
temática de los libros que ofrece de esta parte del mundo: Inteligencia literaria americana colonial y europea (p.
293), Publicaciones periódicas americanas (p. 295), Nuevos libros americanos
(p. 298) Literatura Yucateca (p. 301) y Literatura mexicana (p. 302). No sin advertir: “Sres.
Trübner y Compañía, 60 hilera del padrenuestro de los libros. Londres, han
importado y suministrado la totalidad de las obras americanas y orientales
nombradas en este registro literario” (ibídem). [Trad. del investigador]. Creo
que Nicolás Trübner hizo un aporte fundamental en dar a la venta y dar conocer
lo que se escribía en América en aquellos tiempos.
La Versión parafrástica del llanto de la Virgen, está compuesta
de 20 estancias de versos troqueos (métrica construida con una sílaba larga y
otra corta). Y llegó hasta nosotros, gracias a este brillante erudito de los
libros, esto es meritorio. Se sabe de ella además que su nombre era Josefa
Elvira Rojas y Rocha, y que Xaroscharo o Jaroscharo, era un seudónimo. El
nombre la obra en latín era: Versión parafrástica del Stabat Mater. Finalizo
este tópico con el poema comentado. En la Gazeta de México, Suplemento,
Tomo XII, No. 54, México 11 de diciembre
de 1805, p. 449, está publicado poema, el encabezado, se puede leer: Sonetos
a María Santísima de Guadalupe, de la Señora Doña Elvira Josefa Rojas y
Rocha:
Cuánto te eleva, oh, México, tu gloria
cuando recibes de María los dones!
Sobre todos aquél que en las naciones
jamás ha habido de otro tal memoria.
En el mundo no cabe ni en la historia,
ni en todos los humanos corazones
hay gratitud bastante, ni expresiones
que en encomiarlo salgan con victoria.
¿Quién pudiera
pensar que de María
tesoro fueras tú
tan apreciado
que un tiempo en ti
su corazón pondría?
En su bella Pintura
te lo ha dado
para honor tuyo,
gloria y alegría:
¿no es ser esto en
su amor privilegiado? (p. s / n).
Juana de Maldonado y Paz. Nació
en Santiago de los Caballeros de Guatemala en 1598, donde fallece en 1666, tuvo
un hermano, llamado: Diego. Sus padres fueron el Oidor don Juan de Maldonado y
Paz y doña Concepción Quintanilla, quien murió siendo nuestra poetisa una niña
aún. También es conocida como Juana de
la Concepción. Fue una mujer de belleza excepcional, a tal punto, que le sirvió
de modelo al reconocido pintor colonial
Antonio Montúfar para la figura de Santa Lucía. Esta pintura fue
colocada en altares y llevada en procesiones lo generó escándalo en la ciudad,
en 1615, el eclesiástico de la Catedral y representante
del Santo Oficio en Guatemala: Rodrigo de Villegas, denunció este
hecho como sacrilegio ante el comisario de la Inquisición Española en México,
Felipe Ruiz del Corral, bajo el argumento que doña Juana no era hija legítima
del Oidor y no era correcto que fuera representada como una Santa. Más tarde
ingresó en el Convento de la Concepción donde hizo sus votos en 1619. Thomas
Gage, fraile dominico inglés, y uno de los primeros viajeros en publicar
crónicas, entre 1625 hasta 1637 de sus viajes por México y Guatemala, se refiere a ella de este
modo:
Era muy bella y agradable y no llegaba a
veinte años. El obispo estaba tan enamorado de ella, que en mi tiempo hizo todo
cuanto pudo para hacerla elegir superiora o abadesa, a pesar de todas las
antiguas religiosas; lo que causó tan gran disensión en el convento, que el
ruido salió hasta la ciudad… (Gage, citado por Méndez, s. f.).
Este escritor se refiere
a ella como la “Décima Musa”. Soto Hall, escritor de Guatemala, en su novela histórica La
Divina Reclusa, publicada en 1938, ficciona sobre el momento final de la
vida de Sor Juana Maldonado y Paz. La crítica literaria, luego de estudiar su
obra la ha considerado como una de las escritoras de referencia histórica para
América Latina. Fue una religiosa que destacó en los campos de la escritura, la
dramaturgia, la música y la poesía. Un camino nada fácil para las mujeres,
quienes tuvieron que afrontar el problema de la prohibición de escribir, que se
venía realizando, durante varios cientos de años. Su poesía y escritos
dramáticos se están comenzando a ser estudiados, para que se incorporen en la
historia de la escritura de mujeres. Dejo estos dos poemas de Sor Juana
Maldonado y Paz, compilados por Méndez (s. f.), respetando los aricamos
lingüísticos de la época.
La Reina más
linda
Llegando a existir
al momento triunfa
del dragón más bil,
que el hombre en priciones
la acta sentir
un perpetuo llanto
continuo gemir
Esto sí es lucir,
Oyar del tirano
Si faros servir.
Cantan por
dentro
La ermosa pastorcía
a Ejicto caminó
y al pié de berde pino
rendida ce centó
Cantándole a su niño
rurro rurro rurró
por ver ci ce dormía
el hijo de su amor.
En la sombra
descanza
por la fuerza del Sol
y su niño lloraba
por el mucho calor
y seguía cantando
rurro rurro rurró,
duérmete prenda mía
pues que te arrullo yo.
Mas el niño
llorando
la lágrima virtió
y a la madre amorosa
le causaba dolor
y seguía diciendo
rurro rurro rurró
y con tan dulce canto
el niño ce durmió.
POESÍA LAICA EPISTOLAR, PRECIOCISTA, DRAMATURGIA
Y TEATRO
Así como hubo en América
Hispana mujeres religiosas que entregaron su vida a la poesía, también
existieron laicas cuyo ejercicio poético es de gran admiración. Tales fueron
los casos de Doña Antonia Monela y Santander, Gerónima Velazco o Velasco,
Jerónima y Doña Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor. Hijas de españoles
nacidas en suelo de América Hispana, naturalmente proveniente de clase social
con privilegios, quienes encontraron en el oficio poético una manera de
expresar sus sentimientos. Recordemos que el término “Don” o “Doña” es un
vocablo de origen español que antecede al nombre de la persona, empleado de manera protocolar para denotar una expresión de respeto,
cortesía y distinción social. En España y sus colonias en el Nuevo
Mundo se usó para diferenciar al plebeyo del noble o al criollo del común de
las personas. Esto deja claro la estirpe a que pertenecen las poetisas aquí
tratadas. Es importante recalcar, que la influencia religiosa de la iglesia
católica en América Hispana fue de suma importancia, a tal punto, que muchas de
las mujeres que se dedicaron a la poesía no escaparon a la tentación de
escribir algunos versos dedicados al santoral católico o exequias a las altas
dignidades políticas de aquellos tiempos. Estas mujeres de vida laica brillaron
en la poesía. Doña Antonia Monela y Santander en la epístola, Gerónima Velazco
en la poesía preciosista o barroca y Doña Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor
en la dramaturgia y el teatro.
Doña Antonia Monela y Santander.
Según Gutiérrez (1869), nació en Mendoza, Buenos Aires, hija de catalanes con
una habilidad extraordinaria para
expresarse en la lengua castellana, con grandes dotes para la escritura
epistolar con lo que logró gran reputación, a tal punto, que sus cartas fueron
impresas en España. Se supo de ella gracias al señor Eusebio Llano Zapata,
investigador de las bellas letras americanas, quien anduvo por Buenos Aires,
hizo escala en Mendoza, con la intención de escribir una historia de la
literatura colonial española, de esta manera fue que supo de esta talentosa
musa, que según su apreciación tiene un estilo dulce y sencillo comparable con
don Antonio de Solís (escritor español de la escuela de Calderón, cronista de
Indias). El género epistolar, de epístola (del griego epistolē), sinónimo
de carta, misiva, se refiere a un texto cuya función principal es la
comunicación entre el remitente, quien la escribe y la envía y el destinatario
o
receptor. El uso del término suele implicar un registro culto o un contexto literario.
Dicho manuscrito se perdió, y de lo impreso solo quedan opacos recuerdos, hasta
ahora.
Apunta Gutiérrez (1869) que la mujer
americana no fue del todo indiferente a la fama literaria. Ni tan tímida que no
pudo cambiar la aguja por la pluma. Aspirando
los honores de la imprenta. América del Sur fue un destino donde la mujer
encontró las condiciones, el clima y las costumbres propias para desarrollar
todos sus encantos y seducciones, había escrito Juan María Gutiérrez hacia
1869. De esta estirpe, según este autor, es doña Antonia Monela y Santander,
pues está dotada de grandioso ingenio. Debemos sentir congoja por la pérdida
del manuscrito que contenía sus cartas. Que en mi opinión fue una desgracia
para el acervo literario de América Hispana.
Gerónima Velazco o
Velasco, Jerónima. Según Medina (2021), Jerónima de Velasco de
Ladrón de Guevara, era hija del Capitán Miguel Ortes Fernández de Velasco y de
Doña María Magdalena de la Yuste. En
el siglo XVII se comenzó en América una escuela literaria barroca o preciosista
la permitió que escritores del Ecuador, enviaran sus creaciones al sacerdote
Jacinto de Evia en Quito, quien las recopiló las envió a Madrid, para que el
sacerdote Jesuita Félix Lope de Vega emitiera un juicio sobre los escritos de
una poetisa perteneciente en lo político y religioso a la ciudad de Quito. Estuvo consciente de su importancia
social y cultural dentro de un medio colonial (1575-1640) en el que la mayoría
de mujeres no sabían leer ni escribir y eran relegadas a labores domésticas.
(Medina, ob. cit.).
Gutiérrez
(1869), dice que nació en Quito, Ecuador, lo que se sabe de ella es a través de
la escritura nada menos que de Felix Lope de Vega y Carpio (Monstruo de la
Naturaleza y Fénix de los ingenios), quien la compara con las grandes poetizas
de la antigüedad. Es catalogada por el poeta español de divina por su
elocuencia, gran cultura en ingenio. Recordemos, que en la antigüedad, en el
mundo griego, Platón se refería a Safo de Lesbos, como “la décima Musa” y Alceo
de Mitilene, como “divina Safo”, lo afirmado nos presenta una idea de la
estatura poética de Velazco. A pesar de ello habita en el olvido. En Madrid
tuvieron conocimiento de ella, como apunta Juan María Gutiérrez, gracias a la
fama y elogio que le procuró Lope de Vega y Carpio. Dice en su poema Laurel
de Apolo, dedicado a Gerónima Velasco,
estos bondadosos versos:
Parece que se opone á competencia
En Quito aquella Safo, aquella Erina,
Que si doña Gerónima divina
Se mereció llamar por excelencia;
¿Qué ingénio, qué cultura, qué elocuencia
Podrá oponerse á perfecciones tales,
Que sustancias imitan celestiales?
Pues ya con manos bellas
Estampan el Velasco en las estrellas (Gallegos, Comp., 1879, p. 559).
Sin embargo,
investigaciones del historiador Ignacio Rodríguez Guerrero, citado Medina
(2021) nos dice:
Doña Jerónima se
casó en Pasto con Luis ladrón de Guevara Zúñiga, quien desde 1593 hasta 1626
había desempeñado en esta ciudad cargos prominentes, como los de alguacil mayor
y regidor. Don Luis, marido de Doña Jerónima, murió en Pasto en 1631, un año
después de publicado el “Laurel de Apolo” de Lope de Vega. Del matrimonio de la
poetisa con don Luis nacieron en Pasto varios hijos, Mauricio, Columba y
María, etc. Que a su vez formaron sus hogares en esta ciudad (p. s / n).
Medina (2021) refiere que
gracias a un documento encontrado en el archivo histórico de la Fundación
Melchor Inca de Salazar, se comprueba, que Doña Jerónima de Velasco vivió en
Pasto, ciudad ubicada al oeste de Colombia y se casó ahí con Luis Ladrón de
Guevara y Zúñiga. Este investigador recoge
completa la composición lírica de Félix Lope de Vega y Carpio, que
presento a continuación:
Estrofa I
Parece que se opone
a competencia,
De Quito aquella
Safo, aquella Erina,
que si Doña
Jerónima "divina"
se mereció llamar
por excelencia,
¿Qué, ingenio, qué
cultura, qué elocuencia
podrá oponerse a
perfecciones tales
que sustancias
imitan celestiales?
Pues ya sus manos
bellas
estampan el Velasco
en las estrellas.
Del otro polo, Pola
de Argentaria,
y viene bien a
erudición tan varia,
pues que don Luis
Ladrón, su esposo, es llano,
que mejor "de
Lucano”
se pudiera llamar
mejor "de Guevara",
y más con prenda
tan perfecta y rara.
¡Dichoso quién hurtó
tan linda joya
sin el peligro de
perderse Troya!
Pero diósela el
cielo, aunque recelo
que puede la virtud
robar el cielo (Félix Lope de Vega y Carpio, citado por Medina, 2021, p. s /
n).
Su poesía fue reconocida
y admirada en su tiempo, que le mereció el adjetivo, Divina, por ser mujer de gran elocuencia. (Suarez Cabal,
s. f.). Gerónima Velasco en su tiempo alcanzó fama en Madrid, señala Gutiérrez
(1869). Sus poesías fueron recopiladas y
publicadas en 1676 por el maestro Jacinto de Evia,
vecino de Guayaquil, en Madrid en la imprenta de Nicolás de Xamares, quien era
además mercader de libros, con el título de Ramilletes de varias flores poéticas, y recogidas y
cultivadas en los primeros abriles de sus años. Su obra ha sido considerada
como una especie de gongorismo americano. Del Certamen
que se hizo en Quito, presento esta
glosa a la muerte de la Reina Doña Isabel de Borbón:
Llorad
lágrimas vertidas,
Enjutos ojos serenos,
Que a fe, que os no
cuesten menos
Lloradas, que detenidas.
Si repetía el amor,
Filipo de vuestra esposa,
acción es también forzosa
que repitáis el dolor:
que acreditan en rigor
quejas otra vez sentidas,
y pues honran repetidas,
sentid penas expresadas,
expresad ansias lloradas,
Llorad lágrimas vertidas.
Lo que siente el corazón
fieles expresan los ojos,
si en cristalinos
despojos
aquel muestra su pasión:
con que es cierta
conclusión,
Filipo, que por lo menos,
Si del corazón los senos
anega al dolor, y el
llanto,
no tengáis en tal
quebranto
Enjutos ojos serenos.
Pero sin llorar flaquezas
Indica en la Majestad;
¿cómo a aquesta poquedad
Hoy se humilla vuestra
Alteza?
Dirá alguno, que es
fineza
de vuestro amor a lo
menos
mas si a las lágrimas senos
ensancha vuestro dolor,
causaos fuerza superior,
Que a fe que no os
cuesten menos.
Y pues Isabel ya goza
aquel Celeste Dosel,
enjúguese el llanto fiel
en vuestra llama amorosa:
pero si aún la pena
ansiosa
brota lágrimas sentidas,
no queden por reprimidas,
que es nube opuesta a su
ardor,
y fecundarán mejor
Lloradas, que detenidas (p. s / n).
Doña Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor.
Meritoria poetisa, natural de Lima, Perú, muy aplaudida en los teatros
de la época, de ella nos han llegado como señala Gutiérrez (1856) algunas
composiciones realizadas con motivo de las ceremonias fúnebres a propósito del
fallecimiento del rey de Portugal: don Juan V
hacia 1751 y de la reina doña María Amalia de Sajonia el 27 de junio
1761 (Reina Consorte de España). Estos sonetos encuadran dentro del romance
heroico endecasílabo emparentado con la escritura del teatro antiguo español (s. XII), que se caracteriza por la marcada
presencia de narraciones descriptivas largas cargadas de brillantes y
fantasías. Composiciones ingeniosas, cargada de hipérboles, metáforas y
culteranismo no muy bien logrado.
Lamas, López y Gutiérrez (1871),
en la Revista del Río de la Plata. Periódico Mensual de Historia y Literatura de América, t. II, en el
texto Biblioteca de Escritores en Verso Nacidos en la América de habla
española, antiguos y modernos, Primera Série (sic), p. 297, sobre esta poetisa
religiosa expresan:
Limeña de mediados
del siglo 18. Compuso varia comedias que se representaron con aplauso, y se
imprimieron algunas otras producciones de la misma señora. En el libro que
describe las exequias hechas en Lima por la muerte del Rey de Portugal, don
Juan V, se encuentran versos de doña Manuela (p. 297).
En
el documente referido, en la página 25 de libro, contiene las exequias antes
nombradas, donde se lee en el poema de la musa, lo siguiente:
Cisnes sonoros que pobláis acordes
Del
celebrado Rímac las orillas,
La cíthara de aljofar pulsad tristes
Convirtiendo en lamentos la harmonía…
Dice Gutiérrez (1869) que Doña Manuela
Carrillo de Andrade y Sotomayor las comedias que compuso gozaron de aplauso en
los teatros públicos de Lima. Sus romances encierran una idea profundamente
moral. Para
solemnizar las exequias de Felipe IV en el 17 de septiembre año de 1650,
escribió este romance:
Fúlgida niebla, sombra luminosa.
Eclíptica á desmayos encendida.
Olimpo
oscurecido de esplendores
Que
adusto luces y horroroso brillas…
Por
quien ascua funesta tanta lumbre
Es
negra emulación del claro día?
Dí, por
quien abrazado el sacrificio
Entre
incendio tus luces arden tibias?
Por
quien brillante lastima, esos rayos
Mústios
te ilustran, densos te iluminan?
Y tu
dolor en traje refulgente,
Oscuro
expresas, lúgubre autorizas
Si nos
dicen las lenguas de esas llamas
En
cláusulas de luz y horror teñidas.
Que al
portugués monarca eres asunto,
Tanto
mal, tanta pena, no describas.
Suspende
en ese transparente idioma
La
pálida inscripción de sus cenizas,
Mientras
del vasto tronco desenlazo
Destemplada
al dolor la tosca lira.
Cisnes
sonoros que pobláis acordes
Del
celebrado Rímac las orillas,
La
cítara de aljofar pulsad triste
Convirtiendo
en lamento la harmonía.
Y tú
suspende el paso caminante
Corre
con el discurso la cortina
A esa
caduca pompa, y reverente
Tu
atención la registre no tu vista.
Esa
eminente antorcha, cuyas sombras
Resplandecientes
de confusas giran
Es
momento que blasona régio
Todo un
sol que en su ocaso un orbe espira.
Ese
mustio zafiro que á reflejos
El
dolor labra de la mejor LUSA,
Las
augustas memorias de JUAN QUINTO
En esa
hoguera las ostenta activas… (p. 504-505).
Sobre
esta autora, dice Ricardo Palma (1872),
en Tradiciones Peruana [El latín de una limeña], lo siguiente: “He traído a cuento esto de doña María Manuela Carrillo de Andrade y
Sotomayor y demás compañeras mártires para hacer constar que hasta las mujeres
dieron en la flor de latinizar, y que muchas traducían al dedillo las
Metamorfosis y el Ars amandi (Arte de Amar), de Ovidio, con lo que está dicho
que hubo hasta latín de alcoba” (p. s / n). Asimismo, Hampe (s. f.) sobre esta
poetisa escribe: “Entre las laicas, evocamos a doña María Manuela Carrillo
Andrade y Sotomayor (m. 1772), autora de comedias y poesía bucólica y
laudatoria, mimada por la sociedad de su tiempo con el sobrenombre de ‘Limana
musa’” (p. 151). En la obra de Medina (1904) al referirse a las impresiones de
obras del año 1761 impresa en Lima, menciona la poetisa Carrillo de Andrade y Sotomayor, en la p.
240. Señala Pagés (s. f.), que “en
los años 50 del siglo XVIII Doña María Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor
tuvo la dramaturgia limeña en sus manos” (p. s / n). Época en la cual, según
esta autora, hacia 1771, el corral de comedias dio paso al Coliseo, nombre
aplicado a los edificios construidos para el teatro, de mayores dotaciones,
superficie y capacidad de aforo; en las que las compañías importantes se
establecieron en él de manera permanente. Continúa la investigadora (ob. cit.),
en la mitad del siglo XVIII, María Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor era
quien conservaba el cetro de la dramaturgia limeña. De ella no se tienen muchos
datos biográficos, por su testamento se sabe que nació en Lima y que era hija
legítima de Lope Carrillo de Andrade y Teresa de Figueroa.
Fue enterrada en el
camposanto de la iglesia de la Merced en 1772. Su producción poética fue muy
limitada, toda ella publicada en los libros que
salieron de las prensas limeñas de la época (Ibídem). En relación al año
de su deceso, esta autora coincide con Hampe (s. f.).
LA POESÍA CRISTIANA AL
SERVICIO DE LA LIBERTAD
En
la América del Norte, a diferencia de la América Hispana, predominó en el
ámbito religioso lo que se conoce como la iglesia cristiana no ortodoxa. La
colonización inglesa, fue mayoritaria y predominante en lo que va a ser más
tarde EE.UU. Se sabe que la presencia hispano-francesa en estas tierras
norteamericanas fueron menor comparativamente con la inglesa, la cual marcó una
influencia significativa en los ámbitos científico-técnico influenciado por el
empirismo, y el religioso por la Iglesia protestante de inclinación metodista a
la que perteneció Phillis Wheatley. Esta Iglesia de carácter cristiano se
inició a mediados del siglo XVIII inspirado en la vida y enseñanzas de John
Wesley, acreditándose a su hermano Charles
Wesley y a George Whitefield como líderes de significación en ese movimiento.
De este último fue seguidora Phillis Wheatley, al que le dedicó un poema. John
Wesley ejerció su ministerio ejerció en Pensilvania. Cabe señalar, que la
Iglesia anglicana era la Iglesia oficial de Inglaterra, y Wesley nació, vivió y
murió anglicano, lo que explica que
fuera enterrado bajo este rito
(Wikipedia, 2022). Es de interés señalar que la Iglesia anglicana
es un conjunto de iglesias dispersas por el mundo que responden al liderazgo del Arzobispado de Canterbury,
que la diferencia de la católica porque tiene sus raíces en Inglaterra y la
Iglesia cristina en Roma. La anglicana nace del protestantismo, surge en 1534
con el Acta Supremacía, que proclama al
rey Enrique VIII su jefe supremo (CONAPRED, s. f.). La influencia de la Iglesia Congregacional, cristianismo protestante de visión calvinista,
va a estar influenciada en la poesía de Phillis Wheatley considerada por la
crítica como la primera escritora afroamericana en publicar un libro de poesía
en los Estados Unidos. .
Phillis Wheatley. Nació en Senegal,
África Occidental en 1753, donde fue capturada a los 7 años de edad y traída a
Estados Unidos por el puerto de Boston. Su nombre, Phillis, proviene del
barco en el que fue transportada de su tierra natal a América y su apellido,
Wheatley, se debe a John y Susanna Wheatley, familia de comerciantes de Boston que
decidió comprarla para convertirla en su sirvienta y doncella personal. Su vida
nunca estuvo ausente de lucha y sufrimiento. Esto no impidió que fuera la primera escritora afroamericana en publicar un libro en
los EE. UU. Fue convertida al cristianismo por esta familia velando además por
una buena educación fundamentada en la Biblia, los clásicos grecolatinos y
algunas grandes obras de la literatura británica. Aprendió además astronomía y
geografía e inglés. Se casó
con el negro liberto de profesión
verdulero John Peters, y quien la abandonara, viéndose en la
necesidad de realizar tareas domésticas como sirvienta.
A los 14 años comenzó a escribir poesía, publicando su primer poema en
1767 titulado: A la Universidad
de Cambridge, en Nueva Inglaterra. En 1770, se hizo visible al público con la
publicación de Un poema
elegíaco, sobre la muerte del célebre divino George Whitefield (ministro de la
Iglesia de Inglaterra, dirigente destacado del movimiento metodista: rama del
protestantismo). Desgraciadamente
su notoriedad literaria generó en ella consecuencias negativas, pues los
colonos de la zona donde residía no creían que una joven
esclava pudiera ser la autora de tales escritos. Por tal razón en 1772,
cercanos de sus 20 años, Wheatley tuvo que defender su capacidad literaria ante
la Corte de Boston. Sus poemas fueron examinados por intelectuales,
comerciantes, reverendos y el gobernador de Massachusetts, Thomas Hutchinson. Frente a la audiencia tuvo que recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la
Biblia, y jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados, el tribunal
aceptó que era una gran poetiza. En diciembre de 1784, a los 31 años fallecía
sumida en la pobreza, su poesía contribuyó a demostrar que era un ser humano capaz, talentoso e
inteligente. Su trabajo literario estuvo influenciado por la lucha contra la
desigualdad, la libertad y la justicia (Matas, 2000). George Washington admiraba la poesía de Wheatley. Este poema se lo
dedicó a Washington; Phillis
Wheatley en el año 1775:
Su Excelencia el General
Washington
¡Coro celestial! entronizado en reinos
de luz,
Escribo las escenas de gloriosos trabajos de
Columbia.
Mientras que la libertad causa que sus
ansiosos senos se alarmen,
Destella espantosamente en brazos
refulgentes.
Ver la madre tierra lamentarse el destino de
su descendencia,
¡Y las naciones contemplan escenas antes desconocidas!
Ver los rayos brillantes de la luz giratoria
del cielo
¡Involucrado en los dolores y el velo de la
noche!
Viene la Diosa, se mueve divinamente
bella,
Oliva y laurel ata sus cabellos dorados:
Dondequiera que brille este nativo de los
cielos,
Se elevan innumerables encantos y gracias
recientes.
¡Musa! Inclínate propicio mientras
mi pluma relata
Cómo derramar sus ejércitos por mil puertas,
Como cuando el bello rostro de Eolo celestial
se deforma,
Envuelto en tempestad y noche de tempestades;
El océano asombrado siente el alboroto
salvaje,
Las oleadas de refluyentes golpean la orilla
sonora;
O piensa como hojas en el reino dorado del
otoño
Tales, y tantos, mueven la cola del guerrero.
En brillante despliegue buscan la obra de la
guerra,
Donde se desplegaba alto la bandera ondeaba
en el aire.
¿Debo ir a Washington a recitar sus
alabanzas?
Ya los conoces bastante en los campos de
batalla.
A ti, primero en paz y honores, te exigimos
La gracia y la gloria de tu banda marcial.
Fam'd por tu valor, por tus virtudes más,
¡Escucha cada lengua implorar a tu guardián!
Un siglo escasa realizó su ronda
destinada,
Cuando los poderes galos encontraron la furia
de Columbia;
Y tú también, quien se atreva a la desgracia
¡La raza defendida por el cielo de la tierra
de la libertad!
Fijados en la balanza los ojos de las
naciones,
Porque en sus esperanzas prevalece el brazo
de Columbia.
Anon Britannia deja caer la cabeza pensativa,
Mientras ronda aumentan las colinas de los
muertos que se elevan.
¡Ah! ¡Cruel ceguera al estado de
Columbia!
Lamenta tu sed de poder ilimitado demasiado
tarde.
Adelante, gran jefe, con la virtud de
tu lado,
Tu acción ev'ry deja que la Diosa guíe.
Una corona, una mansión y un trono que
brillan
¡Con el oro sin desvanecerse,
WASHINGTON! Sea tuyo (p. s / n).
Escribió además un poema referido de su
traída de áfrica a América, donde dice:
Sobre ser traído de
África a América
Fue la misericordia que me trajo de mi tierra
pagana
Enseñó a mi alma ignorante a entender
Que hay un Dios, que también hay un Salvador:
Una vez no busqué ni supe redención.
Algunos miran nuestra raza sable con ojos
despectivos,
"Su color es un dado diabólico".
Recuerden, cristianos, negros, negros como
Caín,
Puede ser refinado y unirse al tren angelical
(p. s/ n).
Reproduzco además, de Phillis Wheatley este hermoso poema
titulado:
Reflexiones
sobre las obras de la providencia:
Levántate, alma mía, con alas arrebatadas,
levántate
Para alabar al monarca de la tierra y los
cielos,
Cuya bondad y benificencia aparecen
Mientras alrededor de su centro se mueve el
año rodante,
O cuando la mañana resplandezca con encantos
rosados,
O el sol duerme en los brazos del océano:
De luz divina sea una rica porción prestada
Para guiar mi alma y favorecer mi intención.
Musa celestial, mi arduo vuelo sostiene
¡Y elevar mi mente a una tensión seráfica!
Adornado para siempre sea el Dios invisible,
Que alrededor del sol gira esta vasta
máquina,
Aunque a sus ojos su masa aparece un punto:
Adoró al Dios que gira alrededor de las
esferas,
Que ordenó por primera vez que reinara el
poderoso Sol
El monarca incomparable del tren etéreo:
De millas dos veces cuarenta millones es su
altura,
Y sin embargo, su resplandor deslumbra la
vista mortal
Tan abajo, de él la tierra extendida
El vigor deriva y cada nacimiento fluye:
Vasto a través de su orbe se mueve con gracia
fácil
Alrededor de su Phoebus en un espacio
ilimitado;
Fiel a su curso, la tempestad impetuosa se
burla,
Triunfante sobre los vientos y las mareas
altas.
Todopoderoso, en estas maravillosas obras
tuyas,
¡Qué poder, qué sabiduría y qué bondad
brillan!
Y son tus maravillas, Señor, exploradas por
los hombres,
¡Y sin embargo creando gloria sin adornos!
La creación sonríe en varias bellezas gay,
Mientras que el día a la noche y la noche
sucede al día:
Esa Sabiduría, que acompaña los caminos de
Jehová,
Brilla más conspicuamente en los rayos
solares:
Sin ellos, desprovisto de calor y luz,
Este mundo sería el reinado de una noche sin
fin:
En su exceso, ¿cómo se quejaría nuestra raza?
¡Aborreciendo la vida! ¡Cómo odiar su
cadena larga!
¿Cuántos males surgirían del aire y del aire?
¿Qué espantoso contagio mancha los cielos
ardientes?
Qué vapores pestilentes, cargados de muerte,
¿Se levantaría y se esparciría por las
tierras de abajo?
Salve, mañana sonriente, que desde el oriente
principal
¡Ascendente adorna la llanura celestial!
Tan ricos, tan variados son tus hermosos
troqueles,
Que se esparcen por todo el circuito de los
cielos,
Que, llena de ti, se eleva mi alma en
éxtasis,
Y tu gran Dios, la causa de todos adora.
Sobre seres infinitos se extiende su amor,
Su Sabiduría los gobierna y su Poder los
defiende.
Cuando las tareas diurnas cansan el cuerpo
humano,
Los espíritus desfallecen y apagan la llama
vital,
Entonces también brilla esa generosidad
siempre activa,
Que no confina el infinito del espacio.
El velo de marta, que la noche en silencio se
abre,
Oculta los efectos, pero muestra la Causa
Todopoderosa,
La noche sella en el sueño la amplia feria de
la creación,
Y todo es pacífico menos la frente de la
preocupación.
De nuevo, alegre Phoebus, como el día
anterior,
Despierta todos los ojos, pero lo que no
despertará más;
De nuevo se renueva la faz de la naturaleza,
Que todavía parece armonioso, justo y bueno.
Que las cepas agradecidas saluden a la mañana
sonriente,
¡Delante de sus rayos se adornan las colinas
del este!
¿Conspirará día a día y noche a noche?
¿Para mostrar la bondad del Padre
Todopoderoso?
Esta voz mental escuchará el hombre
independientemente,
¿Y nunca, nunca levantes la oración filial?
Hoy, escucha, ni llores tu insensatez
Por el tiempo malgastado, eso nunca volverá.
Pero mira a los hijos de la vegetación
levantarse,
Y extienden sus frondosos estandartes a los
cielos.
Todo-sabio y omnipotente Providencia
rastreamos
En árboles y plantas y toda la raza florida;
Tan claro como en el marco más noble del
hombre,
Todas hermosas copias del plan del Hacedor.
El poder es el mismo que forma un rayo de luz,
Que llaman d creación desde la noche eterna.
“Hágase la luz”, dijo: desde su profundo
El Viejo Caos escuchó y tembló ante el
sonido:
Rápido como la palabra, inspirado por el
poder divino,
Contempla la luz alrededor de su Hacedor
brillar,
El primer producto hermoso del Dios omnífico,
Y ahora a través de todas sus obras
difundidas en el extranjero.
Como los poderes de la razón de día nuestro
Dios revela,
Entonces podemos rastrearlo en el reposo de
la noche:
Di ¿qué es dormir? ¡Y sueña qué extraño
pasajero!
Cuando cesa la acción y las ideas varían
Licencioso e ilimitado sobre las llanuras,
Donde reina la reina de Fancy en un triunfo
vertiginoso.
Escuche en suaves tensiones el suspiro del
amante soñador
A una amable feria, o delirio de celos;
En el placer ahora, y ahora en la venganza
inclinada,
Las pasiones de los labradores luchan por
desahogarse.
¡Qué poder, oh hombre! tu razón entonces
restaura,
¿Tanto tiempo suspendido en horas nocturnas?
¿Qué mano secreta devuelve el tren mental,
¿Y vuelve a mejorar tus poderes activos?
¡De ti, oh hombre, qué gratitud debe surgir!
Y, cuando desde un sueño reparador oprimes a
tus ojos,
Sean tus primeros pensamientos alabanzas a
los cielos.
Cuán misericordioso es nuestro Dios que así
imparte
Corrientes mareas de alegría a los corazones
humanos,
Cuando las necesidades y las aflicciones sean
nuestra suerte,
¡Nuestro Dios olvidado, por nuestro Dios
olvidado!
Entre los poderes mentales surgió una
pregunta,
"¿Qué es lo que más muestra la imagen
del Eterno?"
Cuando así razonar
Su gran compañero habló de Amor inmortal.
“Di, gran poder, hasta cuándo prevalecerá la
contienda,
¿Y con sus murmullos cargan el vendaval
susurrante?
“Dirige la causa al santuario de la
Recolección,
”Quien proclama en voz alta mi origen divino,
“La causa de donde comenzaron a ser el cielo
y la tierra,
¿Y no es el hombre inmortalizado por mí?
"La razón deja que esta lucha sin causa
se calme".
Así se pronunció el Amor y así respondió la
Razón.
¡Tu nacimiento, reina celestial! es mío
para poseerlo,
“En ti resplandece la Divinidad mostrada;
“Tus palabras persuaden, mi alma embelesada
se siente
"Belleza invencible que revela tu
sonrisa".
Ella habló ardientemente y, enardecida por
sus encantos,
Ella abrazó a la diosa floreciente.
Amor infinito donde volvamos nuestros ojos
Aparece: todas las criaturas quieren
suministros;
Esto más se escucha en la voz constante de la
naturaleza,
Esto alegra la mañana y esta la víspera;
Esto hace que desciendan las lluvias
fost'ring y el rocío
Para nutrir a todos, para servir a un fin
general,
El bien del hombre: pero el ingrato paga
Pero poco homenaje y pocos elogios.
A él, cuyas obras llenas de misericordia
brillan,
¡Qué cánticos deben levantarse, qué
constantes, qué divinos!
Este fue su gran legado,
demostrar que el talento y la inteligencia humana no tienen color. Y que en cualquier lugar de
la Tierra donde nos encontremos, está en nuestra voluntad humana hacer el bien.
Sus poemas abarcaron temas que para la ortodoxia católica tienen que ver con el
paganismo, y otros tantos con la problemática del ser humano y referido a la
guerra de Independencia de los Estados, como el poema dedicado a Washington y a
la discriminación racial en los Estados Unidos.
PALABRAS
FINALES
En
América Hispana la palabra areito quedó asociada al nombre Anacaona, por ser
una de nuestras grandes poetisas destacada en estas composiciones. Lo que
demuestra además que existía poesía desde tiempos inmemoriales en tierras
precolombinas. En la época del colonialismo español en lo que hoy conocemos
como América Latina, brillaron excelentes poetisas de una marcada tendencia de
la fe católica, quienes llevaron una vida de convento, lo que les permitió, debido al tiempo disponible y de
llevar un tipo de vida muy distinto al común de las mujeres dedicarse a la
actividad religiosa, y de ver este tipo de escritura poética como un acto de fe
y de un servicio a Dios. Hubo casos, de mujeres laicas, de rancia estirpe, por usar el protocolo de “doña” como expresión de
respeto, cortesía, distinción social, o sencillamente por ser muy inteligente, que
pudieron dedicarse a las letras, desgraciadamente, esto no fue la regla, sino
la excepción. Las tratadas aquí son de origen español, excepto Anacaona
y Phillis Wheatley; la primera, unas de
nuestras grandes poetisas indígena, y la segunda de origen africano traída a
los Estados Unidos a la edad de 7 años. Estas tierras de colonización inglesa,
a diferencia de la hispánica, va estar orientada en cuanto al tema religioso,
por la Iglesia Protestante, la cual propone, de acuerdo con Lutero y Calvino
regreso a la Biblia como único camino verdadero hacia Jesús. Estos elementos de
una y otra inclinación religiosa referida al cristianismo van a definir el
discurso poético de esta valiente mujer excepcional. Las poetisas aquí
tratadas, estuvieron fuera de los convencionalismos de la sociedad de su
tiempo.
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MUESTRA VISUAL
José Rafael “Cheo”
Pérez Varela
Simón Bolívar y Manuela Sáenz (2017)
Pintura al frío/ cartón
54x35 cm
Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela
10 POETIZAS DE AMÉRICA COLONIAL
EDICIÓN: Dr.
Manuel Bas.
POSTER ONLINE: Eduardo
Palmera
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